Terapia Filosófica: la filosofía como pseudociencia

Antes de empezar a escribir estas líneas quisiera dejar esto claro: soy filósofo. Suelo hablar sobre ciencia, e incluso doy mis golpes en algunos campos, pero ante todo me dedico a la filosofia y pretendo vivir de ello. Por esta razón, espero no se me haga la absurda acusación de cientificismo. Yo adoro mi campo, lo considero útil y necesario, y, como tal, me gusta mantenerlo limpio. Esa motivación, junto a la protección de aquellos incautos que puedan caer en las manos de un terapeuta filosófico, es lo que me mueve a escribir esto.

Por ello, este escrito tiene dos receptores. Por un lado, mis colegas filósofos, especialmente aquellos que están empezando, y, por otro, aquellas personas que quieran buscar información acerca de la terapia filosófica. Las dos audiencias no podrían ser más dispares en varios sentidos, aunque se parecen en el hecho de que está justificado que comience desde los principios más básicos del tema. El principal problema es el estilístico. A los filósofos les gusta lo enrevesado; los textos llenos de palabrejas técnicas. En cambio, los que pasan por aquí buscando información preferirán un texto claro y transparente que se pueda leer en no mucho tiempo.

Voy a tratar de contentar más a los no-filósofos que a los otros, y por ello seré todo lo claro y conciso que pueda. Espero que los demás no confundan una forma comunicativa de expresión con la falta de profundidad, la inocencia o la falta de conocimiento. Se equivocarían. Soy profundamente malvado y sé de lo que estoy hablando.

¿Qué es la terapia filosófica?

La terapia filosófica tiene su origen en Alemania, de la mano de Gerd Achenbach. Este señor decidió volver al ideal socrático de que la filosofía ha de tener utilidad práctica y servir para tener una vida mejor. Lo cual, oye, no suena mal. Por eso decidió abrir su propia consulta para la práctica filosófica. ¿Cuál fue el problema? Que desde el principio Achembach entendió la práctica, no tanto como un café filosófico en el que debatir ideas y cuestiones que puedan ser interesantes, sino como una especie de psicoterapia. Estaba todo encaminado a tratar personas con problemas usando la filosofía.

La cosa cobró un nuevo impulso —y se recrudeció en su estatus de pseudoterapia— con la aparición del libro Más Platón y menos prozac, de Lou Marinoff. En este libro la terapia filosófica ya es entendida de forma plena como una pseudopsicoterapia. Basta con ver el título, en el que la filosofía se presenta sin pudor como una alternativa a la medicación recetada en algunos casos de depresión. Todo ello, además, con los típicos tópicos antipsiquiátricos y los mismos deslices psicoanalistas que han acompañado a esta práctica desde el comienzo.

La idea básica la sintetiza Marinoff de esta forma: “Encontraría esta verdadera tranquilidad de espíritu mediante la contemplación, no con medicamentos. Platón sí, Prozac no.”1 Y la práctica la plasma Jorge Sánches-Manjavacas con esta cita: “recuerdo una de mis clientas diagnosticada médicamente por una afección que le impedía dormir por las noches debido a una afección neurológica…ella misma encontró una “solución”. Le gustaba escribir…Ésta (una novela) le ha servido para terminar de reconciliarse con su pasado.»2

Hoy en día se trata de una práctica cada vez más extendida, especialmente en Alemania, Estados Unidos, Argentina, Perú y España. Su éxito se basa en la explotación de la cantera que encuentra en la enorme cantidad de filósofos en paro. Analizar esta pseudoterapia es todo un curso acerca de cómo se genera una pseudociencia, o una secta, según hacia dónde derive esto en el futuro.

¿Terapia o asesoramiento?

En los últimos años se ha venido usando el término ‘asesoramiento’ a modo de eufemismo a lo que generalmente se denominaba ‘terapia’. De hecho, los más impúdicos siguen sin tener problemas en usar el término. Aunque, en líneas generales, el eufemismo ha ido poniéndose de moda, al permitir eludir las responsabilidades que se derivarían directamente en caso de presentarse como una terapia.

Una ‘terapia’ se define como un “conjunto de medios que se emplean para curar o aliviar una enfermedad.” (DRAE) Es decir, es siempre una técnica o principio activo que sirve para paliar o eliminar una enfermedad. Pero ojo, siempre ha de haber una enfermedad, dado que en caso contrario lo que hacemos no es una terapia para nada. Existen terapias de dos tipos: curativas y paliativas. Si uno tiene un cáncer, por ejemplo, una terapia curativa es aquella que ataca al tumor. En caso de que la terapia vaya encaminada únicamente a aumentar nuestra calidad de vida, nos encontramos ante una de tipo paliativo.

Una terapia es siempre un ‘acto médico’. Este tipo de actos “engloban todas las actuaciones profesionales como son la enseñanza, educación y formación, actuaciones clínicas y médico técnicas, todas ellas encaminadas a promover la salud, prevención de enfermedades, aportar los cuidados terapéuticos o diagnósticos a los pacientes, grupos, comunidades o individuos, siendo responsabilidad y debiéndose realizar siempre por un licenciado o doctor en medicina titulado o bajo su directa supervisión o prescripción”3.

Es decir, los actos médicos han de ser siempre realizados por un profesional sanitario o bajo su supervisión. Incluyen el diagnóstico, la aplicación de tratamientos y la formación de otros profesionales sanitarios. Cabe mencionar, dado que la cita está enfocada hacia la medicina, que los psicólogos sanitarios y clínicos están también facultados para realizar actos médicos. Los psicólogos sanitarios han de tener un grado en psicología, más un máster en psicología general sanitaria, y estar colegiados. Los clínicos son psicólogos sanitarios especializados en intervenciones clínicas gracias a haber realizado el PIR —el equivalente en psicología al MIR de los médicos. Los títulos de ‘psicoanalista’, ‘psicoterapeuta’, ‘terapeuta gestalt’ y similares ya nos adentran en territorio comanche, donde habita la gente sin formación sanitaria, sin colegiatura y que no aplica técnicas contrastadas.

Toda terapia, para poder ser aplicada legalmente, ha de haber pasado por una validación científica. Esta validación se suele hacer con pruebas de doble ciego —es decir, es usan dos grupos de personas a la que sólo se le aplica el tratamiento real a uno y se observa si ese grupo ha tenido mejores resultados que el otro, en el que sólo podemos esperar un efecto placebo. Ningún profesional sanitario puede aplicar una terapia sin validación, dado que en caso contrario se jugaría la expulsión del ejercicio legal en contextos sanitarios e, incluso, sentarse ante un juez. Siempre que se hace ha de ser con el debido consentimiento del cliente, y normalmente dentro de un ensayo clínico.

¿Tiene la terapia filosófica alguna validación experimental? ¿Ha probado ser mejor que otras técnicas, o, incluso, ser mejor que no hacer nada? La respuesta es ‘no’. No existe ningún estudio que la avale para ninguna situación. Por lo tanto, no es una terapia —ni tampoco una herramienta válida en otras intervenciones psicológicas—, y, por ello, en caso de ser empleada como tal supone una pseudoterapia. Como el reiki, la biodescodificación o el psicoanálisis.

La respuesta habitual ante lo dicho por parte de los terapeutas filosóficos suele ser que ellos usan el término en referencia a como lo entendía Epicuro o los romanos. Pero ello es simplemente confundir al usuario. Si te hago una pregunta en el siglo XXI, espero una respuesta en el siglo XXI. Imaginad que váis al cardiólogo y le preguntáís si lo que os va a aplicar es una terapia y os responde con referencia a los antiguos etruscos o al período Muromachi japonés. Evidentemente le pedirías que se deje de tonterías y que te conteste  con un ‘sí’ o con un ‘no’. Y en el caso de la terapia filosófica la única respuesta válida es un ‘no’.

Tácticas pseudocientíficas para una pseudociencia incipiente

Como bien nos ha enseñado la historia de la pseudociencia, cuando uno tiene una pseudoterapia que no ha probado efectividad tiene dos opciones, ambas presentes en la terapia filosófica.

1) La táctica de la pseudoenfermedad

Esta táctica consiste en inventarse una pseudoenfermedad que nuestra pseudoterapia va a pseudocurar. El psicoanálisis fue el campeón en su momento, y hoy en día tenemos casos como la acupuntura y sus desequilibrios en el kì, o de la quiropráctica y sus ‘subluxaciones’. Esta táctica puede llegar a ser muy peligrosa, dado que cuando la patologización es generalizada suele ser un rasgo típicamente sectario. Por ejemplo, la dianética de la cienciología y los ‘engramas’ o, no sectario pero sí religioso, la doctrina del pecado original.

Los terapeutas filosóficos se han prodigado en la invención de enfermedades. Dos ejemplos:

a) “La enfermedad filosófica resulta del fracaso de darle significado a una vida humana que actualmente obedece a las exigencias de un mundo espectacular, en el sentido de ‘espectáculo’, de show, de lo que tiene de virtualidad y de ficción –al estilo de Augé y de Lipovetsky –, allí se conforman sus kenodoxas (los deseos no-naturales y no-necesarios) y con ella sus sufrimientos.”4

Dejando de lado la verborrea posmoderna, lo que la señora Rayda Guzmán está queriendo decir es que todo aquello que ella define como “deseos no-naturales y no-necesarios” suponen sufrimiento. Y que todo aquel que los tenga tiene una “enfermedad filósófica”. Sea lo que sea que eso quiera decir. Y que ella lo cura previo pago, claro.

b) “Ese malestar que todos interiorizamos… mostrarlo como un malestar colectivo, no hay enfermedad individual, sino que lo que está enferma es la dinámica de nuestra sociedad…

¿Y si no queremos cambiar nada? ¿Si a uno le parece que ya está bien como está…?

…cuando nos ponemos en la actitud cómoda de “no, yo ya estoy bien…tengo para comer, tengo un nivel de vida adecuado”…nos decimos que nosotros queremos ser una máquina…eso demuestra nuestro vacío interno…”5

En este caso Nacho Bañeras dice que la sociedad está enferma. Y que esa enfermedad se transmite por medio del sistema educativo. Todos estamos enfermos de entrada, y cuando decimos que estamos bien y que tenemos un nivel de vida que nos satisface estamos mostrando un síntoma. Esta cita podría haber sido extraída del sermón de cualquier gurú de secta aleatorio.

2) La táctica del intrusismo profesional

Aquí ya jugamos realmente fuerte, y los terapeutas filosóficos, pese a que lo niegan vehementemente, se han prodigado también en esta táctica. Las capturas de pantalla adjuntas a este texto lo dejan bien claro. Depresión, trastornos de ansiedad, drogodependencias, problemas sexuales, etc…

Los trastornos mentales están descritos en el DSM-V , elaborado por la Asociación Estadounidense de Psiquiatría, y los médicos en el CIE-10, elaborado por la OMS. Los trastornos de ansiedad (7), la depresión (6), la drogodependencia (4), el TDAH (1), los trastornos sexuales (11), los adaptativos (15) o los de personalidad (16), están todos incluidos en el DSM-V —entre paréntesis el apartado en el que figuran. Su diagnóstico y tratamiento únicamente puede ser llevado a cabo por psicólogos sanitarios o clínicos, psiquiatras o médicos. Hacer supuestos actos médicos en estas afecciones supone intrusismo profesional sin matices, al tratarse de enfermedades descritas y contempladas por el sistema sanitario español.

Cabe mencionar que la ansiedad no es estrés, las fobias no son mero miedo o que la depresión no es sólo estar triste. Para estos trastornos, cuya etiología neurológica está bastante estudiada, hay una serie de criterios diagnósticos bien establecidos, así como terapias que han mostrado efectividad muy por encima del placebo.

HENRIK HDEZ.-VILLAESCUSA HISCH
Henrik Hdez-Villaescusa
Nacho Bañeras
Nacho Bañeras
Enric Carbó2
Enric Carbó

La constitución española, en su artículo número 35, establece la libertad de todos los ciudadanos para elegir la profesión que consideren oportuna. Pero, acto seguido, en el 36, establece una limitación: “La ley regulará las peculiaridades propias del régimen jurídico de los Colegios Profesionales y el ejercicio de las profesiones tituladas.” Es decir, usted puede elegir ser el profesional que desee, pero el estado regulará su actuación a través de los colegios profesionales. Cabe mencionar que los terapeutas filosóficos no pueden estar colegiados en colegios profesionales sanitarios, dado que no tienen la formación requerida y su actuación vulnera todos los códigos deontológicos sanitarios al no estar debidamente avalada. Más adelante me centraré en este tema con más detalle.

