El fantasma de la nación: Los engranajes de la trampa tribal catalana

Si uno se acerca a los libros de historia resulta sencillo notar que el nacionalismo ha sido el gran estigma europeo desde hace ya algunos siglos. Una auténtica escoria intelectual local, aunque ampliamente exportada al resto del mundo, como el cristianismo, las guerras mundiales o Eurovisión—y ya me diréis qué nos habrán hecho los pobres australianos para que los estemos sometiendo a semejante tortura. Aunque la cosa ya no está tan fanatizada como antes, cuando nos dio por destriparnos unos a otros enarbolando absurdos trozos de tela, ahí están el Brexit, Escocia, Baviera, Borgoña, Alsacia, Lombardía, Bélgica, Laponia, etc., etc., etc. Y España. Porque si en Europa hay un país saturado de nacionalismos es el nuestro. Cataluña, País Vasco, Galicia, Andalucía, Valencia, Navarra… Con casos más o menos graves, aunque siempre generadores de fractura social, de resentimiento y de violencia. Porque el nacionalismo es caspa. Es conservadurismo acérrimo y narcisismo colectivo, algo de lo que parece no haberse enterado esta izquierda posmoderna y populista que tan de moda está últimamente. Esa que se sube a todos los trenes que endulzan los oídos del votante, aunque sea a cambio de renunciar a la realidad y a la Ilustración para entregarse a esos relatos prepotentes con los que pescar el voto de los menos aventajados de la sociedad.

Pero, pese a tenerlo en la puerta de casa, lo cierto es que mucha gente sigue teniendo problemas para comprender qué es el nacionalismo, de dónde viene y por qué te jode tanto la mente. Uno de los problemas, en mi opinión el principal, respecto a la correcta comprensión de la naturaleza del nacionalismo es que, al menos en este extraño país, aún existe una anacrónica y contraproducente corrección política al respecto. Es una pena que esto sea así, porque cuando uno se acerca sin una lógica electoral a esto del nacionalismo y observa a los enajenados que lo defienden, lo que aparece frente a nuestros ojos no es más que una banda de frikis totalitarios salidos del siglo XIX. Frikis de los peores, de los xenófobos, de los onanistas compulsivos, de los paletos y de los racistas lingüísticos, que, con una irritante postura victimista, quieren metérsela doblada a la democracia y al progreso social. Porque, vamos a decirlo, el nacionalismo es un peligro para toda la vida inteligente; un desafío a la racionalidad por parte de los débiles mentales incapaces de procesar un mundo complejo. Una herramienta política para la manipulación de las masas que explota nuestras tendencias tribales y esos complejos de inferioridad de los que algunos parecen sentirse tan orgullosos. El nacionalismo es una cueva de fracasados, como el feminismo radical, el neoliberalismo, el fascismo, el comunismo y el coaching.

La mutación nacionalista del tribalismo

La historia evolutiva de nuestra especie nos ha dotado de determinados rasgos morfológicos—tener pelo en determinados sitios y no en otros, caminar bípedos, tener pulgares, etc.—y de determinados rasgos psicológicos—comprensión de la música, empatía emocional, disparar estados de ansiedad ante amenazas, etc. Entre estos rasgos psicológicos, uno de los más fuertemente arraigados en nuestras dinámicas sociales es el tribalismo; la tendencia innata a organizarnos en grupos sociales delimitados, entre los cuales se genera un sentimiento de pertenencia, una jerarquía social y una clara consciencia del otro. En estas dinámicas tribales, esos otros tienden a ser sometidos de forma paulatina a un proceso de deshumanización que, debido al aislamiento alienante dentro del propio grupo social, puede llegar a resultar extremo. Por supuesto, las fronteras de la tribu son cambiantes y dependen de nuestro nivel de contacto y atribución de humanidad en los demás. Los casos más claros de estos fenómenos tienen lugar durante periodos bélicos—de hecho, la psicología de la guerra es un campo de estudio tremendamente esclarecedor respecto a muchos aspectos de la naturaleza humana, como la resiliencia o la violencia.

Los soldados son sometidos a agresivos procesos de tribalización, procurando que vean a los adversarios como animales. Glenn Gay, un veterano de la Campaña del Pacífico durante la II Guerra Mundial, cuenta al respecto de un incidente en el que los soldados norteamericanos jugaron al tiro al blanco entre risas con un aterrorizado soldado japonés: “a ninguno de los soldados norteamericanos se le ocurrió siquiera que pudiera tener sentimientos humanos de miedo y el deseo de seguir con vida. Lo que retrospectivamente desconcertaba al veterano era por qué sus camaradas y él mismo habían encontrado tan gracioso el incidente. Unos años después le parecía espeluznante y asaz cruel; en ese momento no tenía conciencia de ello en absoluto”. Otro veterano inglés, esta vez de la Guerra de Las Malvinas, dice lo siguiente sobre lo sencillo que resultaba conseguir que los soldados británicos masacraran a prisioneros argentinos con bayonetas: “Coged a un joven desesperado por asumir una identidad (…) enseñadle a aceptar la autoridad, dadle una sensación exagerada de autoestima incluyéndolo en un grupo de élite, (y) enseñadle a (…) deshumanizar a quienes no forman parte del grupo”.

Por supuesto, este peligroso estado psicológico de autoexaltación y deshumanización del otro ha de ser ciudadosamente mantenido por parte de la autoridad interesada. Suele ser habitual, por ejemplo, que aquellos que van a fusilar a algún disidente tengan estrictamente prohibido hablar con la persona, dado que cualquier intercambio de información podría despertar la identidad moral del ejecutor. No se debe confraternizar con el enemigo. A veces, sin embargo, los chispazos de humanización pueden venir dados por los más sutiles detalles. George Orwell, que luchó en la Guerra Civil Española contra el bando fascista, en una ocasión tuvo la posibilidad de acabar con la vida de un soldado que, semidesnudo, corría mientras se sujetaba los pantalones. “Me abstuve de dispararle… No disparé en parte a causa de ese detalle de los pantalones. Yo había venido a disparar a ‘fascistas’; pero un hombre con sus pantalones en alto no es un ‘fascista’, sino, evidentemente una criatura como tú, y no te da gusto dispararle”. Para que el proceso de tribalización sea efectivo y permita manipular a una población, debe tener lugar de un modo plenamente absorbente, demonizando al ajeno y, a la vez, manteniendo la extrema cohesión y exageración de la autoestima de los propios.

Para conseguir la cohesión de la tribu, el ser humano dispone de una herramienta formidable: los relatos. Los relatos aglutinantes generan pertenencia al cuentito compartido, que puede ser racial, religioso o simplemente político. Por ejemplo, los nazis generaron un relato de humillación tras la I Guerra Mundial, el de la pseudoraza aria y el de un muy supuesto tiempo glorioso del pueblo germano. Los países musulmanes, aunque se odien entre ellos, se consideran un grupo humano diferenciado en base a su adopción del Islam. Ciertos países latinoamericanos han decidido hablar de una tal «patria grande» en base a un relato basado en un caudillo, Simón Bolívar, y en una supuesta y sacrosanta revolución expansionista que, aunque haga que muchos venezolanos vivan de un modo lamentable, sentados sobre las mayores reservas de petróleo del mundo, ha de ser llevada a acabo a sangre y fuego como una necesidad histórica. Se genera así toda una mitología en torno a los grupos humanos. Estas mitologías pueden ser más o menos refinadas. Desde los ayllus y Manco Cápac saliendo de las aguas del Titicaca, hasta las tribus urbanas, pasando por la creación de identidades sociales tribalizadas en las grandes dictaduras del siglo XX, como la de Stalin, Franco o Hitler.

Los nazis, hay que admitirlo, fueron auténticos genios en este sentido. Johannes Hassenbroeck, comandante del campo de concentración de Gross Rosen, dijo al respecto que “las SS nos ofrecieron una serie de ideas simples que podíamos entender, y en ellas creímos”. Acerca de Joseph Kramer, comandante de otro campo de concentración, dijo su viuda que “sin el Partido y las SS, podría haber sido un fracasado el resto de su vida. Diría que, para él, el nazismo era una experiencia emocional profunda. El movimiento le capturó. Le permitió volver a creer en sí mismo”. Y, de hecho, la gran mayoría de aquellos que engrosaban las filas de los altos mandatarios nazis, empezando por Hitler, eran poco menos que parásitos sociales sin oficio ni beneficio. Auténticos subnormales salidos de las profundidades de la Selva Negra que, antes de unirse al glamour de las SS, dedicaban sus días a la violación de cabras y a fracasar inveteradamente en la vida. Otros, además, ni siquiera encajaban en el relato al que se adherían con tanto fervor—Hitler no era ario, Goebbels era cojo, Göring era obeso, Röhm era gay…—, algo que no evitaba que, mientras colara, se sumaran con entusiasmo a aplastar a los que no encajaban en su triste marco conceptual.

El tribalismo está profundamente arraigado en la condición humana, y es tarea de la política, de la buena política, ponerle freno. Por ejemplo, durante el genocidio de Ruanda, los hutu asesinaron a cerca de un millón de tutsis. León Mugesera, filósofo hutu, hacía llamamientos públicos al genocidio alegando que “nosotros, el pueblo, estamos obligados a asumir por nuestra cuenta la responsabilidad de barrer esta escoria”. La radio pública clamaba que “para el 5 de mayo, el país debe estar completamente limpio de tutsis” y “no repetiremos el error de 1959. Es preciso matar también a los niños”. Hubo toda una campaña política, perfectamente orquestada, encaminada a fomentar la agresión étnica. Por supuesto, ya existía con anterioridad una clara diferenciación tribal en Ruanda, pero su explotación política ha supuesto una táctica lamentablemente común a lo largo de todo el siglo XX. No debemos caer en la trampa de pensar que estas son cosas propias de tribus africanas de las selvas más impenetrables; los europeos, las personas del primer mundo, somos tan tribales como cualquier pueblo africano. Europa ha sigo empapada de sangre una y otra vez a lo largo de su historia, debido a estallidos políticamente dirigidos del tribalismo local. Aunque, en el caso europeo, la dirección del conflicto tribal suele ser llevada a cabo apelando al concepto de nación.

El ectoplasma nacional

La Ilustración europea fue un periodo histórico extremadamente atípico, que tuvo lugar, especialmente, en Francia y Reino Unido. Se trató de un proceso por el cual se desterró a los viejos poderes, encarnados en la monarquía y en derechos dinásticos, para configurar una nueva sociedad en la cual la autonomía individual, la búsqueda de la verdad común y la legitimación pública del poder político se instauraron como un nuevo orden social. Todas las sociedades occidentales, en mayor o menor medida, son hijas de la Ilustración; un movimiento intelectual para el cual fue central la cuestión de la lucha contra el provincianismo chovinista. Sin embargo, cuando la revolución francesa degeneró en el terror y Napoleón fue coronado Emperador, invadiendo el resto de países europeos, se pudo constatar hasta que punto la naturaleza humana requiere de unas contenciones políticas mucho más sofisticadas que las de finales del siglo XVIII. Si los países europeos habían visto a Francia e Inglaterra con admiración y respeto, la política expansionista de Napoleón generó que la admiración pasara a ser complejo de inferioridad, y de ahí a ser resentimiento. Cuando Hegel, quien había apoyado con fervor la Revolución Francesa, vio entrar a Napoleón a su ciudad, aseguró haber visto a la mismísima Historia a caballo. Poco tiempo después, y a sueldo del despotismo ilustrado local, fue el líder del movimiento reaccionario alemán, junto a otros payasos misticistas como Fichte y Schelegel. Esta gente, en lugar de intentar remediar los pasos en falso de la revolución francesa y recuperar los valores ilustrados, buscó refugio en el conservadurismo más recalcitrante, utilizando para ello el concepto de nación a modo de palanca frente a Francia.