El código penal establece el castigo para el instrusismo profesional de este modo, en el apartado V, artículo 403: “El que ejerciere actos propios de una profesión sin poseer el correspondiente título académico expedido o reconocido en España de acuerdo con la legislación vigente, incurrirá en la pena de multa de seis a doce meses. Si la actividad profesional desarrollada exigiere un título oficial que acredite la capacitación necesaria y habilite legalmente para su ejercicio, y no se estuviere en posesión de dicho título, se impondrá la pena de multa de tres a cinco meses. Si el culpable, además, se atribuyese públicamente la cualidad de profesional amparada por el título referido, se le impondrá la pena de prisión de seis meses a dos años.”

Así que mucho cuidado con el instrusismo profesional, que es algo muy serio que puede llegar a estar penado con hasta 2 años de cárcel, y los terapeutas filosóficos caen en él continuamente según se desprende de sus anuncios.

Falta absoluta de garantías formativas

En contextos sanitarios no se busca que las relaciones entre el consumidor y aquel que oferta un servicio o producto se basen en la confianza informal. Al tratarse de un ámbito especialmente sensible en el que no hay margen de error, lo que se busca son garantías. Que el sistema sanitario garantice que el profesional sabe y hace lo que debe. Las garantías sanitarias se establecen de dos modos: (1) Las formativas mediante los requisitos académicos exigidos para poder colegiarse, y (2) las éticas regulando la actuación profesional mediante un código deontológico.

Respecto a las formativas, no hace falta remarcar demasiado que los grados y másters en filosofía no contienen absolutamente ningún crédito en formación para la práctica sanitaria. Los cursos de formación en terapia filosófica, además de lo anterior, no están avalados por ninguna institución oficial. No pasan los controles de la ANECA —en el caso español—, y no tienen ningún profesional sanitario entre el profesorado —entre otras cosas, porque les podría costar ser expulsados del colegio. En la actualidad hay varios ofertados, como el de Mónica Cavallé, que es online y basado en sus propias ideas. Se trata, al fin y al cabo, de un cursillo que avala ella misma y que, encima, es dado íntegramente por alguien con nula formación sanitaria.

También está el inverosímil caso del curso Cura Sui de Nacho Bañeras. Avalado por una tal Asociación de Filosofía Práctica de Cataluña, que, resulta, preside el propio Nacho —que, otra vez, se avala a sí mismo con toda una parafernalia de asociaciones—, y que no parece, dada su escueta y bastante poco conseguida web, tener más finalidad que la promoción del Cura Sui de Nacho Bañeras. Por si fuera poco, el curso, que dura la friolera de 3 años, tiene un profesorado que deja a cualquier pensador crítico al borde de las lágrimas: pseudoterapeutas bioenergéticos, quiroprácticos, psicoanalistas, filósofos, gente que hace eneagramas de personalidad, etc. Encima ofertan también cursos complementarios en trastornos de ansiedad y duelo patológico. No vaya a ser que en 3 años no se hayan dado suficientes patadas a la práctica sanitaria.

Luego están los másters propios de algunas universidades. Estos titulillos no son másters universitarios oficiales, reconocidos por el estado y regulados por la ANECA. Se trata simplemente de cursos que se dan dentro de universidades, normalmente financiados por dinero privado. Han sido tradicionalmente un coladero de pseudociencia, con temáticas tan vengonzantes como medicina tradicional china, reiki, psicoanálisis, homeopatía —pagado por Boiron, como no—, o acupuntura. En la actualidad ya no hay ningún máster de terapia filosófica en el mercado, gracias a Dios y a la presión social.

El resultado de este descontrol formativo nos lo ejemplifica Nacho en esta grandiosa frase: “…queremos que cada alumno pueda construir la suya (su propia filosofía aplicada), que a través de la formación el alumno pueda adquirir su propio punto de vista, su metodología de trabajo y su forma de intervención.”6 Los cursos, en general, buscan que cada cual acabe haciendo lo que le de la gana y que haga sus intervenciones como mejor le parezca. ¿La consecuencia directa? La filosofía terapéutica es, básicamente, dos personas cara a cara, una con problemas y la otra hablando en tono pausado y citando a Séneca —o ni eso, porque algunos cursos ni siquiera piden formación universitaria en filosofía. Ello hace que sea imposible testar la práctica en un ensayo clínico, dado que no hay, estrictamente hablando, ninguna técnica que testar.

Buscando en el surreal mundo de los terapeutas filosóficos uno puede encontrarse metodologías tan alucinantes como la de Enric Carbó. “Els meus filòsofs de capçalera per a l’assessorament són aquests clàssics: Heràclit, Parmènides, Sócrates, Plató, Aristòtil, Epicur, Epictet, Kant, Nietzsche i Wittgenstein, sense menystenir els demés clàssics. Altres autors contemporanis que de vegades m’acompanyen són: Agustín García Calvo, Josep Mª Fericgla, Antonio Escohotado, Eckhart Tolle, una mica de Freud i Jung, i sobre tot Ken Wilber i el seu model integral. També alguns autors orientals com Nisargadatta Maharaj, Ramana Maharshi, i els mestres Zen.”7

Para quien no hable catalán: este señor afirma estar seguro de que te puede ayudar a superar una drogodependencia, un trastorno de ansiedad o una depresión con unas hiperventilaciones de Josep Fericgla —un iluminado que encontró la sabiduría consumiendo ayahuasca en Ecuador—, citas de Parménides, un pelín de psicología transpersonal —una pseudociencia de manual—, algo de budismo y diáologo socrático. Genio y figura, hay que admitirlo.

La liga de la terapia filosófica. Psicología no regulada, eneagramas, coaching, interpretación de sueños, etc.
La liga de la terapia filosófica. Psicología no regulada, eneagramas, coaching, interpretación de sueños, etc.

Al final, la terapia filosófica ocupa el puesto que se merece, junto a otras pseudoterapias ofertadas por chamanes e iluminados de todo tipo. Sinceramente, no creo que nadie se tome la molestia de estudiar un grado en filosofía pensando en acabar codeándose con psicomagos o consteladores familiares.

Falta absoluta de garantías éticas

Ya he mencionado los códigos deontológicos. Estos códigos no son textos que unas cuantas personas hacen una tarde aburrida. Se trata de textos complejos, que recogen décadas de práctica sanitaria, y que tienen que ser aprobados por el estado y regulados por colegios oficiales. Los terapeutas filosóficos hacen gala de la más absoluta ignorancia —o pasotismo— acerca de los problemas que el código deontológico de la psicología trata de prevenir, y de su importancia. En general, desconocen la psicología contemporánea, confundiéndola continuamente con el psicoanálisis.

Cosas que dice el código deontológico de los psicólogos y que los terapeutas filosóficos no garantizan:

  • Respeto a los criterios morales y religiosos de los clientes.
  • No tratar a personas que no tengan nada que tratar, y derivarlos en caso de que la terapia no funcione.
  • Reconocer los límites de su competencia y las limitaciones de sus técnicas.
  • Estar cualificado para la tarea que desempeña —esto incluye conocer bien los riesgos a los que hace frente en la intervención, así como, por ejemplo, protocolos con suicidas o posibles enfermedades médicas relacionadas con trastornos mentales.
  • No utilizar medios o procedimientos que no se hallen suficientemente contrastados, dentro de los límites del conocimiento científico vigente —ojo con este punto, dado que no sólo incluye a las terapias, sino a todas las técnicas que emplee.
  • Obligación de guardar el secreto profesional.

Hay un punto que resulta especialmente relevante en el caso de la terapia filosófica, el 25: “En cualquier caso, se evitará la manipulación de las personas y se tenderá hacia el logro de su desarrollo y autonomía.” Este punto regula la sugestión o la generación de falsos recuerdos en los clientes. Un psicólogo sanitario jamás puede influenciar más allá de los datos científicos la toma de decisiones de su cliente —por ejemplo, si tiene que divorciarse o dejar su trabajo—, ni generar dependencia en su relación. Este riesgo es evidente en la terapia filosófica, dado que cada cual hace lo que le apetece y maneja una filosofía diferente. Además, se centra en la toma de decisiones de forma explícita.

Sócrates
Inicio del diálogo del Menón. Nótese la autonomía del razonamiento del esclavo…

Ellos suelen alegar que lo que hacen es “diálogo socrático”, y que dicha práctica no constituye manipulación. Cabe decir que los textos platónicos en los que tienen lugar diálogos socráticos son también llamados ‘aporéticos’, porque acaban a ‘aporías’. Terminan con Sócrates diciendo que ya mañana seguirán, y no llegan a ninguna conclusión. ¿Por qué? Porque el diálogo sin ninguna guía, basado en preguntas aleatorias, es pura cháchara que no lleva a nada. El mejor ejemplo de diálogo socrático suele ser uno que aparece en el Menón, en el cual Sócrates supuestamente logra que un esclavo enuncie el teorema de Pitágoras razonando por sí mismo —muy supuestamente de hecho, porque, a tenor de las nada realistas respuestas del esclavo, el diálogo es más falso que una moneda de 7 euros con la cara del pato Lucas.

Pero tiene trampa, porque este pasaje no es un ejemplo real del diálogo socrático que dicen practicar los terapeutas filosóficos. Sócrates ya sabe la respuesta a la que tiene que llegar el esclavo y lo sugestiona de forma evidente, haciéndole creer al final que ha sido él solo quien ha llegado a la respuesta; cuando el propio Sócrates ha conducido en todo momento el razonamiento. Por ello, el peligro de manipulación en la terapia filosófica es extremadamente alto. Si me apuran, diría incluso que es imposible de evitar.

Código Rayda
Rayda: un alma libre, una outsider entre outsiders.

Ante esta situación de falta de garantías éticas los terapeutas filosóficos han optado por lo esperable dado el carácter engañoso que su práctica ha tenido desde el comienzo: impostar códigos deontológicos. Ahí tenemos el ejemplo de la lista de normas éticas del APPA —que es una asociación, que no colegio ni nada parecido, presidida por Marinoff. El código no es oficial, es de Estados Unidos, es muy malo y repetitivo, y encima adscribirse al mismo es violarlo, ya que sólo se dice aplicar a los miembros del APPA —para lo cual hay que haber hecho sus cursos. Hay casos aún más alocados, como el de la señora Rayda Guzmán que ha decidido crear el suyo propio. Así, sin más.

¿Cómo se hacen bien las cosas?

Cosas bien

Para hacer bien las cosas habría que: (1) Si uno sospecha que determinadas técnicas filosóficas pueden ayudar en determinados trastornos mentales, generar una hipótesis de trabajo. (2) Elucidar la hipótesis, es decir, dejar bien claro de qué técnicas estamos hablando y qué significan nuestros términos. (3) Analizar que nuestra hipótesis es congruente, tanto internamente —que no tiene contradicciones internas— como externamente —que casa con el conocimiento científico del que disponemos, dado que en caso de no serlo debemos empezar por ahí. (4) Contrastar empíricamente nuestra hipótesis en un ensayo clínico controlado y bien ejecutado —opinión personal: si hemos llegado a este punto con éxito y no tenemos la terapia cognitiva de Beck, pierdo mil euros. (5) Analizar el coste-beneficio de la inversión económica de poner la terapia en marcha, y de sus efectos secundarios. (6) Ponerla en práctica de forma regulada y ofreciendo las garantías que proceda ofrecer.

Conclusiones

La gente tiene derecho al mejor tratamiento posible. Y el sistema sanitario español, que es uno de los mejores del mundo, tiene mecanismos para garantizarlo. ¿El sistema sanitario es perfecto? Evidentemente no lo es. Pero lo que hay que hacer es valorarlo y esforzarnos por mejorarlo —incluidos criterios diagnósticos y descripciones etiológicas mejorables que seguro saldrán en el debate acerca de este texto—, no tirarlo por la ventana y volver a los oscuros tiempos del curandero y el chamán. En las facultades de filosofía podemos discutir de todo y generar todas las intrigas palaciegas que nos de la gana, pero en contextos sanitarios sólo vale lo que funciona, porque estamos hablando de la salud de la gente y con eso no se juega.

Como conclusiones concretas extraigo cinco:

  • La terapia filosófica tiene una gran cantidad de ambigüedades que la convierten casi en un término vacío.
  • Su validez como —siendo muy generosos con el término— ‘técnica’ no tiene ningún respaldo empírico.
  • Puede suponer intrusismo profesional.
  • No proporciona garantías a sus usuarios.
  • Pese a lo que digan sus practicantes, es una falta de respeto a la filosofía al rebajarla al fango de la pseudociencia.

Quisiera acabar con una cita de Kant, uno de los filósofos que más respeto y que es continuamente citado por los terapeutas filosóficos. ¡Ay! Si levantara la cabeza y viera cómo se tergiversan sus ideas…

“Muchos, y precisamente los más experimentados en el uso de la razón, acaban por sentir —sean lo bastante sinceros para confesarlo— cierto grado de misología u odio a la razón, porque, computando todas las ventajas que sacan… encuentran, sin embargo, que se han echado encima más penas y dolores que felicidad hayan podido ganar”8

Por Angelo Fasce

1 Marinoff, Lou (2000) Más Platón y menos prozac, Barcelona: Ediciones B.
2 http://www.esfilosofia.com/practica-filosofica/asesoramiento-filosofico/
3 http://www.comteruel.org/documentos/ManualdeEtica.pdf
4 https://raydaguzman.files.wordpress.com/2013/04/la-enfermedad-filosc3b3fica.pdf
5 http://www.rtve.es/alacarta/videos/para-todos-la-2/para-todos-2-entrevista-nacho-baneras-terapia-filosofica/2486409/
6 http://filosofiahoy.es/index.php/mod.pags/mem.detalle/relcategoria.4212/idpag.7074/v_mem.listado/regini.20/chk.117830e833ae113372123cab160fc5fe.html
7 http://www.filo.cat/lassessorament-filosofic/la-consulta-da-f/
8 http://pmrb.net/books/kantfund/fund_metaf_costumbres_vD.pdf

48 comentarios en “Terapia Filosófica: la filosofía como pseudociencia

  1. Me siento muy honrado que a la hora de lanzar su ataque contra el Asesoramiento Filosófico en España me haya incluido en sus críticas; pensaba que mi rincón en la web era más pequeño e inofensivo.
    Debo decir sin embargo que no me reconozco en sus dos críticas explícitas a mi. En otras palabras: que no veo la relación entre mi trabajo y lo que Vd está criticando, que se supone que es mi trabajo.
    Por eso le pido -en aras del rigor filosófico que ambos compartimos- que fundamente mejor sus acusaciones para evitar la falacia del straw man.
    Cuando Vd dice
    «los terapeutas filosóficos no pueden estar colegiados en colegios profesionales sanitarios, dado que no tienen la formación requerida y su actuación vulnera todos los códigos deontológicos sanitarios al no estar debidamente avalada»
    estaría totalmente de acuerdo con Vd si hubiera escrito el condicional “vulneraría”. Dado que lo escribe en presente de indicativo, está dando por hecho algo de lo que yo no he visto que Vd aporte la prueba: quien, cuando y donde.

    Si vamos más concretamente a mi caso particular, ya que he tenido el honor que me incluya en su ataque, cuando Vd dice
    «Hacer supuestos actos médicos en estas afecciones supone intrusismo profesional sin matices, al tratarse de enfermedades descritas y contempladas por el sistema sanitario español»
    y después incluye mi texto
    «Molts afers poden ser tractats filosòficament, no hi ha qüestions tabú. Qüestions sobre relacions, sentiments, decisions, conflictes familiars, amor i amistat, dilemes personals o professionals, creences, problemes morals o ètics que inclouen sexe o abús de substàncies, la recerca de sentit, la pròpia identitat… pots sentir-te lliure de debatre’ls obertament, sense ser jutjat, dintre d’un marc filosòfic i objectiu.»
    Me gustaría que me indicara a) qué acto médico esoy realizando y b) qué enfermedad del sistema sanitario español estoy tratando cuando un cliente me paga para que hablemos de “relaciones, sentimientos, decisiones, etc”. Pues no solamente no me había percatado de que realizo actos médicos con enfermedades descritas, sinó que en otra parte de mi web trato de diferenciar claramente el Asesoramiento Filosófico de lo que hace la terapia entendida como “tratamiento de una patología que ha sido diagnosticada y que hay que curar para restablecer la normalidad perdida”; algo que ya aprendí con mis maestras Mónica Cavallé y Rayda Guzman.

    Respecto de su segundo ataque, cuando Vd dice
    Buscando en el surreal mundo de los terapeutas filosóficos uno puede encontrarse metodologías tan alucinantes como la de Enric Carbó. “Els meus filòsofs de capçalera per a l’assessorament són aquests clàssics: Heràclit…»
    Deberia Vd fundamentar cómo de tener “fillòsofs de capçalera” (es decir, mis filósofos favoritos; estoy seguro que Vd también tiene sus preferencias) se pasa a “encontrar una metodología”. Parece que Vd mantiene que tener filósofos favoritos constituyese ya una metodología, y me sorprende porque ni yo mismo sabía que mi trabajo tuviera una metodología (y además «alucinante»), puesto que en mi misma página web digo que no tengo más metodología que el diálogo.
    Lo que más me ha honrado de su segundo ataque, sin embargo, es cuando Vd escribe nada menos que
    «Para quien no hable catalán: este señor afirma que te cura una drogodependencia o un problema sexual con un poquito de Wittgenstein…»
    Supongo que se habrá quedado impresionado con eso de que yo curo drogodependencias y problemas sexuales. Yo también me he quedado impresionado. No sabía yo que tuviera semejante poder. Lo que Vd debería probar es en donde afirmo yo que curo drogodependencias y problemas sexuales. En mi página web yo solamente digo que *hablo* sobre estos temas. Si le interesa, le puedo pasar referencias de antiguos consultantes que en su reto de superar su alcoholismo dijeron beneficiarse del diálogo conmigo. Le juro por Luciano de Samosata que yo no les curé, yo solamente hablé con ellos.
    Le agradezco que haya difundido mi trabajo y la oportunidad de afinar la crítica y la defensa del Asesoramiento Filosófico.

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    1. Si te he incluido en la crítica es porque tu web y la de Nacho Bañeras son las más explícitas. Digamos que Mónica y Rayda son más ‘eróticas’ y vosotros más ‘pornográficos’.

      1) Efectivamente, cuando escribí el texto sopesé si era mejor escribir dicho condicional o afirmar que lo que hacéis siempre vulnera el código deontológico. Tras reflexionarlo me decidí por afirmar lo segundo. ¿Por qué? Porque los diagnósticos son ya actos médicos. Como me dijo Mónica cuando hablamos, vosotros elegís si la persona necesita ser ‘derivada’ a un psicólogo o no. Ello ya supone un juicio de valor para el cual no estáis capacitados.

      Además, los profesionales sanitarios nunca pueden utilizar terapias o herramientas no contrastadas -incluso cuando su actuación no es propiamente una terapia-, con lo cual vuestra práctica siempre vulnera el código al no estar avalada por ningún estudio. Y no necesito pruebas para afirmar esto. Lo vulneráis por definición.

      2) Me refiero a los “problemes morals o ètics que inclouen sexe o abús de substàncies”. Aunque, tienes razón, la frase no es suficientemente contundente. Ya la he sustituído por otra más dura de tu web. Había sido muy blando yo. En esta nueva sí presentas explícitamente lo que haces como un complemento -terapia complementaria- para los tratamientos de la depresión y los trastornos de ansiedad. Una complemento terapéutico es también un acto médico, al suponer que tiene un valor añadido. Un valor añadido que no está contrastado con ningún estudio, pudiendo ser, incluso, contraproducente. Porque nadie sabe a ciencia cierta lo que haces en tu ‘consulta’.

      Respecto a la diferencia que dices trazar con la psicoterapia, que entiendo te refieres a esto: http://www.filo.cat/lassessorament-filosofic/relacio-de-la-f-i-la-terapia/, te equivocas. No es realmente con la psicoterapia. Lo que describes en esa tabla es psicoanálisis. Y encima acabas con la grandiosa frase: “Cal afegir, però, que moltes de les psicoteràpies actuals (psicodinàmiques, existencials, humanistes, transpersonals, antipsiquiatria…) ja no mantenen un esquema clínic tan rígid com aquest precisament perquè a les seves perspectives han incorporat l’aspecte filosòfic.”

      Lo que enumeras ahí son pseudopsicoterapias que no están avaladas por ningún estudio. De hecho, algunas son pseudociencias de manual. Evidentemente, en el reino de los ciegos el tuerto es el rey, y, no sé, quizás hasta sea menos dañino que alguien caiga en vuestras manos que en las de un pseudopsicoterapeuta transpersonal. Pero no, no trazas una separación con la psicología científica.

      Por si fuera poco, en esa misma página, dices que: “L’A.F no és una psicoteràpia, tanmateix pot tenir efectes terapèutics per la transformació i eradicació del sofriment inútil que sempre acompanyen la comprensió filosòfica.
      A.F. i psicoteràpia no són lluny un de l’altra, poden ser complementaris i beneficiar-se mútuament. Encara que l’A.F. va dirigit als “sans” i no als “malalts”, un consultant que està rebent psicoteràpia pot completar el seu procés amb l’A.F. incidint amb aspectes en els que la psicoteràpia no hi entra.”

      Vamos a ver. (1) Si tiene efectos terapeuticos es una terapia. (2) Aquello de que la filosofía tiene “efectes terapèutics per la transformació i eradicació del sofriment inútil” lo tienes que probar. (3) Si la psicoterapia y lo que tú haces se complementan y benefician también lo tienes que probar. (4) Tú no tratas a sólo a gente ‘sana’. Aquí dices claramente que tratas también a gente con trastornos mentales. Eso es un acto médico. Y es intrusismo. Punto.

      3) A esos autores no los presentas como tus autores de cabecera en general. No vengas a confundir al personal Enric. Los presentas como “Els meus filòsofs de capçalera per a l’assessorament”. Es decir, son los que usas en tu ‘consulta’. En la que tratas a gente con trastornos mentales con técnicas que a saber cuáles son, sin capacitación alguna y sin garantías éticas. (http://www.filo.cat/lassessorament-filosofic/la-consulta-da-f/).

      Efectivamente, esa expresión -la de que ‘curas’ drogodependencias y problemas sexuales- es una imprecisión mía. El término es, no tanto erróneo, sino un poco fuerte. No porque no te creas con la capacitación y la habilitación legal de hacerlo. Cosa que acabas de demostrar en tu comentario. Sino porque dices ayudar a la curación como un complemento, y no tanto curar por ti mismo. De hecho, cambio la expresión por otra. Pero vamos, a efectos legales y éticos es lo mismo.

      Y no tienes nada que agradecer hombre. Si yo lo hago porque me gusta hacerlo. De hecho, ojalá que se coloque esto bien alto en google para promocionar todavía más tu trabajo y se entere toda la gente posible de lo que hacéis. Nada me haría más feliz.

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  2. Hola Angelo! Gracias por tu artículo. Está claro que a la Filosofía la quieren desaparecer a toda costa de España. No me extrañaría que se intentara meter en prisión a las personas que estimulas a otras a desarrollar el pensameinto crítico. Una sociedad que piense no interesa.
    Te escribo desde Copenhagen donde ahora estoy haciendo mi maestría en Filosofía de la mente y Fenomenología. Te cuento que los filósofos estan ya trabajando en conjunto con Neurólogos y Psicólogos en diferentes hospitales de Dinamarca.
    Un abrazo.

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  3. Comparto la opinión anterior. Ahora resulta que quienes invitan a ejercitar el pensamiento crítico, y eso es lo que se hace en una consulta filosófica, hacen pseudociencia.
    ¿Desde cuándo examinar nuestras ideas es un acto médico?
    Según tú, si ese examen nos transforma (¿cómo no nos va a transformar modificar las ideas que nos guían en el vivir?), ya lo convierte en un acto médico. Vaya conclusión. Todo un ejemplo de rigor argumentativo.

    La práctica filosófica no es lo que tú dices que es: una actividad «sanitaria». ¿No te parece significativo que solo tú opines eso? Es una invitación a llevar la reflexión filosófica a la vida cotidiana.