Para este nacionalismo orgánico, la nación es un concepto natural o presocial; una entidad que se materializa y desarrolla a través de una determinada población. El nacionalismo orgánico, pese a presentar delirios racistas desde su mismo origen, ha estado tradicionalmente centrado en la segregación lingüística. Y es normal, porque los alemanes de esa época—si es que acaso se puede hablar de «alemanes»—estaban fragmentados en una gran cantidad de principados con sus respectivos reyezuelos. A todos estos principados, rivales entre sí y con diferentes religiones y alianzas, solo los unía la lengua, con lo cual resultó astuto apelar a este rasgo, hasta entonces relativamente intrascendente, para unificarlos. De hecho, el nacionalismo orgánico no es mero tribalismo; es tribalismo paranormal, cuasi-religioso. Los italianos no hablarían italiano, sería el italiano el que hablaría a través de los italianos. La nación es concebida como un fantasma que habita en la población, pero que no se agota en ella. Tiene, además, su propia voluntad, su propia memoria y sus propias necesidades. No es de extrañar, entonces, que los nazis, herederos directos de estos misticistas del romanticismo alemán, hablaran de la necesidad de ampliar el espacio vital alemán, de sus derechos ancestrales sobre, por ejemplo, Bohemia o Alsacia, o que fueran especialistas en desarrollar las más enrevesadas estupideces a fin de justificar la existencia de una entidad tan absurda como la raza aria.

¿Cuáles son los límites de las tribus? En Ruanda, los tutsis y los hutus hablaban el mismo idioma, existía una enorme cantidad de mestizos nacidos de matrimonios intertribales, y había hutus y tutsis habitando con la otra tribu, siendo valorados y queridos en sus comunidades. La respuesta a esta situación por parte de los políticos fue muy sencilla: había que aplastarlos a todos. Ante cualquier tipo de sospecha de impureza tribal, ese individuo debía ser exterminado, dado que en él habitaba ya la semilla el árbol torcido—una idea que pone a los niños, especialmente su educación, en el centro de la cuestión tribal. Más de lo mismo respecto a los nacionalismos europeos. Por ejemplo, ¿eran alemanas las personas de ascendencia alemana que vivían en Polonia y tenían el polaco como lengua materna? ¿Son los catalanes que no hablan catalán verdaderos catalanes? ¿Son los vascos que votan al PP verdaderos vascos? Si queremos mantener la terriblemente dañina idea de «un estado, una nación», entonces va a ser muy complejo poder realizar definiciones de las naciones que puedan incluir a toda la población que cohabita un mismo territorio. En consecuencia, los estados-nación son auténticas trampas tribales. Infiernos de segregación con un nacionalismo agresivo y otro defensivo, que a lo largo del tiempo pueden ir intercambiando sus papeles entre sí. Pero no hay que perder de vista que estos estados-nación, todos, son entidades muy recientes. Los más antiguos superan por poco los doscientos años y han requerido de una fuerte presión política para ser creados. Famosa es la afirmación del portavoz del recién creado Reino de Italia de que “hemos hecho Italia; ahora tenemos que hacer italianos”. Para crear, en un sentido nacionalista, italianos, catalanes, gallegos o escoceses es necesario un largo proceso de construcción nacional: el establecimiento de un relato conjunto, de un otro, y de un sistema educativo distorsionado que implante todas estas ideas. En resumen, es necesario tanto el adoctrinamiento como la exclusión del que no encaja en la caracterización del fantasma.

Los relatos nacionales presentan dos características básicas: la exaltación de lo que se define como «propio» y el victimismo histórico. No hay ningún relato nacional comedido respecto a lo de puta madre que somos y que, a su vez, asuma la propia culpa respecto al sufrimiento de la población excluida. Los palestinos y los israelíes son víctimas, como lo son los croatas y los serbios, o los griegos y los turcos—un fenómeno denominado como «victimismo competitivo» en psicología social—, y todos, sin excepción, son los más valientes, inteligentes y guapos. Estos relatos nacionales, impulsados por los políticos de turno, además de generar enfrentamiento respecto al pasado y al presente, generan distorsiones cognitivas, en tanto suponen un filtro al interpretar las acciones de la población contraria. De este modo, si los turcos se muestran amables es porque traman algo, si a un catalán le responden en castellano es porque está ante un facha, si a un vasco le preguntan por la violencia etarra es porque lo están acusando de etarra. Una vez instaurado este filtro interpretativo, resulta muy complicado no seguir alimentando al fantasma, porque es un sistema capaz de validarse a sí mismo, inmune a cualquier tipo de crítica o evidencia contraria.

Uno de los ejemplos más rotundos de nacionalismo europeo destructivo lo encontramos en lo que antaño fue Yugoslavia, un estado federal que incluía a seis repúblicas, siendo las más grandes Croacia, Bosnia y Serbia. Las etnias iban y venían según la región. Serbia incluía a Kosovo, de mayoría albana, la Krajina croata estaba habitada en su mayoría por serbios, y en Bosnia había gran cantidad de serbios y croatas. Durante la existencia de Yugoslavia, bajo el férreo control de Tito, se impuso la pluralidad y un relato yugoslavo que hacía que los habitantes se sintieran croatas/serbios/bosnios pero, ante todo, yugoslavos. Sin embargo, el ímpetu nacionalista consiguió sus objetivos políticos y Yugoslavia saltó por los aires en un enfrentamiento de todos contra todos—únicamente se salvaron los eslovenos, que vieron venir a tiempo la avalancha nacionalista. Cuando estalló la guerra de exterminio, las consecuencias fueron terribles. Ante Pavelić, líder militar de Croacia, tenía una máxima respecto a los serbo-croatas: “Matar un tercio, expulsar un tercio y convertir un tercio”. Después de las atrocidades cometidas durante los múltiples enfrentamientos y actos de limpieza étnica, motivados por el odio nacionalista—unos crímenes de guerra que tuvieron lugar aquí al lado, a dos horas y media de Ryanair—, todo atisbo de convivencia quedó reducido a escombros. Fikret Alić, un superviviente bosnio, afirmó que “nunca vi ninguna diferencia entre un serbio o un musulmán o cualquier otra persona. Pero ahora no puedo mirarlos, ni saludarlos ni volver a vivir con ellos. Nos hemos querido durante cuarenta y cinco años, y en el año cuarenta y seis nos odiamos”.

La trampa tribal catalana

La trampa tribal catalana tiene absolutamente todas las características que han tenido todas las trampas tribales en el pasado. El nacionalismo como táctica política siempre funciona según la siguiente fórmula:

Enemigo externo + enemigo interno vs. nación

Para los nacionalistas catalanes, en su gran mayoría también independentistas, el enemigo externo está bien delimitado: el estado español al que tanto detestan pertenecer. Los españoles son vistos como todo lo malo que ellos, por supuesto, no son. Vagos, ignorantes, genocidas, pobres, corruptos, mafiosos, explotadores y expoliadores—porque Cataluña habría sido anexionada por la fuerza por parte de los castellanos, que serían un pueblo imperialista y supremacista por naturaleza. El enemigo interno también está muy bien delimitado: los catalanes, valencianos o baleares que no responden a la pureza del espíritu nacional. En este sentido, si vives en Cataluña pero tu apellido no es visto como propiamente catalán, o si hablas en español, o incluso si no eres nacionalista, entonces eres una entidad que afecta a la pureza de la nación, que la enferma. Pero hay un gran problema para los nacionalistas catalanes, y una gran alegría para la actividad neuronal de este mundo: los nacionalistas no son mayoría—la enorme mayoría de catalanes se identifican como españoles y catalanes a la vez, lo cual es algo bastante más que razonable desde cualquier punto de vista—, y los independentistas no han hecho más que decrecer en el tiempo. De hecho, no superan, ni de lejos, el 50% de la población. Pero ellos, los otros, el enemigo en casa, no son el pueblo catalán; el pueblo catalán son únicamente ellos mismos. Ellos, la expresión de la nación catalana, personifican al fantasma, y se arrogan la responsabilidad histórica de otorgarle el debido espacio vital exclusivo, de actuar como redentores paranoicos ante el ultraje al que la-Cataluña-fantasmal sería sometida por parte de sus enemigos. Todas ideas que, además de encajar con el espectro temático de Cuarto Milenio, resultan claramente totalitarias y atacan los principios básicos de cualquier democracia que aspire a garantizar los derechos individuales.

Es evidente que el barco a la deriva del nacionalismo catalán no pasa de ser una mera técnica de manipulación política. Quizás lo único peculiar que tiene respecto a otros tribalismos es su escaso nivel de sofisticación—la retórica, los líderes y las ideas de este nacionalismo son bastante cutres en comparación con otros nacionalismos europeos. En general, es un movimiento bobo, que no tiene ni media hostia intelectual o política, más allá de saquear presupuestos y enchufar afines en la administración pública, lo cual, no nos engañemos, constituye su principal objetivo. En el caso catalán, la arenga nacionalismo se traduce en un infinito coitus interruptus, en unos preliminares constantes de golpe de estado que nunca acaban en una buena corrida. Y ello se debe a que ni a CiU, ni al PP, ni al PSOE, ni a ERC, ni a los catalanes ni al resto de los españoles les conviene que el delirio independentista pase de ser un berrinche gilipollas, comandado por lo más gilipollas que uno pueda echarse a la cara en Cataluña y alrededores. Lo más gilipollas y, además, lo más corruptos. El PP y el PSOE han podido mantener así al bipartidismo con el apoyo de los nacionalistas catalanes, que recibe a cambio la vista gorda del gobierno central respecto a sus chanchullos milmillonarios. Que todo esto lo encabece un politicucho como Artur Mas, con el apoyo de gente rancia y rica que no ha salido mentalmente de Girona en toda su triste vida, y que finalmente hayan tenido que someterse a los fanáticos de la CUP, solo ha hecho que los nacionalistas catalanes se conviertan en el peor chiste de la Unión Europea. Todo un auténtico teatro del absurdo político para vender a cierta gente la autocomplaciente idea de que mean Chanel Nº5 y de que todos sus males son culpa de los demás.

Pero uno, que se las ha tenido que ver con abundantes catetos en su querida Valencia, está acostumbrado a escuchar siempre la misma réplica. “Sí, sí, lo de los Balcanes y lo de Fichte muy bien, pero lo de Cataluña es diferente. Ellos tienen seny, no me los vas a comparar con los montenegrinos o con los lapones”. ¿Por qué? Esto es siempre igual, el nacionalismo catalán no se diferencia de otros nacionalismos. Míralos bien: un freak show de corrupción, seguido por una gente que bien podría estar en la cienciología o convulsionando en una misa evangélica. La trampa tribal catalana es exactamente igual a cualquier otra trampa tribal de este mundo: una tribu que pretende colonizar la totalidad del espacio público en base a imponer sus rasgos, que considera superiores, a otra población local con tanto derecho como ellos participar de dicha esfera pública.

En Cataluña, desde hace ya un tiempo, podemos ver casos muy claros de búsqueda de pureza tribal. El Tinder solo para catalanes con opción de cribar entre nacionalistas y no nacionalistas, aplicaciones para poner estrellas de David en las tiendas que no usen la lengua bendecida por el dios-nación, o las familias que tienen problemas para educar a sus hijos en castellano por el totalitario, y poco efectivo, programa de catalanización infantil. Es muy jodido que uses una aplicación para prevenir que te la meta un descendiente de murcianos—y no solo porque en Murcia se folla mucho y muy bien, sino porque es una actitud simple y llanamente execrable—, o que consideres que alguien que te atiende en castellano no merece venderte algo, aunque sea una persona la mar de amable y que haga muy bien su trabajo. Pero si hasta han fomentado la inmigración árabe en detrimento de la latinoamericana porque consideraban a los primeros más catalanizables—un proyecto que ha sido, por el bien de la diversidad social, otro fiasco del nacionalismo.

Varias cosas al respecto:

1) ‘La palabra «catalán» es tanto glotónimo de una lengua como uno de sus dialectos, no un sello de autenticidad. El catalán es tan valenciano o balear como el valenciano o balear son catalán.

2) El castellano es tan propio de Cataluña como lo es el catalán, independientemente de su nombre. El castellano es la lengua materna y vehicular de la mayoría de los catalanes—únicamente el 33% de los catalanes tiene al catalán como lengua materna y únicamente el 22% lo usa en exclusiva para tomar notas personales, el mejor indicador de interiorización de una lengua.

3) Los productos culturales catalanes producidos en castellano son tan catalanes como los producidos en catalán. Y si el ruso fuera oficial y lengua vehicular de un gran porcentaje de la población de Cataluña, los productos en este idioma también serían tan catalanes como cualquier otro.

4) Las lenguas no tienen derecho a la vida. De hecho, las lenguas no tienen derecho alguno, eso es una grosera reificación. Los que tienen derechos son los hablantes de las lenguas. Un hablante de catalán tiene derecho expresarse en su lengua, pero no tiene derecho a que los demás también se expresen en ella. Nadie puede, ni debe, obligar a nadie a expresarse en una lengua. Hay normas de cortesía y capacidades lingüísticas variables, pero obligar a alguien a emplear una lengua vulnera sus derechos.

Respecto a esto último: las lenguas nacen, viven y mueren. Y este hecho no le importa una mierda a nadie que viva en esta realidad y no en otra. No es ningún drama. Las lenguas son herramientas que nos sirven mientras nos sirven y que abandonamos cuando ya no lo hacen. Importa lo que se hace con ellas, no ellas mismas. El castellano, la segunda lengua a nivel mundial en términos de hablantes nativos, es un auténtico elefante lingüístico. Se trata de una lucha que los nacionalistas catalanes jamás podrán ganar. Por más inmersión que pretendan instaurar, la gente seguirá acabando el instituto, un entorno lingüístico artificial, y empleará la lengua que más útil resulte y que más puertas abra, y en este sentido no se puede comparar a una lengua con 567 millones de hablantes en 24 países con una que ronda los 5 millones—la cifra de 10 millones que hablantes que defiende la Generalitat no se la traga nadie. Y es que, encima, esos 5 millones de hablantes también hablan castellano. Por pura inercia, por más que pretendan imponerlo en la calle, poco a poco el catalán morirá; como morirá el castellano el día que resulte inútil hablarlo. Y no será imperialismo o una teoría de la conspiración, sino decisión de los propios catalanes, que encuentran más útil como herramienta lingüística el castellano. Esto ya pasa en Valencia, donde el catalán, cuya incidencia ha llegado a ser residual, sobrevive enchufado a una máquina de imprimir billetes. Y estas cosas son marca España, no nos engañemos. Por ahí fuera sería impensable.

Otra cuestión importante, y aún más alocada que lo de “la única lengua de Cataluña es el catalán”, son los relatos nacionales catalanes, que han ido derivando en porquerías pseudocientíficas entremezcladas con clásicos inmortales como “España nos roba”, “los catalanes estamos emparentados con los suizos”, “Cataluña = Corona de Aragón” o “los catalanes no participamos en la conquista de América”, entre otros muchos hits del nacionalismo. Hay más desigualdad entre provincias catalanas que entre Cataluña y cualquier otra comunidad autónoma, y si Cataluña es una región con un gran nivel de riqueza se debe a haber sido industrializada en el contexto del estado español. Al fin y al cabo, Cataluña se han beneficiado enormemente de las infraestructuras y mercados de España, así como de la mano de obra proveniente de otras regiones menos industrializadas. Uno a veces mira los vídeos de los discursos de los nacionalistas catalanes y no puede dejar de preguntarse qué cojones se creerá esta gente. Es una comunidad llena de corrupción y endeudada hasta el cuello, con los mismos problemas generales que los cántabros, los castellano-leoneses o los madrileños. Además, ¿tanto se avergüenzan de su propia historia? A mí me parece una comunidad autónoma con una historia muy interesante, en algunos puntos francamente apasionante, así que me cuesta entender qué clase de complejo de inferioridad puede empujar a los nacionalistas a abrazar tantas estupideces, como las que propugna el aberrante, y financiado con dinero público, Institut Nova Història.

¿Son los catalanes diferentes al resto?

Vale la pena concluir este escrito haciéndonos esta pregunta. Una parte considerable de catalanes está, efectivamente, inmerso en una espiral de gilipollez integral. Una parte. Otros son gente tan válida como la gente válida de cualquier otro lugar de España y podrán ser, como todos, gilipollas por otras cuestiones ajenas al nacionalismo. Cualquier región del mundo podría caer en el pozo de manipulación ideológica en el que está Cataluña, aunque, a decir verdad, el panorama no pinta mal en el medio y largo plazo. Si bien es cierta la degradación política catalana, escenificada en ese bochornoso apoyo generalizado a CiU en sus procesos judiciales por corrupción—aquello de “son unos hijos de puta, pero son nuestros hijos de puta”—, de un tiempo a esta parte en Cataluña ya no se calla nadie. Una buena parte de los catalanes está harta de todo esto del nacionalismo y ha pasado a reclamar sus derechos. Este hecho, sumado al propio agotamiento del sueño de opio independentista, que es un auténtico cuento chino, me hace pensar que, poco a poco, quizás con el pasar de las décadas, los nacionalistas se verán arrinconados.

El nacionalismo es fruto del resentimiento y de nuestra naturaleza tribal. En este sentido, hay dos frentes posibles y deseables de contención del fenómeno. En primer lugar, es necesario evitar el resentimiento. Si Nelson Mandela es un tipo rescatable, es precisamente por su lucha por no humillar a los blancos tras la caída del apartheid. Desmond Tutu, una persona negra que vivió el apartheid en primera persona, contó al respecto: “estaba yo con ella (su madre) en la galería del hotel cuando pasó majestuosamente por allí un blanco, alto y con la sotana al viento. Se quitó el sombrero para saludar a mi madre. Quedé completamente desconcertado: ¡un blanco descubriéndose ante una negra! Eso no sucedía en la vida real. Aquel gesto me dejó una impresión indeleble. Tal vez contribuyera profundamente a hacerme percibir que éramos valiosos para Dios y para ese hombre blanco; tal vez contribuyó a que no me hiciera antiblanco a pesar del trato cruel que recibíamos de la mayoría de los blancos”. El respeto dignifica, es una aspiración humana natural y valiosa, y es algo que debemos fomentar en las relaciones entre españoles. No sé cuánta gente catalana ha tenido malas experiencias reales fuera de Cataluña, pero también hay gente, tanto de otras regiones como catalanes, que se han sentido agredidos por el discurso de segregación del nacionalismo. Yo estoy muy orgulloso de Cataluña, una comunidad autónoma que aprecio mucho y que he visitado gran cantidad de veces, donde tengo amigos, donde me he ido de fiesta y donde he visitado museos y paisajes maravillosos. Sería agradable y deseable recibir muestras de fraternidad por parte de los catalanes hacia el resto de España. Y, por supuesto, es necesario reconocer la catalanidad, sea lo que sea eso, en la pluralidad. No permitiría que nadie me dijera que soy menos valenciano que mis conciudadanos porque nací fuera de España y el castellano es mi lengua materna, y puedo entender lo mal que se sienten muchos catalanes que, siendo plenamente catalanes, no se sienten reconocidos por sus instituciones y representantes.

Es necesario que los gobiernos desarrollen políticas que garantices la diversidad, especialmente ahora que conocemos bien cómo se las gasta nuestra naturaleza tribal. Que la máxima institución del estado español en Cataluña, la Generalitat, haya olvidado sus deberes constitucionales constituye un atentado muy grave para el conjunto de los españoles, y deja en muy mal lugar al gobierno central, que lo ha permitido. Una tribu no debe devorar a las otras cuando suba al poder. Que existan padres catalanes con problemas para educar a sus hijos en castellano, o que los castellanoparlantes sean marcados por ello en su actividad comercial, es algo que no se puede dejar en manos de los siempre cambiantes gobiernos locales. ¿El mejor antídoto para no vivir encerrado en tu propio narcisismo, especialmente si tienes ideas como estas en la cabeza? Viajar y conocer gente diferente a ti. El contacto intergrupal es el mejor remedio para la discriminación y el prejuicio, al crear una vía de empatía y mutuo entendimiento. Si crees que Andalucía es una mierda, viaja a Andalucía, relaciónate con andaluces. O, al menos, visita tu peña local del Betis. Te aseguro que cuando estés sentado en una terraza del Albaicín tomándote unas cañas con la Alhambra de fondo se te va a quitar toda la tontería. Porque, lo que es aún mejor, resulta que todo el patrimonio de este país también es tuyo, no solo el  que reconoce como propio el nacionalismo. No me dirás que no es razón suficiente para ampliar las fronteras de la tribu.

Por Angelo Fasce

51 comentarios en “El fantasma de la nación: Los engranajes de la trampa tribal catalana

  1. And here we go…
    Que comience la tormenta de mierda xDD

    Lo de viajar… hay gente que es un saco roto, puede viajar por todo el mundo, aprender de otras culturas, idiomas e idiosincracias, y seguir siendo el más paleto de su pueblo. Un buen ejemplo de ello es Jared Taylor, que aunque nació y vivió en juventud en Japón, tiene muchos títulos y postgrados (algunos por universidades tan prestigiosas como Yale), no deja de ser muy distinto del típico sureño de Tennesse escupe-jarrones y cuelga-negros en sus ratos de ocio.

    Viajar no cura nada, da una posibilidad pero para quien tiene ya la mente predispuesta.

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    1. No viajar tampoco garantiza una mente provinciana y cerril, tenemos el ejemplo de Kant. Y terminamos el capítulo de las excepciones obviando a los turistas del todo incluído y la birra en Benidorm. Dicho esto, viajar ayuda y enormemente. Las becas Erasmus han hecho más por la unidad de Europa , o mejor, de los europeos, que la misma moneda, aunque haya colado algún paleto recalcitrante. Como cualquier medicamento, viajar no es una garantía de cosmopolitismo, pero atuda un huevo.

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      1. Deberás saber que el señor Kant era bastante racista (con los negros) y antisemita , pero eran esos tiempos y se le perdona todo………..

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    2. No es infalible ni conozco estudios al respecto, pero viajar abre mucho la mente. Especialmente cuando viajas y conoces a gente de fuera y te relacionas con ellos. Quizás aquí podríamos debatir la definición de ‘viajar’. Para mí viajar con la mente cerrada y sin relacionarte, como hace algún que otro cenutrio, no es viajar.

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  2. Genial artículo.

    Necesario releer unas cuantas veces, sobretodo para aquellos que hemos «comprado» en algún momento algunos de estos argumentos de exaltación y victimismo histórico.

    Me declaro fan absoluto de los vídeos de la versión catalana de la conspiranoia y del Nostradamus del Empordà.

    Respecto al tema de la lengua, me gustaría saber tu opinión sobre lo siguiente:
    Existe una voluntad de conservación y restauración del patrimonio cultural, por ejemplo en edificios históricos. Se trata de una conservación en parte artificial porque ya no responde de forma eficaz a su función, pero no totalmente artificial pues se reformula el uso para que no sea un simple monumento. Es decir, su conservación se centra en que siga siendo útil. ¿Tiene algún sentido trasladar esto a la lengua?

    Un saludo.
    Ruski ruski!!