    Saludos.

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  4. Ahora resulta que yo, que soy filósofo y me dedico a ello, quiero reventar la filosofía desde dentro. Cual caballo de Troya. De verdad que a veces tenéis unos argumentos con los que uno no sabe si reír o llorar.

    El primero que reivindica el pensamiento crítico soy yo. Tener una web como esta y mantenerla activa me parece suficiente prueba de ello. Pero, y esto es importante entenderlo bien, el pensamiento crítico es pensamiento crítico siempre. No sólo cuando lo que sale tras analizar una idea o práctica es lo que uno quiere.

    Todo lo que he dicho lo he argumentado minuciosamente. Con pruebas, citas y capturas de pantalla. Si tenéis argumentos en contra los podemos discutir siempre. Para eso aquí se puede comentar todo sin criba alguna, y doy mi email. Hasta mi teléfono os doy si queréis. Pero si lo que tenéis es negar la evidencia porque sí, falacias de hombre de paja, o victimismo y acusarme de ser un vil reaccionario que quiere meter a la cárcel a estos pobres héroes disidentes que incumplen los estándares mínimos del sistema sanitario… si lo que tenéis es sólo eso, no tenemos nada que hablar.

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    1. Angelo Fasce. Muchas gracias por existir y por tu trabajo. Yo soy un mediocre intelectual, pero con el suficiente criterio para vislumbrar la deriva de esta sociedad, que bien carente está de pensamiento crítico. He llegado a tu blog de casualidad buscando los peligros de la pseudoterapia Gestalt y otras, (he sufrido mucho a causa de una pareja que se metio en ese rollo mierder new age, al final no he sacado en claro si era una sociópata ya de antes o si fue la seudoterapia la que la transformó). El caso es que, de todos los artículos de internet en castellano que he leido el tuyo ha sido el mejor. Luego he empezado a seguirte y a compartir las entradas de tu blog.

      Haces una gran labor social, un servicio público. Debiera ser obligación del Estado regular o mejor dicho prohibir toda esta suerte de mierdaterapias que destruyen la singularidad de las personas y las convierten en sometidos (aunque todos tienen la ilusión de ser libres y auténticos). El estado debería subvencionar iniciativas como la tuya y no «talleres de mandalas con sangre menstrual» como he llegado a ver en centros cívicos.

      En serio, leerte es un placer. De hecho y salvando las diferencias me has traido recuerdos de cuando apenas tenía 15 o 16 y leía a Perez Reverte en El Pais. Me encanta tu estilo crudo y mordaz, legitimo con la realidad.

      Gracias, muchísimas gracias de corazón.

      (PD: perdón por cualquier errata e incorrección, soy un mediocre intelectual y sin tiempo para repasar lo escrito)

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  5. ¡Caramba! En casi 30 años de carrera no había visto una argumentación tan débil y desordenada, y eso que la alocada soy yo. Los códigos deontológicos no se inventan, se elaboran siguiendo ciertos principios, es el caso del mío. Los filósofos que nos dedicamos a la prácica somos filósofos no terapeutas, y podemos hablar abiertamente de los problemas que asedian al alma humana. Te recomiendo el Prólogo de Humano, demasiado humano, para ilustrarte. Tampoco una relectura de Wittgenstein va mal. No se valen las falacias ad hominen o a la autoridad si el argumento es bueno. Puedo corregirte metodológicamente este pretencioso panfleto pero cobro por eso. Un gran saludo y gracias por hacernos publicidad…

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    1. No deja de ser curioso -he de admitir que incluso he soltado una risa- que vengas a predicar que “Los códigos deontológicos no se inventan, se elaboran siguiendo ciertos principios”, habiéndote inventado el tuyo propio por la cara. Los códigos deontológicos no son lo que mejor le parece a señora Rayda Guzmán, son documentos aprobados por el estado y fruto del trabajo conjunto de muchos profesionales durante décadas.

      Por lo demás… muy flojito lo tuyo Rayda. Tampoco esperaba más, pero este ha sido un comentario bastante lamentable. De prepotencia muy muy barata.

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  6. Siento curiosidad por saber la opinión que tiene de Oscar Brenifier. Además de impartir clases por todo el mundo sobre pensamiento crítico en niños y adolescentes (además de adultos), también da un taller de «consulta filosófica» que no sé si encuadrarlo como pseudociencia o no según sus criterios.

    ¿Qué opina?

    http://www.pratiques-philosophiques.fr/la-pratique/?lang=es

    http://www.pratiques-philosophiques.fr/videos/consultations/?lang=es

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    1. A ver, lo de la filosofía con niños puede estar bien, o puede ser horrible. Todo depende de cómo se enfoque la cosa. Yo nunca apoyaré que se les manipule, y, sinceramente, muchos filósofos no tienen mi confianza. No la tienen porque ‘filósofo’ es un término que significa muy poco, casi nada.

      Ahora, si es enseñarles a localizar falacias y tal, perfecto. Porque hay un componente objetivo. Pero lo del control de las emociones, lo de la respuesta a la grandes preguntas o lo de la guía espiritual, mejor les dejamos que lo decidan ellos en su momento, o que les ayuden profesionales de verdad en la materia. De todos modos, yo sería más partidario de que la filosofía (ética, filosofía de la ciencia, pensamiento crítico y demás) se impartiera ya con los chavales más maduros, en lugar de con niños. Me parece bastante más útil.

      Y lo del señor Brenifier… pues me parece una masturbación mental. Especialmente lo que hace en su consulta, donde llegas con un problema y, en lugar de clarificarlo y darte herramientas contrastadas para solucionarlo, sales más liado que al principio. No veo ninguna ventaja a la filosofía (y ningún estudio me refuta) para solucionar los problemas de la gente en este sentido.

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      1. Tuve la fortuna (o la desgracia) de ir a un taller de este señor y aunque he de reconocer que aprendí cosas interesantes (sobre todo en su trato con los niños), no me gustaron mucho las maneras ásperas y maleducadas de Brenifier con los asistentes adultos. Dudo todavía si es que hacía un poco el rol de Sócrates/Diógenes/Raspudín o si es así de verdad xD

        Sobre adolescentes y niños, creo (como este señor) que desde muy pequeños es importantes inculacarles el pensar críticamente, el pensar en el porqué de las cosas para que sean más autónomos. Otra tema es en el sistema educativo, que como usted dice hasta secundaria no deben verse temas éticos, lógicos y pensamiento crítico. Sólo ya poco antes de entrar a la universidad veo interesante estudiar la historia del pensamiento y meterse en harinas metafísicas, epistemológicas, etc.

        Pero respecto al papel de la filosofía en la salud de una persona, yo no veo inconveniente alguno a la consulta filosófica. La salud se define como el bienestar físico, mental y emocional; y si una persona padece de depresión o angustia existencial, tal vez la filosofía pueda ayudarle a vencer esos miedos, tristezas o inquietudes. No he leído el libro «Más Platón y menos prozac» (que usted critica duramente), pero creo que la filosofía sí es un buen complemento para una vida más saludable. Savater la define como una herramienta para saber qué cosas son importantes de las que no, y en mi experiencia y opinión, en casos leves de depresión el papel de un psicólogo no tiene que diferir tanto del de un filósofo con ganas de conversar. Siempre como una terapia complementaria, no sustitutiva de nada; del mismo modo que ante una dolencia muscular o articular, el masaje complementa a los antiinflamatorios.

        Aunque luego uno ve a Nietzsche con su locura, Schopenhauer con su misoginia recalcitrante, Kierkegaard con su depresión aguda… y entonces ya no lo tiene tan claro xD

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    2. En salud todo son estudios serios. Hasta que no tienes eso, no tienes nada. Un buen estudio inicial podría ser la incidencia de trastornos de ansiedad y depresión entre filósofos. Si lo que pensáis es cierto, la tasa debe ser sorprendentemente baja. Un segundo estudio ha de probar lo que dices sobre «si una persona padece de depresión o angustia existencial, tal vez la filosofía pueda ayudarle a vencer esos miedos…Siempre como una terapia complementaria». Eso es sencillo de comprobar, y hasta que no lo hagas no es más que una hipótesis. Aplicar esa terapia sin contrastarla es una magufería y una falta absoluta de ética. Es un delito, de hecho.

      Y, por lo demás, déjame decirte que tu opinión, la mía, la de Savater o la de Obama da exactamente lo mismo respecto a la efectividad o no de un tratamiento. Las opiniones son sesgadas, ignorantes y mentirosas. Tráeme un estudio serio, no me traigas opiniones.

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      1. Si busca certeza casi total en su conocimiento, es obvio que requiere de evidencia científica. Eso es indiscutible, y sí, la palabra «terapia» como tal está mal empleada y puede dar lugar a engaño, siendo incluso constitutivo de delito.

        No conozco a nadie de los que ha citado, ni a fondo el caso de Brenifier, pero si lo venden como cura a males es obvio que son fraudulentos. Otra cosa es que hablen de «apoyo», «asistencia» o «ayuda» para crecer y mejorar como personas. Pero sí, es tan relativo e indefinido el término que dudo mucho que atraiga a alguien a dejar algo de su bolsillo en el proceso xD

        Lo cual saca a la palestra (en el caso de Brenifier), si tanto empeño muestra en ejercer la mayeútica al más puro estilo socrático… ¿porqué cobra por el servicio, sabiendo que el antiguo griego no lo hacía? ¿Es ético cobrar por filosofar dialécticamente? ¿Máxime cuando filosofar es algo pura y esencialmente humano? No sé, yo lo veo como si pincho en la bici, se para otro ciclista a ayudarme y luego pretende cobrarme :-/

        No obstante sigo creyendo que la filosofía sí puede aportarnos mucho para enfrentar la vida, el dolor o sencillamente entender lo verdaderamente importante. No tiene porque creerme lo que digo, ya que es científicamente imposible… como la mayoría de lo que sabemos o creemos saber 🙂

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  7. Estimado Angelo,

    Te agradezco sinceramente el tiempo que has empleado en este tema. Sin embargo adelanto ya que no estoy de acuerdo con tu planteamiento. Pese a ser uno de tus colegas filósofos que está empezando -capto tu indirecta- intentaré organizar mi argumentación para que nadie me eche la bronca.

    Tan sólo haré una apreciación sobre tu introducción y es que deberías comentar que este artículo es fruto de una “comunicación” en las jornadas sobre posibles salidas profesionales de la filosofía que tuvo lugar en la uv, las demás apreciaciones sobre la introducción no son relevantes para el tema que nos ocupa. Así mismo, con tal de ser claro, resumiré y me saltaré algunas de mis otras apreciaciones sobre el artículo en general.

    El tema, o mejor dicho los temas que nos conciernen no son otros que el estatuto, los fundamentos, la normativización y las implicaciones morales de la práctica de eso que todavía no sabemos bien como llamar. En todo caso, me referiré a ello como “asesoramiento filosófico” de ahora en adelante.

    Mi contestación se divide en dos partes, en la primera te intentaré hacer ver el error que cometes al ver el asesoramiento filosófico como una “terapia”, en la segunda hablaré sobre la necesidad de una regularización de la disciplina. Sin más dilación, ¡empecemos!

    ¿Por qué asesoramiento filosófico? No estoy del todo de acuerdo con el término, por motivos que en estas mismas jornadas se comentaron. Sin embargo, lo estoy aún menos con el de terapia y es justamente aquí donde reside el problema de tu planteamiento.

    ¿Por qué no usaré el término terapia? Pues bien, una terapia es una técnica o tratamiento de las enfermedades. ¿Existen enfermedades filosóficas? La respuesta es obvia. No. Ahora bien, ¿existen problemas filosóficos? O para expresarlo con mayor precisión ¿existen problemas que deba tratar el asesoramiento filosófico? La respuesta en este caso es sí.

    Para ilustrar esto parafrasearé una idea explicada por Kant en su prólogo de la “Fundamentación de la metafísica de las costumbres”. Animo a mis lectores a que no se fíen de mí y vayan al propio libro para comprobar la veracidad de mis palabras.

    La idea no es otra que la siguiente. Kant dividía la filosofía en lo material o en lo formal y dentro de lo material nuevamente hace otra división entre la naturaleza o la libertad. Ésta es la distinción que me importa. El campo que tiene como objeto de estudio las leyes de la naturaleza trataría lo fenoménico. En cambio, el campo que tiene como objeto de estudio las leyes de la libertad trataría lo nouménico.