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    1. El Nostradamus es grandioso. No sabía muy bien dónde ecajar el video en el texto, así que lo puse el primero únicamente porque es una maravilla y porque ese hombre se merece un abrazo muy fuerte.

      Sobre lo de la lengua y los edificios, lo cierto es que es un tema muy interesante que nunca me había planteado. Supongo que restaurar patrimonio monumental es algo que no vale tanto dinero y a lo que se le puede dar uso o sacar rentabilidad (hacer un museo, una facultad o incluso venderlo como viviendas a buen precio). Todo depende de cómo enfoques lo de la conservación de ese patrimonio. Yo estaría totalmente en contra de que un ayuntamiento se gastara millones de euros en rehabilitar edificios para luego dejarlos criando hongos y, pasados años, tenga que restaurarlos una y otra vez. Lo mismo pienso de las lenguas. La gente que habla catalán tiene todo el derecho de mundo a expresarse en su lengua, es un derecho constitucional que no estoy dispuesto a poner en entredicho, pero llegará un punto, que creo que aún no ha llegado en Cataluña y está cada vez mñas cerca en Valencia, en el que mantener todo el sistema de subvenciones al catalán será un dispendio algo absurdo de dinero.

      El agotamiento del valenciano ya se ve en muchos indicadores. Casi no se publica en ese idioma, los grupos en valenciano de las unis son evitados o sufridos, la producción cultural, como la música, no es que tenga mucha calidad que digamos, siendo sobre todo bandas de verbena y en las zonas más pujantes de la Comunidad Valenciana va siendo exótico escuchar valenciano. Aún hay cierta masa de hablantes, pero en 20-30 años veo la cosa muy jodida.

      ¿Sería una pérdida cultural que se perdiera el valenciano? No lo sé… también depende, supongo. Para mí no, porque lo importante es lo que se haga con las lenguas, así que mientras en Valencia haya producción científica, literaria, artística, mientras sea un polo de producción cultural (algo que debemos comenzar a tomarnos en serio), por mí perfecto. Sería una putada que se cayera el Miguelete por la propia gravedad, pero si mantenerlo en pie nos va a costar una millonada y sangre y sudor, pues oye, túmbalo y contruye algo que nos resulte más ventajoso. No un MacDonals, pero podemos pensar en algo enriquecedor y funcional. La vida ya es lo suficientemente jodida en cualquier idioma como para encima complicarla más.

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  3. Sinceramente creo que este tipo de entradas no ayuda precisamente a entender el problema catalán.

    Se muestra una parte muy minoritaria del nacionalismo (la más extrema y torpe, con el que muy pocos catalanes se sienten identificados), como si fuera lo más habitual. No es así. También ahonda en la idea de que hay dos bandos enfrentados en Cataluña. Tampoco es así. O que el separatismo es una idea racista y aisladora, cuando es un movimiento transversal, integrador y europeísta en su gran mayoría.

    Muy pocas familias tienen sus raices en Cataluña a más de dos/tres generaciones vista. Pensar que hay un movimiento real para expulsar a los que no cumplan estos requisitos es de locos. Y efectivamente el 60% de la población es castellanohablante de nacimiento. Por ello habría que meditar de porqué el voto al SI llegó a casi el 50% (y volverá a llegar si hay otra crisis) y casi un 80% de la población quiere votar; es decir: una gran parte de los que desde fuera se venden como oprimidos, realmente son impulsores de este movimiento.

    También se insiste en el tema manipulación: pero una cosa es subirse a un tren -que es lo que ha hecho CDC- y otra haberlo fabricado. Propaganda de principios del siglo XX pasaría por actual, e incluso del siglo XVIII (como el Memorial de Greuges de 1760) ya dan cuenta de los desencuentros historicos. Barcelona es de las pocas ciudades (que yo tenga constancia) que tuvo durante 150 años dos fortalezas para su vigilancia -por lo que decían, lo suficiente cercanas para que con un cañón se pudiera alcanzar cualquier barrio. Y muy importante: el SI a la independencia fue cayendo en los 80’s y 90’s hasta la crisis, donde tuvo el repunte (a mediados de los 80 estaba sobre el 35% y en los noventa cayó al 30%). Si la causa fuera la educación y la manipulación sostenida, el sentimiento independentista hubiera tenido una tendencia alcista: y no fué así.

    Aparte, es muy mala cosa documentarse con vídeos de la web “Dolça Catalunya”, muy poco recomendable para sacar nada bueno. No soy muy activo en las redes, pero una vez vi un artículo en esta web en la que pretendía dar veracidad a una teoría de que el Día de la Hispanidad fué creado por un catalán, me imagino en un intento de reforzar la idea de ‘pasada hermandad rota’ (la teoría viene, por lo que se, de Javier Barraycoa). La teoría es totalmente falsa: le atribuye el dia de la Hispanidad a Frederic Rahola, político y pensador catalán. Era impulsor de “El Centenario de las Independencias Iberoamericanas”, celebración del centenario de la independencia de una buena parte de las colonias (1811) y que no tiene ninguna relación con “El Dia de La Raza”, origen real del día de la Hispanidad y que celebra la conquista de America. Lo señalé y me censuraron el comentario. Esta web (“Dolça Catalunya”) cae en las mismas manilaciones y tergiversaciones que los vídeos aquí presentados, como los del impresentable Victor Cucurull y su “Institut Nova Historia” que nadie se toma en serio. Pero al menos yo no haría una entrada de blog con vídeos de Cucurull como aporte a mi causa.

    Un poco decepcionado, la verdad.

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    1. La parte del nacionalismo que se muestra en el artículo, es la que hay. Ésta es la suficiente para cometer el inmenso daño que está produciendo a todos los españoles, más aún a los ciudadanos catalanes, – recordemos que son todos-, de enorme gravedad. En cuanto a los protagonistas de los vídeos, son efectivamente representativos de lo que está ocurriendo, en la medida en que, en cualquier caso, sean o no estrafalarios, suelen venir acompañados del silencio, la permisividad y complacencia del poder y también de una parte de la población, tanto fuera como dentro de la comunidad autónoma de turno, pero la suficiente como para que finalmente consiga que estos individuos hagan una de sus funciones, que es la de amedrentar y atemorizar a la población. No es la primera vez que ocurre esto en la historia, por desgracia hay cosas que se repiten. Pensar que los fanáticos son unos pocos, de forma que consecuentemente el resto son necesariamente razonables y justos, no se corresponde con la realidad. Recuerdo cuando muchos políticos, entonces no separatistas y ahora sí, hablaban es este sentido hace treinta años, cuando decían que no pasaba nada, que lo único que querían era participar en la “gobernabilidad” de España, pero que querían defender sus intereses pacíficamente, pero dentro de España, sin mayores pretensiones, que eran moderados, etc, etc. Y ahora, cuando se sienten más fuertes, o mejor dicho, cuando han visto un hueco en la debilidad en el gobierno, estos mismos se saltan la ley, se ríen de ella, y expresan su desprecio a ésta, amenazando, impunemente por cierto, a los que no piensan como ellos. Aún se debería hablar más, en especial y sobre todo, del tema de la violencia consentida o impune, más que de vídeos.

      La manipulación, característica y propia del nacionalismo, del nacionalismo del que estamos hablando, claro, supongo que salvo escasas excepciones, digo escasas por desconocidas, es tan notoria, que creo suficiente con decir cosas tan simples y sabidas por todos, como lo frecuencia con la que las televisiones y medios de comunicación autonómicos tienen directrices que fomentan el separatismo. Y que tanto la prensa, como la cultura, afines, disponen de subvenciones, sin las cuales muchas de ellas no subsistirían un solo día, o condiciones de empleo favorables. La manipulación ha llegado a punto, por ejemplo, de promover toda una campaña publicitaria, con el dinero de todos por cierto, alabando las ventajas de ser separatista, con exhibición de paisajes idílicos y perfectos; televisión, radio, prensa, subvenciones. Y la educación, con libros de historia con falsedades u omisiones, simple aleccionamiento político desde la infancia. Las estadísticas oficiales que manejan, no dejan de tener similitudes con los protagonistas de algunos vídeos. Claro que hay más, los delatores, por ejemplo, o el CAC, organismo creado con capacidad censora, por partidos afines o colaboradores a dichas ideologías, a pesar de las denuncias de los que no lo son. Las quejas recibidas merecerían capítulo aparte.

      Afortunadamente y pese a tamaña presión, existen algunas voces, que son muy pocas, quizás por el riesgo que se corre, como la de “Dolça Catalunya”, al alcance de quien precisamente quiera documentarse, de quien quiera saber lo que está ocurriendo. Los vídeos y noticias que se exponen allí, ocultados por otros medios, no son creados por la página en cuestión, sino que son sus propios protagonistas, los autores de lo que ellos mismos dicen o hacen, a menudo apoyados por, o en connivencia con, la clase política de turno.

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      1. Hola Antonio.

        Todo el mundo (o al menos mucha gente) se define como demócrata; y no duda a decir que la opinión de la mayoría es una forma legítima de decidir hacia dónde hay que ir. Lamentablemente, casi la misma cantidad de gente mantiene eso hasta que esa mayoría opina lo contrario que ellos, con lo que de repente esas opiniones «ya no son válidas». Y para invalidar esa opinión, ¿qué mejor que tacharla de tergiversada o manipulada?. Si alguien ha sido victima de la manipulación, no está en posesión de los datos o de las facultades que le permiten opinar coherentemente, y por tanto, no debe contar.

        Aludir a la manipulación del contrario normalmente es señal de que no hay argumentos para defender una opción propia. Por ello, caer en el argumento de «los otros están manipulados» es algo que evito personalmente. No porque crea que entrando en este resbaladizo campo tengo las de perder (por mucho que digamos que TV3 manipula -como todas-, no deja de tener un share sobre el 10% -si llega- en toda Calalunya, con lo que casi el 90% de la tele visionada no es TV3). Y creo que es más que evidente que la población española fuera de Catalunya está mucho más expuesta a un «pensamiento único» que el ciudadano catalán.

        El tema catalán es tema de sentimientos. El sentirse catalán (y no español) es fruto de la manipulación, exactamente igual que el sentirse español y no francés. Será una manipulación del siglo XX, o heredada del siglo XIX, o que viene del siglo XV; da igual. La historia de Catalunya está mitificada en gran parte; igual que la de España, la de Francia y la de Alemania. Y la mitificación de la historia viene de hace muchos siglos.

        En definitiva, pensar que tú estas manipulado y yo no, es como decir «mi Dios es verdadero y el tuyo no». Es una discusión sin sentido, y es una de las razones por las que esta entrada de blog es tan prescindible, al menos en una región como Catalunya en la que es evidente que nadie tiene la exclusividad de los medios.

        Eso no significa que entonces «esto de los sentimientos no tiene sentido, es inconmensurable, y no hace falta seguir hablando»: el sentimiento identitario de pertenencia a un grupo es tan humano como el respirar, y tenemos que aprender a convivir con él.

        Lo que queda real y palpable, pese a quien pese, es que hay un sentimiento real en una parte muy significativa de la población (provocado por lo que cada uno quiera ver), y un porcentaje de población mayoritario que quiere decir algo (manipulado por quien cada uno quiera culpar). Que cada uno lo respete o no; pero sin excusas ni sin meterse en debates sin fin. Al final, si todo es fruto del engaño y la manipulación y de ahí no salimos, sólo queda decir que también es culpa del otro bando que no ha sabido manipular mejor (y, en este caso, poder ha tenido de sobras: el 90% del share – el 100% hasta 1981).

        PD: «Dolça Catalunya» es una web que censura sistemáticamente cualquier pensamiento discordante. Incluso en TV3 se da algo de voz a los contrarios.

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      2. Hola Adria:

        La manipulación es algo que se puede medir, es perfectamente objetivable. En Cataluña no solo existe TV3, sino otras cadenas, muchísimas emisoras de radio, e importantísimos periódicos de enorme tirada, de hecho los de mayor tirada, que son subvencionados o incluso mantenidos por la Generalitat, cuando no directamente dirigidos, de forma que algunos sencillamente no sobrevivirían de no ser así. No contenta con ello la Generalitat creó el CAC, cuya actuación según muchos, desde luego no opinan así en TV3, es de auténtica censora, acabó con algunos de los pocos que discrepaban del nacionalismo.

        Es muy fácil saber a través de la red de internet, cuanto dinero reciben todos ellos de los fondos públicos, por cierto nuestro dinero, también mio, y hacer un seguimiento de sus noticias y actuaciones para saber que el nivel de manipulación que tiene, es casi total.

        No Tengo más remedio que decir, que es tan abrumadoramente superior al de cualquier otro tipo de poder público en España, y eso que en el resto hay manipulación en cantidad, que creo que a quien no lo vea por sí mismo, de poco sirve que yo se lo muestre.

        Luego tenemos la educación, triste capítulo aparte, que entra ya de lleno no solo en la manipulación sino en el adoctrinamiento absoluto con el agravante de obligar a los alumnos a seguir esas enseñanzas. He tenido la oportunidad de ver muchos de esos textos absolutamente falsos y que incitan al odio directamente sobre el resto de España. Los he visto como también he conocido a profesores, y periodistas también por cierto. No es una sensación.

        Dices que hay quien se define como demócrata y luego no lo es, queda muy bien decirlo, pero no tendrías que decírmelo a mí, que ya lo digo yo solo, sino no a los nacionalistas separatistas, que son de momento los únicos que han decidido por su cuenta qué mayorías son buenas y cuáles son malas, de la misma forma que sus dirigentes, como la Presidenta del Parlament, decidió por su cuenta, pues al menos así lo manifestó públicamente, quienes son catalanes y quienes no, en función del partido político que votaban. Algo que, por otro lado, es un pequeñísimo botón de muestra.

        Sentimientos tenemos todos, no solo los separatistas, también los demás, y no puede esgrimirse esa condición como base para acabar con las leyes o no cumplirlas, creo que es evidente. Pero llegado un caso, mi sentimiento vale lo mismo que el de todos. Y recuerdo que todos, es todos.

        Hablas de una «parte significativa de la población», pero es que hay también otras «partes significativas», y luego hay algo que es lo que forman todas las partes a la vez, que es lo que siempre olvidan los nacionalistas separatistas, y que es tan evidente y claro, que creo que lo olvidan porque no les interesa, sencillamente.

        Comparar a Dolça Catalunya con TV3, no sé que sentido pueda tener, salvo para comprobar como unos ciudadanos de a pié, con su dinero y tiempo, dan a conocer sus opiniones, mejores o peores, pero de forma privada y particular, a su costa y a su riesgo, que salieron de la soledad y frente al poder, con las opiniones muy en especial de los «foreros» que como en este blog opinamos, han proporcionado, tantísima información acerca de lo que ocurre en Cataluña, y de lo que tienen que soportar los no-naciononalistas, frente al absolutismo y desinformación exhibidos por esa televisión dirigida, manipulada y censurada por el poder público, en este caso hasta ahora pro-nacionalista, pero con nuestro dinero, también con el mío, y acaparando su estatus de pública y oficial, así como los canales de telecomunicación televisiva que son limitados y exclusivos, con presupuestos millonarios y dirigidos por intereses políticos hasta puntos desorbitados.

        Yo no me creo que en poder de la verdad, al contrario de gran parte del nacionalismo-separatista que hay en España. Por supuesto es mi modesta opinión. Pero creo en la razón, como una de las bases más importantes del diálogo verbal, y la razón tiene unas reglas.

        A veces parece que todo esto es al final repetir y repetir, pero quizá es mejor informarse, también en Dolça Catalunya, por ejemplo, donde, por cierto, explican muy bien que ha surgido un movimiento, que en TV3 están ridiculizando lo poco o prácticamente nada que lo han nombrado, y que consiste en reclamar Tabarnia como autonomía, una propuesta por supuesto dentro del marco legal, una simple división regional, bajo las mismas leyes de todos los españoles.

        https://www.dolcacatalunya.com/2017/12/las-10-comarcas-mas-nacionalistas-reciben-21-las-subvenciones-solo-aportan-4-del-pib/

        Un saludo.

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  4. Muy buen artículo.
    Sobretodo la parte intermedia donde analizas el fenomeno nacionalista en general.
    Aunque el primer párrafo esta escrito, según mi humilde opinión sobre una base muy emocional (que casi me ha hecho dejarlo) y la parte catalana donde, creo también, que le falta amplitud de vista.

    Intentaré exponer algún punto de lo que encuentro a faltar tanto en lo general como en lo particular del tema catalán.

    1) “la nación inventada”
    Hay pocos libros críticos con un determinado nacionalismo que me hayan resultado interesantes, pero uno de ellos ha sido “La nación inventada” (https://www.casadellibro.com/libro-la-nacion-inventada-una-historia-diferente-de-castilla/9788499420479/1779715)

    ¿porque?
    Porque esta escrito por dos periodistas nacidos en castilla (Burgos creo recordar) , que analizan criticamente la historia de su propia nación.
    Esto es muy raro… y a la vez muy sano.

    Analizar criticamente la propia nacionalidad es el primer paso a la propia curación.
    La mayoría de los libros criticos con algún nacionalismo se suelen escribir desde una postura nacionalista “antagonica”… y eso le quita merito intelectual, según mi opinión.

    2) La lengua.
    Desgraciadamente es así, la lengua es utilizada como una herramienta politica de uniformidad y afirmación ancional.
    Pero no solo pasa con el hecho catalán, pasa con muchas lenguas empezando también con el castellano.

    Hubo una anecdota con este tema que siempre me ha quedado marcada.
    Hubo un programa de televisión (o me acuerdo cual) que investigaba la relación entre Portugal y España.
    Resultaba que los portugueses sabían algo (o mucho) de castellano pero al revés no pasaba. No había ningun castellano que entendiese ni quisiera aprender portugués.
    La razón que daban se podía resumir en lo que dijo uno de los entrevistados por la calle (un turista en Lisboa);” Es normal que los portugueses entiendan el castellano ya que lo hablan casi 500 millones pero yo no tengo porque hablar el portugues que no me aporta nada”

    Esa repuesta es horrorosa y denota un sentimiento nacionalista respecto a la lengua castellana muy siginificativo y muy triste.
    Y es horrorosa primero por la falta de respeto hacia el otro y también por la falta de cultura ya que es verdad que el castellano lo hablan unos 420 millones de personas (arpox.) pero también es cierto que el Portugues lo hablan unos 220 millones de personas (arpox.)… y creo que aún siendo poco mas de la mitad, no es un numero nada despreciable para tratar así una lengua.
    Eso denota una cultura muy endeble y centrada en uno mismo (muy nacionalista)

    Sobre el respeto al otro también, como he dicho, la respuesta según mi gusto , es muy triste. Cuando he ido de ciaje a paises pequeños, sé que me puedo relacionar perfectamente en ingles. Pero igualmente suelo llevar un pequeño diccionario con palabras y frases locales.
    Cuando intento hablar en la lengua local la gente cambia la cara y se emociona, ¿porque? porque te puedes entender en ingles, pero el esfuerzo de decir una frase en su idioma denota un respeto por su lengua materna, familiar, querida… y eso abre muchas puertas.
    Despreciar por sentmiento de superioridad otra lengua no genera mas que rechazo ya que esta ligado a los sentimientos mas familiares e intimos.

    Por último, sobre este tema, hay un video que encontré sobre el nacionalismo linguistico español de un profesor de la Universidad Autonoma de Madrid que da el la Universitat Oberta de Catalunya y donde desmonta los mitos de superioridad de la lengua castellana.

    Creo que este video es muy interesante porque ayuda a desmitificar justamente eso, las lenguas como banderas nacionalistas y no como lo que son; vehiculos de comunicación y entendimiento.

    3) “el otro nacionalismo también aporta”
    Por último comentar un punto sobre el “nacionalismo catalan” que creo que no se ha tomado en cuenta.

    Y es que el nacionalismo catalan necesita a otro nacionalismo delante (el nacionalismo español anticatalan) para alimentarse… los dos se autoaliemntan.

    Pondré un ejemplo , de los muchos que hay, que denota un esperpento llegado al limite.
    En una de las ultimas campañas en España , en un mitin del PP andaluz, un mienbro de la ejecutiva del PP andaluz llego a decir para atacar a Albert Rivera de Ciudadanos; ” “No quiero que a Andalucía se la mande desde Catalunya, ni un presidente que se llame Albert””
    http://www.elperiodico.com/es/noticias/politica/arremete-contra-ciudadanos-quiero-que-andalucia-mande-desde-catalunya-4011957

    Es un esperpento en todos los sentidos pero creo que muy aclaratorio.

    Albert Rivera y Ciudadanos son tildados por una parte del electorado catalan (sobretodo nacionalista catalan) de nacionalistas españoles.
    Que desde el nacionalismo español se ataque a un partido (y su presidente) descalificandolos por el mero hecho de ser catalanes es para implosionar cualquier cabeza minimamente sensible.
    Y no fué solo lo que el politico andaluz dijo, sino lo que aplaudió todo el auditorio.

    Y este es el ejemplo mas esperpentico pero hay muchos otros que fomentan al nacionalismo que esta enfrente aliemntando el desencuentro fomentado por politicos interesados en el voto y el corto plazo.

    No, no creo que solo sea problema de uno de los nacionalismos sino de los dos , de todos… porque la acusacion y la descalificación de uno hace que el otro alimente su victimismo enfrente de los suyos.

    Y… ¿que fue antes?,¿ el huevo o la gallina?
    Los dos, todos, cualquiera… creo que ha sido una espiral de politicos cortoplacistas sin escrupulos que influencian a su tribu en busca de sus votos sin importarles las consecuencias del enfrentamiento generado.

    Es como un caso personal en un pueblo de un amigo de Soria.
    Al dia siguiente de una juerga y con resaca fuimos a comer al restaurante de la amiga de mi amigo soriano.
    Mientras nos servia empezo a criticar muy duramente a los catalanes con generalidades absurdas y tipicas de las que se dicen para descalificar en general.
    Estuve a punto de irme pero me calle e hice notar mi descontento a mi amigo después.
    Por la noche, de fiesta por el pueblo, la amiga del restaurante apareció otra vez pidiendome disculpas por su comportamiento (se paso tres pueblos).
    Me dijo que los mejores clientes de su restaurante solian ser catalanes (los que menos problemas solian dar y mejor pagaban) y que estaba enfadada porque no habia podido presentarse a oposiciones en cataluña por no saber catalan.
    Ok.
    Ese era el tema. Pero esa frustación no hay que pagarla con el primer catalan que pasa utilizando las descalificaciones del nacionalismo español anticatalan y menos sin saber que piensa el que esta delante tuyo.

    Ejemplos, como digo, hay para aburrir en todos los casos y en todos los nacionalismos.

    Es muy dificil no ser nacionalistas sin caer en otro nacionalismo… en definitiva no ser de ninguna tribu porque estar fuera de las tribus hace mucho frio, hay mucha soledad…

    Pero trabajar por la ilustración y la intelectualidad es necesario, aunque hay veces como en el 12 de Octubre español, el 11 de septiembre catalan o el 4 de Julio ianqui (por poner ejemplos) cuando uno ve el colorido de las manifestaciones y su alegría autoafirmativa que siente envidia de tanta seguridad en la tribu.
    Pero se pasa pronto, por suerte.