    ¿A dónde quiero ir a parar con esto? Bien, en el tema que nos ocupa a estas alturas de mi texto es saber si existen problemas filosóficos. Está claro que si hablamos de lo físico nos encontramos con ciertos problemas como puede ser un cáncer en lo corporal o una depresión en lo psicológico. Estas dos efectivamente son enfermedades y me parece disparatado que las pueda tratar un asesor filosófico. El “asesor” que lo haga no entiende que es el asesoramiento filosófico y no es realmente un asesor filosófico.

    ¿Qué trata entonces un asesor filosófico? Pues en esta clasificación Kantiana, el problema de la libertad. La ética y/u otros problemas existenciales que se encuentran en este ámbito de la libertad son su campo de acción. Un asesor no trata depresiones sino que lo que busca es, al igual que Sócrates con su mayéutica, hacer parir a su interlocutor, que exprese sus creencias más profundas para entender su posición en la vida, su actitud frente a la vida. El objetivo del asesor no es otro sino el de hacer pensar críticamente a su interlocutor sobre las creencias que ha expresado, sobre esa actitud global frente a la vida. El interlocutor acaba cuestionándose su propia actitud frente a la vida, su posición vital, su forma de ser. De ahí entiendo que muchos asesores busquen captar “clientes” por algunos de sus problemas (divorcios por ejemplo). Lo que buscan no es solucionar el divorcio, lo que buscan es tirar del hilo de ese problema para acabar llegando a esa actitud global del individuo.

    Como creo ha quedado claro lo que estoy intentando mostrar es que el asesoramiento filosófico no se mueve en la dimensión de lo físico, o para que nos entendamos: el asesoramiento filosófico no se mueve en el ámbito de lo clínico.

    Podrías rebatirme que yo no he demostrado de ninguna manera lo que digo. Cierto es. Ahora bien, ¿cómo puedo demostrar yo que el asesoramiento filosófico no trata la esquizofrenia o la depresión? Empíricamente tan solo me quedaría recurrir a los casos publicitados y estudiados pero esto no nos llevaría a ningún lado.

    ¿Por qué no nos llevaría a ningún lado? Pues bien, lo primero que deberías hacer es dar evidencias empíricas (tú) de que la filosofía terapéutica trata enfermedades psicológicas y sintiéndolo mucho, unas capturas de pantalla a un anuncio de una página web (que además sacas de contexto y tergiversas como he dejado caer más arriba) no son una evidencia empírica suficiente para derivar con validez esa afirmación, es un argumento falaz vaya. ¿Qué deberías hacer? Deberías investigar casos publicitados y demostrar que tratan problemas psicológicos. Deberías entrar en diálogo con los consultantes que han pasado por el asesoramiento filosófico. Deberías pasar por una consulta. Deberías tener un método riguroso más allá de unas capturas de pantallas, pues mientras tu investigación se reduzca a estas tus afirmaciones no tienen fundamento.

    Nota a pie de página: Hay bastantes casos publicitados pero considero que son pocos y el colectivo de asesores debería hacer el esfuerzo de publicitar más casos con tal de que esto abriera el espacio de discusión que diera lugar a una posterior regularización de la actividad que, adelanto ya, es necesaria.

    Retomo el hilo, ¿Por qué no nos llevaría a ningún lado? Pues bien, si encontrases casos que invaden el contexto clínico (que es probable) yo simplemente me limitaría a decir: esos son “pseudoasesores filosóficos”, no están haciendo un buen asesoramiento filosófico (como también he dejado caer ahí arriba).

    ¿Cómo podrías llegar a covencerme? Pues tan sólo te quedan tres líneas de acción según lo veo yo.
    La primera consistiría en rebatir la clasificación que introducía de la mano de Kant, pues es mi premisa principal y sin ella toda mi argumentación se vendría abajo, sin embargo lo veo complicado.

    La segunda sería decirme que el asesoramiento filosófico o bien no está capacitado para tratar sobre los problemas de la libertad o bien no debe tratarlos. Teniendo en cuenta que se trata de filosofía aplicada como una forma de ayuda al individuo mediante la potenciación de su propio pensamiento crítico lo veo complicado también. Podemos profundizar más si quieres en esta línea pero intuyo que esto nos llevaría a cuestionarnos los propios fundamentos de la filosofía, tema más que pensado por la filosofía y en el cual no creo que yo vaya a dar ningún “golpe”.
    De todas formas deberías demostrar que la filosofía no tiene un campo específico de acción, el ámbito de las cuestiones existenciales, o que su método, el diálogo socrático, no es válido para este campo.

    La tercera vía es seguro la que ya tienes en mente, a punto de salir por esos dedos, últimamente, tan punzantes. Esta vía no es otra que la de justificar que el asesoramiento no debe inmiscuirse en el “campo de la psicología” pero para ello deberías primero jugar en la otra vía y demostrar que no está capacitado o que la psicología y sus métodos lo están más.

    Mi contestación si jugamos en este campo –en el que por cierto no soy ni de lejos un experto- sería que efectivamente la psicología fugazmente jugó en el campo de la libertad y ocupó este espacio. ¡Pero esa no es la situación actual! Desgraciadamente la psicología se ha visto reducida a la neurología, al campo de juego de lo físico dejando así libre el espacio de la libertad.

    Por aquí sí, podrías jugar cuanto quisieras porque es tu campo y, tal vez, esto me llevaría a cambiar de parecer. Ahora bien, si no recuerdo mal tienes un máster en neurociencias y no en psicología.

    Éstas son, sin duda alguna, las discusiones que hoy en día tocan (y me refiero a las dos vías anteriores). Creo que ni psicólogos ni filósofos asesores deberían eludirlas pues es en éstas discusiones donde verdaderamente se juega el asesoramiento filosófico su estatuto. Mi opinión al respecto ha quedado bastante clara pues mediante la distinción Kantiana y mi apreciación sobre el estado actual de la psicología queda bastante claro que el asesoramiento filosófico debe ocupar y ocupará el espacio de la libertad. ¿O no?

    Pues aún queda un elemento a tener en cuenta. Deberá pelearse con otras disciplinas como el psicoanálisis. Éste tipo de proceso lo ha visto ya la filosofía en estos últimos siglos con la antropología y la sociología. Empero, ésta vez le tocará a la filosofía mucho más cerca.

    Sin embargo, no daré tampoco ningún golpe en el asunto pues no soy psicoanalista ni asesor filosófico, soy un simple estudiante de filosofía que cursa su segundo año de Grado. Dejo pues estas discusiones en manos de quien deben estar: asesores, psicólogos etc.

    La premisa principal de tu argumentación era que el asesoramiento filosófico es una terapia clínica, desmontada esta premisa queda invalidada toda tu argumentación. Sin embargo no me atrevo a negar que hayas hecho algunas contribuciones al tema que nos concierne. Por lo tanto, si no te has cansado ya de leerme, proseguiré.
    ¿Dónde has dado en el clavo? En el tema de las garantías y la consecuente necesidad de la regularización del asesoramiento filosófico, ¡Chapeau!

    Para que no nos perdamos, en este segundo apartado del texto voy a tratar muy brevemente los siguientes puntos: el método, el código deontológico y la formación. ¡Pero no daré ningún golpe pues no es mi campo!

    En cuanto al método. No puedo empezar sin remarcar nuevamente tu error pues sino, no avanzaremos. Según tu premisa el asesoramiento filosófico debe demostrar la validez de su método. ¿Cómo se demuestra? Bueno, como tú lo incluías en el ámbito de lo físico (de lo clínico) esto tenía como consecuencia que el método tenía que estar validado científicamente mediante el doble ciego y el efecto placebo. ¿Se puede validar así el asesoramiento filosófico? Hemos dejado claro que el asesoramiento filosófico no juega en el ámbito clínico ergo la respuesta es no. Me explicaré mejor pues dejar mi argumentación sobre este asunto aquí sería cometer una falacia formal de negación del antecedente.

    En todo caso, te reto a que encuentres un método de validar los efectos de una práctica que juega en el terreno de la libertad ¡ojalá lo consigas! Sin embargo, nuevamente esto está difícil porque éste camino te llevaría a otra gran pregunta que tiene que ver con la validez propia de la filosofía, inmensa pregunta desde luego. ¿Cómo demuestras que la filosofía sirve para algo?

    En mi opinión para el caso del asesoramiento el método que hay que seguir para validar la práctica no es otro que el dialogo con los consultantes, el estudio de su testimonio.

    Nota a pie de página: Insisto en retarte a que lo pienses, además te recuerdo que este es en realidad el tema del II Certamen Filosófico de la UV: “¿Para que sirve la filosofía?”. Certamen que puse en marcha el año pasado, y sigo organizando éste, y del cual tu eres jurado, lo cual te agradezco enormemente.

    Pero esta es tan solo mi respuesta sobre este aspecto ya se han pronunciado muchos grandes autores. Hablo desde luego de las discusiones que se produjeron sobre si la filosofía debía de tener un método científico o no. En mi visión de la filosofía no cabe un método donde tengamos que hacerle la prueba del algodón a las personas para ver si tienen pensamiento crítico y como lo han aplicado y si esto ha mejorado su vida porque me parece impensable poder cuantificar con números estas cuestiones. En la tuya parece ser que sí de ahí que te hayan dicho que tienes un enfoque “cientificista”. Pero te recuerdo que llamarte cientificista no es un insulto. Llamarte cientificista es una forma de clasificar tu concepción de la filosofía y no por ello eres peor o mejor filósofo.

    En lo que sí estoy de acuerdo es en otra idea que apuntabas en tu comunicación. Tú decías que es un “cachondeo” que haya mil escuelas. Pues bien, a mí personalmente la diversidad de métodos no me parece nada mal. De hecho, es enriquecedor. Si no existiera la diversidad de métodos el asesoramiento filosófico sería una secta. Cómo en el propio ejercicio de la filosofía cada uno tiene que construir su propio método. Es por ello indispensable que se creen diversas escuelas de asesoramiento filosófico y que además cada alumno de esas escuelas funde a su vez la suya propia. Como las antiguas escuelas griegas. Ahora bien, para evitar el “cachondeo” hacen falta sin duda unas reglas, un marco de juego. Éste marco de juego es el diálogo socrático y las reglas éticas deben regular los diversos métodos y dar garantías al usuario.

    No me estoy inventando nada, esto es algo que tú ya has dicho aludiendo a la necesidad de un código deontológico. Vuelvo a decir que no seré yo quien de un golpe aquí pero comentaré alguna de las ideas que das al respecto:

    “Cosas que dice el código deontológico de los psicólogos y que los terapeutas filosóficos no garantizan:
    1. Respeto a los criterios morales y religiosos de los clientes.
    2. No tratar a personas que no tengan nada que tratar, y derivarlos en caso de que la terapia no funcione.
    3. Reconocer los límites de su competencia y las limitaciones de sus técnicas.
    4. Estar cualificado para la tarea que desempeña —esto incluye conocer bien los riesgos a los que hace frente en la intervención, así como, por ejemplo, protocolos con suicidas o posibles enfermedades médicas relacionadas con trastornos mentales.
    5. No utilizar medios o procedimientos que no se hallen suficientemente contrastados, dentro de los límites del conocimiento científico vigente —ojo con este punto, dado que no sólo incluye a las terapias, sino a todas las técnicas que emplee.
    6. Obligación de guardar el secreto profesional.”

    En cuanto a lo primero, es obvio que se deben respetar pero esto no quiere decir que no tenga que ayudar al que ha venido a buscar sus servicios a cuestionarse sus propias creencias morales y religiosas.
    En cuanto al quinto punto yo me hayo atascado, aun ando cavilando sobre cómo hacer la prueba del algodón que te pedía.

    En cuanto al sexto me parece una obviedad que deba ser así y creo que es otro acierto.
    Por terminar con el tema de las garantías, y esto también lo has dejado caer. Con el tiempo, cuando exista un gran número de asesores formados y con experiencia, será necesaria la creación de un colegio profesional al cual los usuarios puedan recurrir y que garantice y vele por el buen funcionamiento de la profesión y por las prácticas de su colectivo.