    Siento este comentario tan largo que pueda servir para la discusión.
    Y , a pesar de mis criticas puntuales, repito que me ha gustado el artículo.

    Saludos

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    1. Creo que entiendo tu preocupación, pero no creo que sean así las cosas. Enfrentas a Cataluña con España, como sin fueran dos regiones distintas y a la par, cuando no es así. Cataluña, igual que la Soria donde estuviste, son, junto al resto, las que forman a la propia España, y ésta representa el total de as regiones que la componen. Es decir, no existe una España aparte. Si fuera así, entonces, siguiendo estos ejemplos, para un soriano descontento, Cataluña podría ser España, para él, y así sucesivamente. Algo sin sentido.

      Todo lo que comentas, en mi opinión, se reduce a simples y no tan simples, rivalidades o conflictos, que existan entre las diferentes comunidades, sin más. Las naciones, al igual que las lenguas, no son inmutables, pues son una creación de los hombres a lo largo de su historia, y han dado lugar a las naciones que en la actualidad hay en el mundo, así como a unas lenguas con las que los ciudadanos que componen esa nación se entienden entre ellos. La historia, sin embargo, no es una pura creación, al menos dicho en ese sentido, sino que es más bien lo que ha acontecido, y no se puede utilizar como un juguete y cambiar al gusto.

      El problema surge cuando algunas personas creen tener un derecho natural e inmanente a decidir, por su cuenta, a hacerse únicos y exclusivos dueños de una determinada tierra, con la curiosa forma de negar a los demás puedan ese privilegio. A partir de ahí, continúan con la creencia de que pueden utilizar cualquier medio que se les antoje, para conseguir su objetivo, y eso, es lo que está ocurriendo en algunas regiones de España.

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  5. Por cierto,
    Otra visión del nacionalismo es el humor como el de David Broncano en su especial de LocoMundo.

    En este humor se dicen verdades que de otra forma suenan peor y un buen indicio de lo que creo que es una postura sana es empezar la critica, analisi y humor por uno mismo o por la tribu donde en principio perteneces a pesar del enfado que puedes provocar.

    Y no es la única critica humoristica a la propia tribu ya que existen programas como la vasca «Vaya Semanita» pero son menos de las necesarias.

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  6. Lo siento por haberlo leído en diagonal. Ahora mismo no puedo permitirme mucho más. Entenderé si no contestas.

    Te hago unas cuantas preguntas que quizá parezcan desconectadas:

    Cuando dices que el castellano es tan Catalán como el catalán, es porque para ti «Catalán» es una pura pertenencia administrativa? [Nota: La mayúscula simplemente es para diferenciar gentilicio y lengua, sin más intención.]
    No crees que a veces es útil [si no necesario o incluso inevitable] usar un «catálogo de pueblos del mundo» compartido? Sabiendo que esto es una simplificación de la realidad y que por tanto, en los casos límite [que pueden ser la mayoría] creará conflicto? Tú, en algún momento, has explicado o comprendido algún fenómeno en base a naciones o pueblos? [Es lo mismo nación y pueblo?] Crees que existe el pueblo gitano?
    Cuántas lenguas oficiales tiene que tener un país? Cómo deben elegirse? Debe pesar de algún modo la tradición, debe ser una elección democrática o debe ser puramente estadística [en plan lengua mayoritaria]? Es posible no tener una lengua oficial de facto? [EEUU, que es el típico ejemplo, de facto la tiene, no?]
    Crees que la mayoría de los que se hacen llamar nacionalistas comparten esa definición de nacionalismo que incluye autoendiosamiento y «el otro»? Crees que el internacionalismo se opone al nacionalismo o es un sabor particular que toma este?

    Fdo: uno que ha viajado y vivido por el mundo de forma sensible con lo local, conociendo lugareños [incluso a su pareja de más de 10 años] y que en vez de «abrir la mente» se ha reafirmado: Igual que una lengua es un conjunto de isoglosas, un pueblo es un conjunto de iso-algo. Igual que el estatus de lengua es arbitrario, el estatus de pueblo lo es. Y aun así, igual que aceptamos que en España se hablan distintas lenguas, propongo que España está formada por distintos pueblos. El paralelismo lengua-pueblo, además, no es casual: nuestra versión del nacionalismo es un fenómeno mayoritariamente lingüístico. Y en España, desde el español [lengua de poder], se hace un nacionalismo-rodillo disfrazado de cosmopolitismo, economía lingüística, sentido común, buenos modales y otras perlas.

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  7. Los catalanes no son gilipollas, simplemente quieren votar, referéndum, democracia y no monarquía. Hablas de nacionalismo y olvidas el nacionalismo español.
    Los catalanes quieren que su idioma sea la primera lengua oficial en su país y no que las leyes se hagan en Madrid y en castellano. Tal vez si tu primera lengua fuera el catalán lo entenderías. Los catalanes no son unos ignorantes gilipollas, se han cansado de ser gobernados desde Madrid, por un estado que invierte más en las zonas castellanoparlantes y en la que comunidades con poca población tienen más representación.
    Referéndum ya y basta de gilipolleces.

    Conclusión del artículo: de nuevo Angelo en plan prepotente.

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    1. TODOS los catalanes de pro. Porque el 51% del 40% es absolutamente representativo para una nación.

      Obviamente sólo puedes comprender a otra persona si hablas su idioma, vives como él, etc… Porque la empatía, por ejemplo, será ciencia ficción.

      Ahora cambia Cataluña y Madrid por Valle de Arán y Barcelona, a ver qué sale.

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    2. Democracia es votar todos, no solo unos cuantos. Votar unos cuantos es análogo a una dictadura, en como una dictadura de un grupo, algo que no está muy lejos de las dictaduras propiamente dichas. España es propiedad de todos los españoles, entera, y no solo eso, sino que también hay unos derechos desde de los que la formaron hasta de los que vengan. Es simple. No se si hago bien en dar explicaciones, pues es algo tan sencillo que creo que el que no lo entiende es porque tiene los ojos tapados. A veces pienso si no será una cámara oculta en texto o algo de eso.

      Por tu regla de tres, que no deja de ser una simple falacia, dicho ésto sin ánimo de ofender, cualquier grupo de personas podrían votar entre ellos y tomar cualquier tipo de decisión, desde independizarse un barrio, una calle o hasta una pequeña finca y crear sus propias leyes, como podría ser legalizar el robo, y lo harían hasta que un subgrupo de ellos hiciera otra votación particular, y tus pretensiones se desvanecerían en un abrir y cerrar de ojos, pues te quedarías sin nada, o con lo que los demás quisieran permitirte.

      El nacionalismo al que te refieres como español, se puede decir que no tiene sentido ni existe, tal como lo expones, pues España es una nación formada por la historia desde hace muchos siglos y en cualquier caso es imposible enfrentar sentimientos de esa índole, pues España es el conjunto de todas sus regiones y pueblos, incluidos a los que tu perteneces, y no te gustan como son, es decir, en el sentido que son españoles, pero que que son los tuyos.

      Ya de paso. parece que hablas en nombre de los catalanes como si solo tú o los que piensan como tú tuvierais ese poder, costumbre clásica de los nacionalistas. Por ejemplo, para más de la mitad de los catalanes su primera lengua es el español, y en algunas localidades éste lo es para casi la totalidad. El uso de un idioma común en una nación soberana, es una necesidad que surge precisamente para el entendimiento común de los ciudadanos que la integran, de todos, por lo tanto, es el idioma de todos y no es una imposición.

      Curiosamente, y no tan curiosamente, pues también es clásico del nacionalismo, tus denuncias parecen sacadas de un espejo, pues son los nacionalistas los que no respetan a todos los ciudadanos de su comunidad, los que se gastan el dinero en «sus cosas particulares» de forma ilegal muy a menudo, subvencionan sus grupos, televisiones, periódicos, etc. y desprecian e ignoran a los que no son como ellos, por muy ciudadanos que sean con los mismos derechos, hasta el punto de no cumplir con sus obligaciones hacia éstos, a los que se refieren a menudo con odio. Es decir, es a sus propios conciudadanos a los que desprecian para luego hablar de los derechos de sus paisanos, pero parece que al final no quieren a todos. No cuadra.

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      1. No es cierto que democracia sea votar todos en TODAS las situaciones.
        La convivencia pacífica se basa en equilibrio, y en formulas pacíficas para sobrellevar las épocas de transición cuando se den las circunstancias que pueden hacer que una antigua situación de equilibrio sea impracticable.
        Si siempre, en todas las circunstancias, hubiera de votar todos, hay situaciones en la que ese equilibrio se rompe, la dictadura de la mayoría: cuando hubiera sistemáticamente una minoría que quedase perjudicada (nótese que no me estoy refiriendo al caso catalán: hablo en general). Por ello cualquier minoría ha de poder ejercer de alguna forma una respuesta, que afecte al todo, y que pueda defenderla de cualquier abuso.
        Esa respuesta es irse de esa mayoría.
        Por eso el ejemplo de legalizar el robo no es correcto, ni tampoco como decía Rafa Nadal, saltarse los semáforos. No se trata de saltarse los semáforos, sino de salir del coche. No se trata de modificar unilateralmente una ley DENTRO de un marco de convivencia, sino DEJAR ese marco. Y eso debería ser posible siempre; sino, se pueden crear situaciones de abusos, que son precisamente el origen de los conflictos, las guerras y los genocidios (y no el deseo de marcharse de una minoría).
        Lo curioso es que así funcionamos en TODOS los ámbitos de la vida, tanto individualmente como en grupo: nos casamos por acuerdo, nos divorciamos invidualmente. Nos contrata una empresa por mutuo acuerdo, podemos irnos unilateralmente. España está en la UE por acuerdo, pero se puede ir también sin pedir permiso. Curiosamente, a la que hablamos de naciones todo cambia: eso forma parte, precisamente, del nacionalismo (que se puede dar perfectamente respecto un estado soberano). Esa anomalía, que las reglas cambien con las naciones, y lo justifiquemos con la “soberanía nacional”, es algo a superar. Algo hay, ya que las leyes internacionales reconocen ese derecho, aunque sólo en caso de vulneración de los derechos fundamentales; lamentablente, el abuso se puede dar sin necesidad de llegar tan lejos.
        Personalmente creo que la superación de esa mentalidad es el siguiente paso en la evolución política de la humanidad, en su paulatina desacralización de símbolos y búsqueda de una convivencia auténtica en la que todos, indivualmente o colectivamente, tengamos formas pacíficas de defender nuestra dignidad.

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      2. Hola Capitán Minero, no solo no hay vulneración de derechos fundamentales, sino que la autonomía catalana, es una de las regiones de España que más tiene en todos los sentidos, en comparación con otras, incluso europeas y occidentales, siendo a la vez España uno de los países del mundo con mayor libertad y bienestar.

        De hecho, si yo tuviera que hablar de vulneración de derechos fundamentales me fijaría más que nada en la de los propios gobiernos nacionalistas hacia los ciudadanos que no lo son.

        Qué quieras superar el concepto de «soberanía nacional» es respetable, pero ya no puede serlo, en el buen sentido, que quieras sustituirlo por otra «soberanía» a medida y al gusto de unos cuantos, ignorando a los demás.

        Un saludo.

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      3. Por supuesto que es votar todos, y es que eso es precisamente la base de la democracia, no es un modelo perfecto, pues domina la opinión de la mayoría en detrimento de la minoría, pero es mejor eso que liarse a tiros, y aunque creo que es mejorable, de momento no conozco un sistema político mejor.

        Por otro lado, existen un as jerarquías en las leyes, de forma que la posibilidad de que a nivel local se pueda hacer una votación, ésta siempre deberá estar consentida por las normas de superior rango, elaboradas por todos. Esto creo que es más que elemental. Si esto no se entiende, es inútil explicar más. Algo parecido ocurre cuando alguien dice que una ley no la cumple porque no es justa y que no es justa porque a él en particular así lo cree.