    Ahora bien, paso a los puntos 2, 3 y 4 y aquí enlazaré con el tema de la formación para concluir. Cuando les llega una persona a una consulta a los asesores filosóficos y lo aceptan o lo rechazan están haciendo un diagnóstico clínico (es lo único clínico que hacen), por lo tanto es indispensable que se formen en psicología para saber cuándo deben derivar o no un caso. Remarco la idea de que en tanto hacen un diagnóstico implícito para aceptar al paciente deben tener para ello una formación en psicología y un método de diagnóstico.
    Ahora bien, ¿en qué más se deben formar? Sin duda deben ser graduados en filosofía, esto es una obviedad, pero ¿qué más? Deben tener una formación en asesoramiento filosófico, otra obviedad. Sin embargo, ¿qué problema nos encontramos?

    Como toda disciplina incipiente se está formando y esto requiere un tiempo, requiere un tiempo y un proceso de normativización que aún no ha pasado pero es necesario. Por ello la formación tampoco está reglada y es necesaria una formación reglada que pase por los controles pertinentes.

    El debate sobre dónde cabe esta formación es algo que no nos atañe en estas líneas. Pero vuelvo a remarcar que una formación oficial es necesaria, esta formación debería ser lo suficientemente amplia como para dar cabida a todas las sensibilidades, a todas las corrientes pero también debería de estar reglada según el código deontológico que estimo necesario se debe crear tras un largo debate.

    Además como ya ha quedado patente esta formación debería incluir una formación en psicología (en neuropsicología) y quizás otras cosas en las que no entro, pues recuerdo no soy ningún experto.
    No puedo terminar esta segunda parte sin hacer unas breves anotaciones. El proceso de normativización es un proceso arduo pero tremendamente complicado, o por lo menos es tremendamente complicado que salga bien. Además de arduo es lento y precisa de años de experiencia. En mi opinión ya se tiene una base de experiencias y años suficiente como para empezar a gestar el proceso de normativizar la práctica. Entiendo y comprendo los problemas que ello conrea pero aprovecho este espacio de discusión que se ha creado para incitaros a que os pongáis manos a la obra con esta labor. Sin duda, es el único camino posible para evitar que se os siga calificando como “pseudoterapeutas”. Si tenéis la amabilidad de seguir leyéndome quiero tan sólo tocar uno de los problemas, en mi opinión el más grave de ellos.

    En todo proceso de normativización se pierde algo por el camino. Si se tratan de disciplinas suele perderse su viveza. Éste es uno de los grandes problemas de la filosofía actual, de la filosofía de nuestras aulas. La filosofía está en coma, en nuestras aulas y en la sociedad. Entiendo que os asuste que esto mismo vuelva a pasar si se normativiza el asesoramiento filosófico. El asesoramiento filosófico ha sabido revivir a la filosofía volverla a poner de pie y darle una grandísima utilidad en nuestra sociedad. Normativizar es, como he dicho, un proceso tremendamente complejo. Muchos errores os llevarán a dejar en coma a ésta filosofía si en cambio lo lográis la filosofía nuestra querida filosofía muerta, revivirá. Espero que mis palabras sirvan para que toméis conciencia de ello y esta conciencia os lleve a colaborar a todos en este incipiente proyecto.

    Extraigo algunas de las ideas ya nombradas anteriormente y que tienen que ver con este futuro proceso:
    – El asesoramiento filosófico debe acuñar un nombre en el que todos se sientan a gusto es básico para toda disciplina que quiere alcanzar un estatuto definirse con un nombre.
    – Es necesario un proceso de publicación de vuestro trabajo, mediante libros con casos, audios… Existen muchos modelos que tendréis que sopesar para poder crear el espacio de debate antes nombrado.
    – El debate sobre el estatuto de esta disciplina es totalmente necesario y como consecuencia en mi opinión ha de relegar a otras disciplinas como la psicología al ámbito que le corresponden.
    – Es necesario un proceso de normativización de los métodos (código deontológico), de la formación (que debe incluir la formación en psicología) y la creación de un colegio profesional.

    Conclusión: Es necesario un proceso de normativización de la disciplina. Éste proceso dará las garantías éticas a los usuarios. Además dará lugar a que se reconozca el estatuto que merece la disciplina y ello a ocupar el espacio que le corresponde en la sociedad.

    Un afectuoso saludo,
    Álvaro Robles

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    1. Hola Álvaro,

      Sólo un par de cosas, cortas.

      1) Que alguien anuncie en su página web que trata casos de depresión sin estar cualificado profesionalmente para ello ya es un delito. Arriba tienes el código penal, repásalo. Así que las capturas de pantalla son más que suficientes.

      2) Te veo versado en falacias. Te recuerdo que decir que todos los terapeutas filosóficos que traten depresiones y problemas de ansiedad (que, entre lo hablado y lo leído, intuyo que son todos) no son verdaderos terapeutas filosóficos, es una falacia de ningún escocés verdadero.

      3) Tu argumentación sobre el espacio de libertad y demás se basa en metafísica del siglo XVIII. Hoy sabemos que la mente es el cerebro y no un noúmeno kantiano. El conocimiento avanza y te recomiendo avanzar con él en lugar de reivindicar las ideas de gente que vivió hace siglos. Lo mismo con el sistema de sectas de la filosofía griega.

      4) El problema es que la terapia filosófica no tiene ninguna técnica que testar. Si la hubiera, se podría hacer muy fácilmente. Se pueden testar técnicas aunque no sean terapéuticas, simplemente para ver si funcionan para resolver problemas. El sistema es el mismo y no hay ningún problema metafísico extraño. No te creas que lo filosófico es tan especial, ni que los filósofos son una casta de intocables con los que hay que hacer excepciones.

      5) Si se desarrolla una técnica y se testa en un estudio serio, no hay ningún problema para poder llevarlo a cabo. Para ello esta gente podría trabajar bajo la supervisión de un psicólogo. Si quieres que los colegien, buena suerte, porque la vas a necesitar. Y si quieres que el ministerio de sanidad apoye un colegio profesional de esto, te recomiendo darte una vuelta por Lourdes.

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      1. Hola Angelo,

        1.

        «Un asesor no trata depresiones sino que lo que busca es, al igual que Sócrates con su mayéutica, hacer parir a su interlocutor, que exprese sus creencias más profundas para entender su posición en la vida, su actitud frente a la vida. El objetivo del asesor no es otro sino el de hacer pensar críticamente a su interlocutor sobre las creencias que ha expresado, sobre esa actitud global frente a la vida. El interlocutor acaba cuestionándose su propia actitud frente a la vida, su posición vital, su forma de ser. De ahí entiendo que muchos asesores busquen captar “clientes” por algunos de sus problemas (divorcios por ejemplo). Lo que buscan no es solucionar el divorcio, lo que buscan es tirar del hilo de ese problema para acabar llegando a esa actitud global del individuo.

        Como he dicho, (los asesores filosóficos que hacen bien su trabajo) no anuncian que curan depresiones, lo que haces es sacarlo de contexto, pero parece que no te das cuenta. ¿Hay que anuncien que curan depresiones tal cual? A esto también te he contestado.

        «Retomo el hilo, ¿Por qué no nos llevaría a ningún lado? Pues bien, si encontrases casos que invaden el contexto clínico (que es probable) yo simplemente me limitaría a decir: esos son “pseudoasesores filosóficos”, no están haciendo un buen asesoramiento filosófico (como también he dejado caer ahí arriba).»

        Por lo tanto, por si no me has entendido reconstruyo la argumentación. Los asesores filosóficos de verdad no curan (ni anuncian) depresiones. Los que si lo hacen no están haciendo ni entienden bien su trabajo.

        2. (Que en realidad no es un apartado diferente porque estamos tratando exactamente lo mismo que arriba)

        a) No estoy versado en falacias (pero eso no es importante aquí)

        b) Aunque no soy experto en falacia te equivocas al analizar mi argumentación como falacia.

        Entiendo que el modelo ha sido el siguiente:

        – (YO) Ningún asesor filosófico cura depresiones
        – (TU) Existen unos asesores filosóficos que curan depresiones [no voy a entrar en que no tienes fundamento alguno para decir esto, ahora luego iré de nuevo a ello]
        – (YO) Ningún auténtico asesor filosófico cura depresiones.

        ¿Porque no es la falacia del auténtico escocés? Bien, para serlo se tendría que dar que el predicado (Cura depresiones) no fuera contradictorio con la definición del sujeto (El asesor filosófico), es decir que se tendría que dar que un asesor filosófico pudiera curar depresiones.

        ¿El asesor filosófico puede curar depresiones? No. En la propia definición de «asesor filosófico» está incluido el hecho de que no cura depresiones. Por lo tanto, los asesores filosóficos (los auténticos no los que se llaman asesores filosóficos y no los son porque curan depresiones) no curan depresiones.

        Sobre el hecho de que no curan depresiones (etc.) he escrito varios párrafos en mi último comentario. Creo que queda claro que no ha sido una falacia.

        c) Has añadido aquí también lo siguiente: «todos los terapeutas filosóficos que traten depresiones y problemas de ansiedad (que, entre lo hablado y lo leído, intuyo que son todos)»

        -Falacia de generalización y además como ya te he dicho me remito a decir que en todo caso no están haciendo bien su trabajo y eso no invalidaría la disciplina.

        3.

        Vuelves a afirmar cosas sin fundamento. Veo que has seguido una de las vías que te proponía (bien). Pero no has contrargumentado nada!!

        «Hoy sabemos que la mente es el cerebro, y no un noúmeno kantiano»- ¿Porque? Argumentamelo. Y, ¿En que contradice esto a todo lo que yo he dicho sobre el asesoramiento filosófico? No has dicho nada de esto. Simplemente te has limitado a decir «No llevas razón porque la verdad es esta» Lo has soltado cual dogma como si fuera una verdad universal.

        «sectas de la filosofía griega» Otra que tal. Pero vaya, no nos vayamos de lo que nos interesa. No me importa ahora mismo en este diálogo que me justifiques esto (o sí, si eres capaz de justificar porque son «sectas» y como en parte el asesoramiento filosófico imita a las escuelas griegas son sectas también)

        4.

        Vuelves a no argumentar nada. A todo esto ya te he respondido!

        a) «El problema es que la terapia filosófica no tiene ninguna técnica que testar» – El diálogo socrático es su «técnica».

        b)

        – (AN) «Se pueden testar técnicas aunque no sean terapéuticas»
        – (AL) Te he retado a que me expliques como (y lo que respondes es)
        – (AN) «El sistema es el mismo»
        (La prueba de doble ciego supongo)
        – (AL) Las pruebas de doble ciego (etc,) sirven en el contexto de lo físico, de las ciencias naturales si lo prefieres pero no en el de la filosofía aplicada.

        Y aquí es donde tendrás que volver al punto 3 y explicarme porque mi diferenciación estaba mal o vuelvo a decirte lo mismo. Explica por que y como se puede aplicar el método científico a la filosofía (xd)

        5. Y después de todo lo dicho parece que no haya dicho nada!!!!

        a) «Si se desarrolla una técnica y se testa en un estudio serio, no hay ningún problema para poder llevarlo a cabo.» Dialogo socrático, se testa mendiante el diálogo con los propios consultantes.

        b) «Para ello esta gente podría trabajar bajo la supervisión de un psicólogo» – De un psicólogo que no tiene ni idea de filosofía: No entiendes que es el asesoramiento filosófico: El asesoramiento filosófico no está en un contexto clínico y esto aún no me lo has rebatido.

        c) «Y si quieres que el ministerio de sanidad apoye un colegio profesional de esto, te recomiendo darte una vuelta por Lourdes» – Que no hombre, que no! No depende del ministerio de sanidad porque no estamos en un ámbito clínico, no estamo en el ámbito de las ciencias de la salud.

        d) «Si quieres que los colegien, buena suerte, porque la vas a necesitar». Gracias 😉

        Un saludo,
        Álvaro

        Pd.: A ver si esta vez no argumentas a medias tintas, porque sino yo ya lo doy por perdido.

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  8. No soy filósofo, solo un ciudadano de la «polis» con problemas existenciales (dudas como lo que hago aquí, por qué me han traido y qué necesidad había y otras zarandajas del estilo). Esto me provoca malestar (no tiene por qué ser sufrimiento, aunque podría llegar a serlo si además se concitan otras como la ¿mala suerte?, la fealdad o la enfermedad cuantificable). No veo nada inquietante en que alguien guíe el pensamiento por veredas trabajadas por otros previamente, de la misma manera que tampoco veo peligro en asistir a clase para que «iluminen» con la luz de los «antiguos» (¿tendrían que estar colegiados como sanitarios los profesores que nos hacen gustar el arte o la música como refugio último de lo Humano?, no digo ya, de los que nos imparten la inútil gimnasia que cuando menos deberían contar con el Grado de Fisioterapia). No veo pues la relación entre un asesoramiento o consejo fundamentado (que por eso es diferente del de la madre o el amigo) y la terapia.
    De cualquier manera, algo he leido de un tal Frankl y, como él, creo que el gran problema de nuestro tiempo no es otra cosa que la «neurosis del domingo» (¿aburrimiento pequeño burgués?). Aunque visto lo expuesto, si no está medido no debe ser nada, y por tanto, no existe.
    En fin…
    Gracias de cualquier manera.

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    1. Hola, en primer lugar por qué tanto problema con la palabra «terapia» -therapeía en griego- su significado primigenio es el de cuidado, servicio, consideración etc. Su uso en las ciencias de la salud es probablemente bastante posterior y subsidiario . A los filósofos les gusta la etimología, y entonces la palabra muestra lo que un filósofo puede hacer por un otro que se lo solicita: cuidarlo, escucharlo atentamente, mostrar los razonamientos descarriados por la emocionalidad, y fundamentalmente empatizar con él. Por cierto no podrá curar un cáncer, pero podrá acompañar al enfermo cuando ¿la «ciencia» o el arte de la medicina?, ya nada más pueda hacer por él. Es acaso más ciencia la psicología o mejor lo que hace la mayoría de los psicólogos? Y acaso los mejores entre ellos no acuden a la filosofía, cuando su ciencia hace agua?
      Las ciencias duras son muy bellas y fundamentalmente tranquilizadoras, pero no explican la vida en sus infinitas posibilidades. Y cuando la filosofía tampoco nos alcance, será la poesía el último refugio.

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      1. – Podrás jugar todo lo que quieras con los términos, pero vivimos en el siglo XXI y en este siglo esto que hace la terapia filosófica no es una terapia. Decir lo contrario es engañar al consumidor. Es como si te digo que te vendo un coche, me pagas y cuando llegas te encuentras uno de estos de supermercado. Evidentemente te he engañado jugando con la ambigüedad (el ejemplo tiene sentido en dialecto español).

        -La medicina no es un arte.

        – La psicología es una ciencia. Y sí, es bastante mejor lo que hacen ellos, que para eso son profesionales de este ámbito y estudian muchos años y sobre evidencias.

        – La psicología no acude a la filosofía. Y si con «los mejores entre ellos» te refieres a psicoanalistas o chamanes de la New Age, eso no es psicología ni esos son psicólogos.

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  9. He llegado aqui de casualidad. No he leido todo el articulo…porque no me ha hecho falta. Pero si eres filosofo cientifico, entenderas, que toda tu teoria de la filosofia como «pseudociencia» se cae con lo siguiente:

    Albert Ellis y su Teoria Psicologica Racional-Emotiva (padre de la psicologia cognitiva, la mas cientifica de todas y supongo que estaras conmigo) se acoge para constuirla en la filosofia griega (Epicteto). Supongo que no tengo que desarrollar mas…y sobra todo debate….

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    1. El autor del artículo no señala que la Filosofía sea una pseudociencia (cita el texto si me equivoco), él solo se ha referido a la práctica del Asesoramiento Filosófico (al menos en este artículo).

      Por otro lado, el hecho de que la Psicología tenga raíces en la Filosofía no significa que ningún filósofo pueda caer en el error de practicar una pseudociencia.

      La importancia de la Filosofía no está en discusión, tampoco la necesidad que la Ciencia tiene de un diálogo con la Filosofía, lo que Ángelo ha criticado es la forma en que se viene practicando el llamado Asesoramiento Filosófico.

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    2. Efectivamente, la terapia racional emotiva conductual, es decir, la principal terapia cognitivo conductual, es la considerada por los estudios como la más eficaz y el mismo Angelo la considera la más científica y sí que es cierto que Ellis la fundamento en la filosofía ética estoica. De hecho el psicólogo cognitivo de moda, Rafael Santandreu, reivindica a Albert Ellis y a los estoicos. Así que no veo porque echarse las manos a la cabeza cuando alguien propone el asesoramiento filosófico como terapia de ayuda; precisamente los psicológos de más prestigio ya están haciendo justo eso (asesoramiento ético y existencial). Otra cosa es que el asesoramiento que se haga sea una basura «new age» o basado en pensamientos mágicos. De hecho Ellis y Santandreu a veces caen en un buen rollismo poco realista (si objetivamente estás machacadísimo, lógicamente vas a estar mal) pero si la terapia o el asesoramiento está bien hecho y se basa en un racionalismo ético y existencial, entonces no veo ningún problema. Muchos problemas existenciales no son psicológicos, sino más bien éticos y filosóficos.

      Resumiendo, Angelo, menuda metida de pata de artículo.

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  10. También llegué por casualidad, pero leer como Alvaro delicadamente destrozó todo argumentación relativa (y bastante peyorativa) del autor del post me ha causado bastante gracia. Obviamente existe un sesgo cientifista en el autor, cosa que no esta mal, solo que se deduce fácilmente.

    Un aporte interesante sería si vamos a criticar es reconocer términos, y vi en el post como arbitrareamente y supongo, desde la base inocente de la ignorancia, se ubico a Nisagardatta como budismo, y ya desde ahí, desde el desconocimiento de lo que es advaita ( filosofía oriental sobre el conocimiento de si mismo o autoindagación) y su autómata generalización, ya causa aguas en el documento.

    Podrías aplicar mejor el pluralismo filosófico como herramienta para contener que, todo punto de vista no puede alcanzar la verdad absoluta. Por tanto, ni uno ni otra son verdades, tampoco mentiras. Aunque la democracia y expresión en la página es bastante bien llevada, talvez el no encerrarse en cuestiones neta y obviamente subjetivas que terminan en el «es que así y no asá» permitiría que el diálogo llegue a un cometido más beneficioso para todos y todas.

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  11. Alvaro Robles: Toda tu argumentación se basa en una dicotomía, que tomaste de Kant, y que nunca justificaste. Acusaste a Angelo de «soltar cual dogma» sus tesis, pero eso mismo hiciste con tu dicotomía kantiana. Lo desafiaste a refutar tu dicotomía, pero eres tú quien debe clarificar y justificar esa tesis, en lugar de suponer que es correcta mientras Angelo no logre refutarla.
    ¿Por qué deberíamos aceptar tu dicotomía entre «espacio de la naturaleza» y «espacio de la libertad»? Y más aún, ¿cómo deberíamos interpretar esta dicotomía, para que resulte una tesis razonable a la luz de los conocimientos actuales? Porque una cosa es tratar de entender la tesis en el contexto cultural y temporal de Kant, y otra cosa es defender su relevancia para un debate actual.
    Si por «libertad» te refieres a la capacidad humana de elegir voluntariamente entre opciones, no hay razón para considerar que esa capacidad está fuera de la naturaleza (pues esa capacidad es el resultado de la evolución de nuestra especie), y tampoco hay razón para que afirmes que no puede ser estudiada por las ciencias (pues ya existen estudios científicos sobre esta cuestión). Si te refieres a la oposición entre determinismo y libre albedrío, tendrías que discutir con las posturas compatibilistas actuales, y justificar por qué consideras que una postura incompatibilista permitiría justificar el asesoramiento filosófico. Si te refieres a otras cosas, deberías especificar esas cosas, mostrar la evidencia a favor de esa dicotomía, y justificar la relación con las críticas que planteó Angelo. Aún no has hecho nada de esto.
    No es suficiente con que cites a Kant, y luego desafíes a Angelo a que intente refutarte. Ni la apelación a la autoridad, ni la reversión de la carga de la prueba, son argumentos legítimos. No es Angelo, sino tú, quien tiene la carga de la prueba de clarificar y justificar esa dicotomía, que propones utilizar como premisa para tus argumentos.

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  12. Javier:
    Angelo no está planteando que «la filosofía» sea pseudociencia. Lo que discute es el asesoramiento filosófico, que no es lo mismo. Tu ejemplo no sirve como contraargumento, porque la terapia cognitiva (a diferencia del asesoramiento filosófico) sí realiza estudios empíricos para poner a prueba sus teorías.
    Angel Largo:
    Alvaro no «destruyó» nada, todos sus argumentos se basan en una premisa (la dicotomía entre “espacio de la naturaleza” y “espacio de la libertad”) que no está clarificada ni justificada.

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  13. He encontrado por casualidad este artículo y sus respuestas, tengo que decir que me ha parecido muy interesante pero creo que existe una mezcla de paradigmas y terrenos profesionales. Antes de argumentarlo breve mente os comento que soy psiquiatra, terapeuta familiar y estudiante de grado de filosofía.

    Desde un gran interés por la psicoterapia me he ido alejando de ella, no porque no sea útil sino porque las escuelas de terapia funcionan como un sistema cerrado: desde la más extrema como el psicoanálisis lacaniano a las menos como las humanistas y las eclécticas El constituir una escuela como hizo Freud en su tiempo es una gran fuente de poder y de forma de vida.

    La supuesta diferencias observadas en las diferentes terapias con la medicina basada en la evidencia generalmente avalan la psicoterapia cognitivo conductual. Pero la verdad es que en el mundo de la psicoterapia «todo vale» y tal vez deba de ser así pues es un encuentro existencial entre dos persona : una que sufre y otra que pretende ayudarle.

    La ciencia se queda corto para lo humano. prestigios neurocientíficos con Damasio echan mano de la filosofa no se si por pretenciosidad o por necesidad.

    Otro tema diferente es el del papel del médico , psicólogo clínico y filósofo. Este terreno me parece absolutamente prosaico ( se trata de vivir de una profesión) y sinceramente no creo que un filósofo esté menos preparado que otro profesional para tratar las clásicas neurosis de la existencia. Cualquier profesional se le a forma para que en su vanidad crea que no necesita de otro profesional y en muchas ocasiones he visto a su psicólogos que no derivaban al psiquiatra aunque la terapia no iba bien y evidentemente no pueden prescribir fármacos o prescribir pruebas médicas.

    La filosofía aplicada es necesaria (a nivel teórico) entre otras cosas para recordarle al método científico que hay otras muchas maneras de aproximarse al conocimiento.

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    1. «La supuesta diferencias observadas en las diferentes terapias con la medicina basada en la evidencia generalmente avalan la psicoterapia cognitivo conductual. Pero la verdad es que en el mundo de la psicoterapia “todo vale»». No, no todo vale, vale lo que funciona y eso se evalúa mediante la investigación científica.

      «La ciencia se queda corto para lo humano. prestigios neurocientíficos con Damasio echan mano de la filosofa no se si por pretenciosidad o por necesidad». La Ciencia y la Filosofía cooperan entre sí, eso no lo discute el autor del artículo, lo que se discute es el intrusismo profesional y los métodos seguidos.

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  14. La gran falacia de este texto es pensar que para hacer ciencia o para hacer algo útil en una especialidad hace falta tener un título en esa especialidad. Un ejemplo, Ovshinsky fue autodidacta y no tuvo una formación universitaria y a pesar de ello es uno de los científicos más importantes de las últimas décadas.

    El texto cae en una clara idealización de los profesionales de la psicología, la mayoría de los cuales utilizan terapias pseudocientíficas. Lo mismo pasa con la psicología la cual está formada por un gran número de escuelas y corrientes muchas de ellas claramente pseudocientíficas.

    Los asesores filosóficos y los consejeros pueden ser tan malos o tan buenos como cualquiera terapia psicológica elegida al azar. En todo caso depende del psicólogo o del filósofo con el que topemos.

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    1. Se están pasando con los comentarios contra el artículo. El autor ha sido claro: si queremos llamar a algo «terapia» tiene que pasar unos rigurosos estándares científicos para:

      a) asegurar con certeza que funciona y cómo lo hace
      b) asegurar que no causa daños al paciente, o de hacerlo se saben cuáles son (efectos secundarios) y se informan de éstos al paciente.