        No hace falta robar, claro, era un ejemplo plástico, vista la dificultad que incomprensiblemente manifiestan los nacionalistas para entender que las leyes no pueden ser las que uno o un grupo elige sin contar con los demás. Si quieres tu ejemplo no ha problema, pues salir del coche no es algo en principio perjudicial a otros, claro, pero esa acción deberá estar consentida por las leyes, de forma jerárquica, hacia arriba, finalmente la Constitución, votada por todos, de nuevo. En este caso las leyes lo consienten puesto que está prevista la libertad de las personas de entrar y salir de los coches siempre que no contravengan el resto de normas. Ese consentimiento dimana de la Constitución que otorga libertades y derechos a los ciudadanos. Y esa Constitución la hicieron todos los ciudadanos.

        Tomarse la justicia por su mano es posible hacerlo, de forma violenta, pues saltarse las leyes es ya algo violento de por sí, más aún utilizando a policías, como se ha visto, pero el que lo haga y se autodisculpe está obligado a aceptar que los demás también pueden hacerlo y tendrá que disculparles. El final de una situación de actuar todos sin ningún freno ni medida más que lo que a uno le guste, «porque yo lo valgo», ya sabemos como acaba.

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      4. A mi entender, sí que hay un sistema mejor, y es el que se aplica habitualmente en TODOS los ámbitos excepto, precisamente, en el nacional: la posibilidad de que esa minoría tenga la libertad de abandonar el marco que la engloba.
        Lo que cuesta de entender, a mi parecer, es el punto de que no se está pidiendo el derecho a incumplir una ley: se está pidiendo el derecho a abandonar ese marco legal. NO es saltarse las leyes.
        Yo no quiero saltarme las normas de circulación; lo que quiero es tener la posibilidad de abandonar el marco donde hay que cumplir esas normas: salir del coche. Si el conductor del coche no quiere que me vaya, tendrá de intentar compensarme de alguna forma: ahí está la negociación y el equilibrio. A mi parecer, no se trata que todo el mundo pueda entrar y salir del coche mientras no contravenga el resto de normas (Constitución); es al revés: el resto de normas son de obligatorio cumplimiento mientras no se contravenga el que debería ser más fundamental derecho: la posibilidad de poder abandonar el coche.
        Otra analogía: si no se está de acuerdo con los precios de una tienda, no se está pidiendo incumplir el pacto y pagar menos (o no pagar): se está pidiendo el derecho a abandonar la tienda. Eso permite un equilibrio y evita los abusos: así el de la tienda sabe que no puede hacer lo que quiera con los precios, y yo compraré si creo que el precio es justo.
        Ese equilibrio sólo se consigue si la minoría tiene una fuerza compensatoria y plena libertad para ejercerla. Evidentemente, si una parte de un país se va, afecta a todos: pero precisamente ese es el punto; ¡ahí está la fuerza de las minorías!. Si no se puede ejercer, las minorías están a expensas de la buena voluntad o el sentido ético de la mayoría.
        Todas las votaciones locales han de estar sometidas a leyes de rango superior, sin duda… EXCEPTO si estamos hablando de votar salir de ese rango superior. Y eso, repito, funciona así en todos los ámbitos de nuestra vida menos el nacional/estatal. Quizás cueste de ver por ese sentimiento tan arraigado de nación y propiedad (ese grito de «Catalunya es de todos los españoles!»). Pero, y es curioso, eso acaba haciendo que en vez de que España sea de los españoles, los españoles seamos de España – y quizás de sus gobernantes (!).
        Así, la minoría tendrá que respetar las leyes de la mayoría MIENTRAS quiera disfrutar de las ventajas de estar dentro del ámbito de la mayoría; pero debería poder salir unilateralmente. Si la mayoría quiere conservar a la minoría, debería ofrecer un atractivo que le compense. Y debe ser algo pactado y voluntario: no puede ser impuesto por unas leyes que además sólo va a cambiar la mayoría si le conviene. Esto es lo que acaba en tiros.
        Alguien puede señalar que ningún estado actual ni pasado funciona así. Efectivamente; pero ¿acaso no es ese el problema? ¿alguien duda que Francia podría acabar con un lío como España?. Evidentemente que sí que puede: lo ha tenido y lo tendrá.
        También habrá quien diga que con esto entraríamos en una tormenta de divisiones. Pero tampoco estoy de acuerdo, de la misma forma que la liberalización del divorcio no fue el fin de matrimonio ni el despiporre general. Ninguna minoría se iría de un estado si está bien y le ofrece ventajas de verdad (aparte de que la soberanía no es un todo: hay muchas formas de ceder y recibir competencias).
        Los estados/imperios/naciones van a seguir cambiando y las fronteras van a seguir moviéndose, como hace milenios que pasa. ¿No sería mejor implementar mecanismos y salidas políticas para que todo eso se pudiera hacer de forma controlada, pacífica y pactada? (y no pretender que mágicamente los humanos extirpemos nuestro sentimiento tribal). Yo creo que sí: pero debe ser un pacto entre iguales. Y no hay pacto real si una parte está por principio sometida a la otra a la fuerza.
        PD: Personalmente creo que todo este embrollo se soluciona con un referendum pactado (y votado sólo en Catalunya por lo que he intentado explicar). Un saludo!

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      5. Gracias por mostrar tu opinión, pero creo que te confundes. Pones algunos ejemplos, una tienda, un coche, etc., de los que uno entra y sale libremente y comparas eso con el mundo.

        No es así. El mundo no es un coche o una tienda privadas, construidas o fabricadas por alguien. Aquí de lo que quieres salir es de una nación de la que son soberanos todos sus ciudadanos, todos, y de la claro que te puedes marchar, por supuesto (a Francia, por poner un ejemplo, aunque allí a las minorías no se las mima tanto) o siempre que te admitan en otra nación de tu gusto, lo cual no es problema, pues hay muchas en el mundo que te admitirán) pero lo que no puedes hacer es apropiarte y llevarte contigo una parte de España, pues es una nación que es de todos los españoles. Es bastante sencillo, pienso yo. Imagina que yo no estoy conforme con mi ciudad y digo que «me salgo», y me quedo con mi calle y luego un vecino dice que «se sale» de la calle y se queda con una manzana, etc. Es un disparate. Puedes entrar y salir, claro que sí, pero no llevarte nada que no sea solo y exclusivamente tuyo.

        Creo que es inútil hacer más cábalas acerca del futuro de las naciones, si esto no se entiende, puesto que insistir sobre la postura del separatismo que hay en España, es insistir en querer tener un derecho particular para uno propio, despreciando los de los demás, con lo cual de nada sirve que muestres las virtudes de tus deseos, puesto que esta postura está descalificada respecto a la de los demás, que sí respetan, en el mismo momento que se les ignora y trata como gente sin derechos. Es decir, se persigue un privilegio sobre los demás y al mismo tiempo se niega que los demás tengan ciertos derechos.

        En cuanto a la posibilidad o no de que eso se repitiera, que tú opinas que no habría peligro, es algo irrelevante a la hora de estimar la legitimidad del hecho en sí, que como he dicho, no tiene legitimidad alguna, sino todo lo contrario. Dicho de otra forma, con ejemplo: no se puede robar a otra persona, con la excusa de que nadie más lo hará después. No cambia las cosas. Sin embargo, la posibilidad de que se repita no solo es clara si lo permites, sino que la extiendes de forma universal, es decir, que va a tener efectos sobre todos, por supuesto, sobre los separatistas también.

        Luego hablas de tribus, no se si sabes como funcionan, simplemente imagina que estás en una tribu y les dices a los demás que te quedas con un trozo de la tierra de la tribu.

        Las fronteras pueden cambiar, claro, para ser diferentes o para ser muchas más, lo que según parece gusta tanto al separatismo, pero olvidas que también pueden desaparecer en un futuro, quien sabe si quizá para bien esto último. Pero en cualquier caso las fronteras tienen una historia detrás, fruto de la vida de muchas personas, y no son un capricho, y desde desde luego no son un artículo adquirido en el supermercado, o que te regalaron, y de las que uno, o unos, se apropian y hacen de ellas su lujo privado.

        Por último, no se si se ha leído, pero ha surgido una propuesta, legal como propuesta, que es la constitución de Tabarnia. A los nacionalistas ahora resulta que eso, que además es bastante simple, ya que sería una separación regional, es decir, sin estado, ya no les gusta.

        Aquí se explica un poco

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      6. Antonio, yo creo que la línea divisoria real no es entre nacionalistas catalanes y nacionalistas españoles (o españolistas y catalánistas): la línea divisoria real es la que separa a los que creen que los países son (o deberían ser) algo “sagrado”, indivisible y propiedad de todos sus integrantes, y los que no. Yo soy de los segundos, porque creo que la primera idea es el problema y la fuente de los grandes conflictos que han habido (o al menos parte de ellos); y de hecho es, o está mucho más cerca, del nacionalismo que muchos dicen denostar. Estoy mucho más cerca de un nacionalista español que dejase votar a los catalanes, que de un nacionalista catalán que no dejase votar un hipotético referendum de independencia de Gerona.
        Tu dices que el mundo no es un coche. Yo digo que debería serlo. No se trata de que no entienda que “España es de todos los españoles”: es que no lo comparto. Ni España ha de ser de todos los españoles, ni Catalunya de todos los catalanes. Vivo en Barcelona (provincia): ¿es Malaga mía?. Una ciudad en la que no he estado siquiera -de las pocas de España que me falta-…¿es mía?. ¿Qué es mío? ¿Sus montañas, que las han hecho la tectónica de placas, la lluvia y el viento? ¿Sus casas, que se las han pagado los malagueños con su trabajo? ¿Sus infraestructuras, que las han conseguido con sus impuestos?
        Los países actuales son meros accidentes históricos. Cambias una muerte, o una boda, o cuatro acontecimientos, y la provincia española sería Portugal y Catalunya un estado independiente. O España ni existiría. O el nacionalismo estaría en Aragón en vez de Catalunya. La única diferencia entre una bandera oficial y una que no lo es puede ser sencillamente que la primera ganó la última guerra (que no tiene porqué ser la última si seguimos empeñados en no dejar salidas políticas).
        Ser español o catalán sí es un regalo (o una maldición). No es algo que “te hayas ganado”. Es totalmente accidental.
        Conozco Tabarnia. Dejaría votar sin duda, si así lo desearan la mayoría de los ‘tabarnienses’: para ser una nueva provincia o para salir de España. O a Gerona. O a Sabadell. Porque el auténtico no-nacionalista es el que por mucho que sienta que su ‘tribu’ (*) sea España o Catalunya, no se siente propietario de ellos.
        (*) No hablaba de ‘tribus’ sino de sentimiento tribal. Los hombres son una especie tribal, territorial y jerárquica; como cualquier primate superior – y ojo, no lo digo yo: lo dicen los libros de antropología.
        Un saludo.

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      7. Hola Adria, el mundo no es un coche, aunque tú creas que debería serlo. Es bien sencillo, la vida es la qué es, no la que tú quisieras. Pensar que el mundo o la historia también son algo privado, particular y manipulable es un acto más de soberbia, dicho sea sin ánimo de molestar, en mi modesta opinión. Soberbia por otro lado siempre unida al nacionalismo. El coche sí tiene dueño, en el uso de la palabra tal como la hemos aceptado los humanos, al menos entre nosotros aceptamos lo que significa, pues de otro modo, es inútil conversar de nada.