      ¿La filosofía cura? Yo creo que PUEDE SER una ayuda muy interesante para CIERTAS DEPRESIONES, pero esto no está probado científicamente, conque no podemos considerarla terapia. Si uno padece de depresión, lo mejor es acudir a un psicólogo competente con quien puede filosofar perfectamente del sentido de la vida o analizar si padece de algún problema mental más severo que un filósofo no va a detectar ni de coña.

      Hay que tener en cuenta que no es necesario ser filósofo para filosofar, pero sí médico para curar, y esto no es cientificismo ni falacia, se llama aplicar medicina y terapia. Poner a la filosofía como terapia es lo mismo que todas esas tonterías como la magnetoterapia, la aromaterapia o la homeopatía: un sacacuartos fraudulento digno de engañabobos.

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    2. «La gran falacia de este texto es pensar que para hacer ciencia o para hacer algo útil en una especialidad hace falta tener un título en esa especialidad», él autor no ha afirmado eso (cita el texto si me equivoco por favor), algunas prácticas sí requieren de formación profesional (eso sí lo afirmó el autor en referencia al ámbito sanitario). Lo que debería aclararse aquí es si hay o no intrusismo profesional en un campo que sí requiere de certificación.

      «El texto cae en una clara idealización de los profesionales de la psicología, la mayoría de los cuales utilizan terapias pseudocientíficas». No lo hace, simplemente señala que el abordaje de los trastornos de conducta sí cuenta con procedimientos evaluados positivamente.

      «Los asesores filosóficos y los consejeros pueden ser tan malos o tan buenos como cualquiera terapia psicológica elegida al azar». Esa es una afirmación que requiere evidencia. Para comenzar ¿cómo podemos comparar los resultados de intervenciones que supuestamente tienen distintos objetivos y responden a diferentes problemas? Por otro lado, las terapias psicológicas no se eligen al azar, si no en base a la evaluación de cada caso y a los estudios referidos a su eficacia. El que muchos psicólogos recurran a la pseudociencia no es una justificación para el intrusismo.

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  15. Soy filósofo y psicologo. La argumentación que da en el artículo me parece pobre en ambos sentidos. En cuanto a la práctica de las consultorías filosoficas, ignora el trasfondo que va más allá de los ejemplos concretos (de los cuales no dudo que ofrezcan las cosas que menciona y con la cuales tampoco estoy de acuerdo). Las Consultorías Filosoficas no funcionan ni se fundamentan en los presupuestos que usted piensa, tampoco atienden «trastornos» como usted (y como los ejemplos que de supuestos consultores filosóficos) dicen que hacen. Por otro lado, ignora como funciona realmente la psicología y el fin de la terapia psicológica así como su conceptualización. Entre la forma en que la aborda una y otra difieren bastante. También ignora que terpias muy efectivas (como la racional emotiva y la cognitivo conductual) tienen un fuerte sustento filosófico y que sus fundadores eran, además de psicólogos, amantes del ela filosofía. Esto lo menciono por otra cuestión que parece saltarse de largo al momento de atacar la consultoria filosófica, esto es, evade el problema de cómo se conforman las terapias psicológicas, sobre que sustentan, como abordan los problemas, como sw diferencia de la consulta filosófica, y sobre todo, no tiene presente la contradicción existente entre el dsm y el cie. En el dsm practicante toda la experiencia humana es un trastorno. En el cie hay mucha cosas que se toman como normales aunque se siguen considerando trastorno como la ansiedad o el trastorno de estrés agudo. Es decir, ignora las propias debilidades dentro de la psicología para conepcetualizar lo humano. Unos tirando por medicalizar toda experiencia humana mientras que otros tratando de no caer en tanto. Ni hablar de los beneficios económicos de la primera postura y ante lo cual la filosofía surge como crítica dentro de los estados unidos. En una palabra, debe investigar bien todo eso antes de argumentar en contra de la consultoría filosoficas, antes de apoyar la psicóloga sin más y sin conocer sus alcances y limites. Y encima sin conocer el código deontologico de psicólogos y filósofos prácticos

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    1. En base a tu comentario llego a la conclusión de que debe diferenciarse la correcta práctica del Asesoramiento Filosófica de los casos de malos profesionales que sí habrían practicado el intrusismo.

      Por otro lado, no veo la relación entre los orígenes históricos de la Terapia Cognitiva y la práctica del Asesoramiento Filosófico. La raíces filosóficas de la Psicología no están en discusión, lo que se está denunciando es un presunto caso de intrusismo profesional.

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  16. Comparto la traducción al español de un artículo que escribimos (junto a Roxana Kreimer) sobre los problemas del Asesoramiento Filosófico. Si bien rescatamos el valor potencial de la práctica, señalamos que dado que involucra afirmaciones empíricas, esas afirmaciones deben ser exploradas con métodos empíricos. Las críticas serán presentadas en siete categorías: (1) Falta de evidencia de que el Asesoramiento Filosófico sea beneficioso (y no dañino, o inefectivo); (2) Falta de preparación en técnicas de asesoramiento; (3) Intrusismo profesional (práctica de la psicología sin título universitario); (4) Conceptos erróneos sobre la psicología y la psicoterapia; (5) Conceptos erróneos sobre la ciencia y sobre la contrastación empírica; (6) Falta de preparación en pensamiento crítico y sesgos cognitivos; (7) Problemas con la arbitrariedad de métodos y objetivos. Finalmente (8), sugeriremos algunas estrategias destinadas a evitar que el Asesoramiento Filosófico devenga una práctica pseudocientífica más.
    Sabemos que este artículo puede generar mucha controversia en la comunidad de las Prácticas Filosóficas, pero creemos que se trata de un debate tan necesario como urgente.
    El Futuro del Asesoramiento Filosófico: ¿Pseudociencia o campo interdisciplinario?
    http://www.filosofiaparalavida.com.ar/El%20futuro%20del%20Asesoramiento%20Filos%C3%B3fico%202.htm

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    1. Excelente artículo, lo leí hoy y creo que es claro y bien argumentado. Como cualquier otra práctica profesional el Asesoramiento Filosófico persigue ciertos objetivos que pueden y deben medirse.

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  17. Si es sólo una cuestión de términos cambiemos terapia por orientación por ejemplo y se acabó el problema. No creo que haya que desmerecer a la filosofía como esclarecedora o de ayuda vital. Hay gente que no puede o no ha podido acceder a ella o no sabe y ¿qué tiene de malo si ayuda o puede ayudar a poner en orden nuestras ideas?

    Un saludo a todos

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  18. Pero que alguien le explique a este pseudocharlatán todopoderoso,en qué se basan los diagnósticos de los DSM,y que un psiquiatra es otro pseudocientifico parlanchín como él.
    Qué pufo de blog o lo que sea èsto.jijiji

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  19. Angelo Fasce, usted debe ser uno de esos filósofos que creen serlo en virtud de la falsa autoridad que otorga un diploma. Uno de esos filósofos de la técnica y lo ortodoxo, de lo ecuánime y lo ‘científico’. Pero no se engañe, usted no es un verdadero filosofo ni ha comprendido aun el verdadero y vasto alcance de la filosofía; ni en su potencia ni en su práctica. Dice usted que quiere vivir de la filosofía y no dudo de que conseguirá su objetivo; no le faltará alguna plaza universitaria, que no en un instituto medio, donde podrá corregir exámenes de un curso académico estándar. Por tratar de buscar una definición al qué es la filosofía, es sobre todo el arte de pensar, y el arte del ´pensar bien’. Y no existe mayor sufrimiento para el alma humana que el mal pensar, el ejercicio del mal pensamiento, de su insuficiencia, ya sea por error u omisión, por contenido o por inconsciencia. ¿Debe el pensamiento filosófico ser acusado de pretensiones que no le corresponden, aun cuando el dialogo discursivo puede ser la más poderosa arma para el arte del ‘buen pensamiento’? He leído sus respuestas a los que han respondido a su artículo y no albergo esperanza alguna de sacarle del profundo hoyo mental que lo envuelve. ¿Qué puede esperarse de alguien que dice ser filosofo afirmar algo tal como ‘se ha demostrado que la mente es el cerebro’? Lamentable. Sinceramente, usted debió estudiar psiquiatra. Ni siquiera puedo verlo como buen psicólogo, sería una carrera demasiado ´filosófica´para usted.

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  20. Hola a todas y a todos!

    Es difícil trazar una estanqueidad o acotamiento entre los campos de acción de uno y otros profesionales, los asesores filosóficos, los psicólogos y los psiquiatras, luego el solapamiento y la conflictividad de intereses estará servida.

    Ahora bien, sabemos que el ser humano es multidimensional, esto es, no es meramente y sólo, un animal racional, pues incorpora facultades y potencias que no pueden atribuirse, en exclusiva al menos, a causas materiales u orgánicas.

    Tales capacidades o fortalezas no pueden ser explicadas, procesadas o tratadas por las ciencias naturales por cuanto que, por su objeto, escapan a las marcas epistemológicas de dichas disciplinas.

    El conocimiento no sólo proviene de las ciencias empíricas, sino también y, para mí, mayormente para mí, de los saberes de la razón y la lógica.

    ¡Digásenos! ¡No con fundamentos sofísticos, sino con honesta verdad:

    ¿Qué puede opinar un neurólogo del estado de excitación nerviosa que puede experimentar un oyente respecto de una bella pieza musical?

    ¿Y un psiquiatra del perceptible anodadamiento de quien contempla una salida o puesta de sol?

    ¿Qué científico puede elucubrar sobre la ética, la lógica o la metafísica?

    ¿Qué dirá un biólogo del entusiasmo de un equipo de colaboradores promovido desde el aliento, motivaciones o prácticas que proporciona un filósofo asesor acudiendo a las herramientas o recursos propuestos por los sabios de todos los tiempos ?

    Es seguro, que en todos los supuestos señalados, se hallarán el origen orgánico y las manifestaciones fisiológicas de tales estados, pero es también atinado pensar que, si por ejemplo,
    una llaga me produce dolor, lo razonable es buscar el consejo médico; pero el sufrimiento causado por esa misma úlcera, ¿Por qué no habría de ser aliviada por los razonamientos o pedagogía de un filósofo asesor?

    La filosofía, que no es ajena a la problemática polifacética que presenta el hombre de la posmodernidad, tiene muchas y eficaces respuestas a los males o los padecimientos de aquel; pretender encasillar un listado cerrado de cometidos sanadores, terapéuticos, restablecimiento de la salud (física o mental) en psiquiatras, psicólogos, biólogos, etc, es reduccionismo cientifista cuya apoyatura no alcanzo a comprender.

    Francisco Bayo Pozuelo.

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  21. Debo confesar que leí «Más Platón y menos Prozac» con gran entusiasmo. La idea de que la discusión filosófica de sus ideas puede ayudar a una persona me parecía y me sigue pareciendo muy atractiva. Y que puede ser mejor que una mala terapia también. Claro que, mejor que una mala terapia es casi cualquier cosa, como quedarse en casa mirando el techo.

    Lo que no había pensado es en el asesoramiento como acto médico y la necesidad de control. Por eso, sin estar de acuerdo contigo en todo, quiero agradecerte, Angelo, haberme abierto los ojos.

    ¡¡MUCHAS GRACIAS!!

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  22. Querido Angelo,

    Desde el 2015 han sucedido muchas cosas en la vida de todos, imagino que también en la tuya.

    Sinceramente te deseo que en estas fechas te hayas acercado a un punto de vista más integrador, dado que en ti está la posibilidad de ayudar a otras personas a resolver sus conflictos. Tanto por tus conocimientos filosóficos como por tu propia experiencia de vida.

    Respecto a tu premisa inicial, la cual iguala terapia con acto médico, es revisable.

    Según el Preámbulo de la Constitución de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de 1948, se trata de “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”.

    Un abrazo,
    una compañera filósofa y terapeuta

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  23. Me ha parecido muy interesante la crítica y posterior debate sobre el asesoramiento filosófico. Otra posibilidad sería que la filosofía «asesorase» a la psicología en la formación del psicólogo. En 2018 y en Alemania, por ejemplo, hay colaboración entre psicólogos, neurólogos y filósofos en investigación en las Universidades. Remito a artículos de revistas como mente y cerebro.
    Un saludo

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