        En cuanto al mundo, podríamos decir que no es de nadie, o que es de todos, según desde dónde lo mires, aunque para este caso es parecido, pero tenemos que convivir todos en él, nos guste o no, y para eso tenemos la historia y las normas humanas, por desgracia terriblemente injustas y hasta crueles, en algunos casos, y justas y bienhechoras en la mayoría de otros, y luego tenemos la ausencia de reglas humanas, que en realidad nunca existe esa situación, ya que siempre actuamos de una forma u otra, pero si llegamos a una falta grande de normas, llegamos a la barbarie, o la destrucción.

        Los países pueden cambiar, nadie dijo que no, pero lo que no pueden ser es un juguete a gusto del consumidor, puesto que olvidaríamos la historia que los creó y las reglas que lo rigen, es decir, todo.

        Creo que entendí perfectamente lo de «tribal» y a eso me refería, y es a ese punto de vista, al que contesté, puesto que que tribal es el comportamiento de la tribu, y aludí a sus reglas, es decir, que no es suficiente limitarlo a un sentimiento personal.

        Lo de tabarnia es una propuesta muy diferente, pues está hecha dentro del marco legal, y es una simple división regional, algo puramente administrativo, que dependería en todo caso de la soberanía del pueblo, de todos, con respeto a las leyes de todos, de la misma forma que Madrid es una comunidad autónoma por sí sola. La verdad es que lo he leido un poco por encima y aún no lo estudié a fondo y no me atrevo a opinar, aunque desde luego pienso que no es cuestión que pueda decidir un grupo de personas, por más que sean los que «temporalmente» vivan allí, sino que, nuevamente afecta al conjunto de todos los españoles, y son todos los que han de decidir, pero de momento es interesante como deja en evidencia al nacionalismo-separatista institucional y mediático, como a mi no me sorprende en absoluto, pues sé que el nacionalismo es así, y siempre ha sido así. Como supongo que habrás podido comprobar los dirigentes nacionalistas y sus medios, no han tardado descalificar cualquier división que no sea la «suya».

        Si es que es lo de siempre. No me sorprende en absoluto.

        Un saludo

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      8. (por cierto, Capitanminero y AdriaComos somos la misma persona – no está hecho a proposito; es que depende del dispositivo que use se me conecta de una forma u otra. Perdón por la confusión)

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      9. Hola Antonio

        Simplemente decir que creo que el mundo es como nosotros decidamos que sea (políticamente hablando).

        No quiero repetirme demasiado: entiendo tu postura legalista; pero creo que esa postura generalmente sirve paras justificar un nacionalismo de estado, idéntico a los nacionalismos periféricos que se denostan. Es decir: tu postura está más cerca de ser -o directamente es- nacionalista. Mucho más que la mía. Y es ingénuo -sin ánimo de ofender- pensar que por seguir la ley ya no se es nacionalista.

        El postulado «España es de todos los españoles» es nacionalista (e imperialista). Es un eufemísmo que realmente dice «los españoles somos de España»: no podemos abandonarla. Prioriza la nación por encima de sus habitantes; pasamos de divinizar a reyes y emperadores a divinizar la nación. Evidentemente podemos emigrar, pero somos territoriales; hemos de dejar atrás nuestra tierra y nuestras raices o someternos a la nación. O mejor dicho: a sus estructuras de poder, a las cuales ya le va muy bien este «patriotismo» exaltado. Les estamos haciendo el juego creyéndonos eso de que «son nuestras» regiones que no sólo no hemos pisado, sino que no tenemos ningún derecho de decisión sobre ellas.

        Efectivamente los nacionalismos, como irracionales que son, suelen exigir unos derechos que no darían a otros y cambián según la situación: por ejemplo, Tabarnia. De la misma forma, si España y Francia se fusionaran -violentamente o no-, y las leyes cambiaran dejando a España con mucha menos soberanía y con un papel secundario -quizá sometido- a la nueva «Franpaña» :), muchos legalistas dejarían de serlo (de repente no todo acabaría en «la ley»). Tampoco les haría gracia a muchos españolistas que, por ejemplo, la capitalidad pasase a Barcelona y la cúpula de gobierno pasara a ser mayormente catalana (y sin tocar ni una frontera).

        El gran problema del nacionalismo español es que es ciego a su propio nacionalismo. Como es ciego este artículo. No se puede dejar la gestión de un nacionalismo a las leyes (nacionalistas e imperialistas) de un nacionalismo superior: la cosa irá a peor. Por ello es imperativo un equilibrio más allá de este ámbito: el derecho a la autodeterminación.

        Resumiendo: personalmente creo que los habitantes de una región (sea Catalunya, Sevilla …o Tabarnia) han de tener derecho a decidir su futuro por encima de las leyes de mayor ámbito geográfico que incluya a esa región (que en cualquier otro caso, efectivamente, han de ser de obligatorio cumplimiento). Y eso, al contrario de lo que se afirma a veces, creará equilibrio:
        porque como ya he dicho antes, los grandes desastres no se producen por quererse ir, sino por la negación de un «ente contenedor» de ese derecho de esa minoría o «ente contenido». Exactamente igual que en cualquier otro ámbito vital (matrimonio, trabajo, etc…) -los cuales no tenemos problema en ver porque no hay nacionalismo imperialista que nos ciegue.

        Y si el mundo no es así, habría que dar pasos en esa dirección.

        Un saludo!

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      10. Hola Adriacomos:

        Siento no disponer de tiempo para responderte con mucho detalle. En principio, a pesar de que no quieres, acabas repitiendo lo mismo, a lo que ya respondí, por lo que me remito a lo dicho. Es una constante del pensamiento nacionalista, qué no digo que sea tu caso, el repetir y repetir las cosas, como si a fuerza de eso se pudiera conseguir convencer (o quizá convencerse) de lo acertado de su pensamiento.

        En cuanto a tus afirmaciones, son simplemente eso, afirmaciones, acerca de que cómo te gustaría que fueran las cosas, cómo, según tus gustos, deberían ser o dejar de serlo, o cómo según tus gustos las cosas son buenas o malas, y les pones calificativos como: eufemismos, nacionalista, imperialista, legalista, etc., pero no demuestras que esos calificativos sean ciertos. Por cierto, que los nacionalistas-separatistas en España, desde hace muchos años, están utilizando lo de llamar fascista al que no piensa igual que ellos. Esto no sirve para conocer ni la realidad, ni lo qué de común a todos, tiene el objeto del artículo.

        En cuanto a lo de ser «legalista», creo que confundes legalidad con legalismo. La postura anti nacional-separatista, no es una postura legalista, sino en todo caso legal, entre otras cosas, de la misma forma que supongo que tú recurrirías al amparo de las leyes si te robaran algo, o, que quisieras que la gente que conduce un vehículo o tiene un arma tenga una licencia, sin que por ello fueras legalista.

        Al respecto, simplemente recordarte que las leyes humanas no son más que un instrumento creado para vivir en paz, lo cual, en principio, es algo bueno. La discusión de si son acertadas o no, o justas o no, es otro debate, en el que no hay ningún problema en entrar, y en el que entra en juego la política. Evidentemente se pueden cambiar, pero el cambio, también está sujeto a normas. Esas normas no tienen porqué ser las que me gusten a mí o no, pero sí son las que son. Discutir más sobre esto sería volver a empezar otra vez y repetir lo dicho.

        Las naciones territoriales, como la española, tienen propietarios, en el sentido que a este efecto lo define el vocabulario que los humanos nos hemos dado mutuamente, aparte de que está reconocida. Imperialismo y nacionalismo son otros conceptos, cuya explicación es facil encontrar en internet. España es un hecho real que existe, es decir, que es una realidad material, que por sí, no necesita para existir, ni invadir, ni apropiarse, ni ensalzar ninguna supuesta virtud excluyente. Es justo lo contrario de lo que a los nacionalistas-separatistas les es propio y de lo que suelen presumir mucho. Otra cosa que es que la nación guste o no, o se quiera cambiar o no, cuya proposición es respetable en la medida que ésta también sea respetuosa. Además, si no te gusta la palabra propiedad de un conjunto, porqué acabas por atribuir la misma propiedad a los separatistas sean quienes sean, respecto de los que ya sí te gusta que tengan ese derecho. No tiene sentido.

        Lo mismo te ocurre con la palabra nacionalismo, confundes nacionalidad con nacionalismo. Los que defendemos nuestra nación, como la española, no somos necesariamente nacionalistas, cómo ocurre en mi caso, por ejemplo, y en el de la casi totalidad que conozco. Sería parecido a que me dijeras que el ser rubio, es defender la supremacía de la raza aria, dicho sea como una caricatura para mejor entendimiento. Con la palabra imperialismo, te vuelve a ocurrir lo mismo, aunque en este caso la diferencia es aún mayor. No se si es necesario que te ponga ejemplos, pero dicho sea con pocas palabras, pues no me sobra el tiempo, defender tu casa no implica que quieras invadir otras. (Dicho sea de paso, aunque creo que ya lo puse en otro post, mi ideal de convivencia no son las naciones, sino que se parecería a una especie de nación única en todo el mundo, algo que parece más utópico que otra cosa, al menos en la actualidad, pero el presente es el que es, y no es como yo quisiera, pero tengo que estar en él y defender lo que crea que es mejor dentro de lo que se puede, o lo que es menos malo, dicho de otro modo)

        Lo del derecho la decidir el futuro personal de modo universal y sin límites, que es en realidad lo que estás afirmando y defendiendo, si éste empieza en grupos, lógicamente terminaría en individuos. Es claro que ni los grupos, y, ni de forma más visible, ni tú ni yo, podemos decidir nuestro futuro material sin contar con los demás. Bueno, se podría, volviendo a la ley de la selva, evidentemente, que cómo podrás apreciar, no deja de ser una «ley», con todo su rigor, y brutal, por cierto, a la que la modernidad, de la que también hablas, consiguió civilizar algo. Creo que no necesita ningún ejemplo ni comentarios.

        Confundes también los conceptos de matrimonio, trabajo, etc., que nacen de la voluntad humana, con la naturaleza del mundo, que no nace de la voluntad humana, que se sepa hasta hoy. Solo por eso no es necesario entrar a valorarlo, pues no hay comparación posible, pero, como anécdota, también esas actividades están reguladas por unas normas, que, como siempre, los humanos nos hemos dado para poder convivir.

        No es cuestión de que el separatista quiera «irse» inocentemente, como afirmas, es que quiere apropiarse de algo material (y más), cosa muy distinta, que, en este caso, es propiedad también de otros, o si la palabra «propiedad» no la entiendes como ya dije, digamos que de algo sobre los que otros también se sienten con derechos.

        Por último dices que habrá que dar pasos en «esa dirección» para cambiar el mundo. Es decir, que el mundo, según tú, debería ser como a «tí» te gusta. No se si te das cuenta de que al final, todas tus acusaciones de nacionalismo, imperialismo, ceguera, lo que hacen es terminar por definir el pensamiento que defiendes. Por otro lado, el mundo es el que es, y el ser humano puede cambiarlo en la medida que el ser humano pueda, algo que está por ver, pero en el presente, hoy, es como es, y la tierra, es redonda y tiene un tamaño concreto y sale el sol por la mañana, etc., y las personas necesitamos convivir, y la mayoría deseamos que sea con la mayor paz posible y compaginar los deseos «individuales» de «todos».

        Saludos.

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      11. Hola Antonio

        La repetición es síntoma de que parece que hemos llegado a una especie de callejón sin salida en nuestro pequeño debate (cosa por otro lado habitual en debates políticos).

        La política no es una ciencia, como puede mostrar el hecho de que haya tantas doctrinas políticas y tan diferentes – incluso enfrentradas (y defendidas todas por gente más que válida). En nuestro caso particular, creo que partimos de bases, definiciones, conceptos, ideas, etc… diferentes; quizá no en esencia, pero sí en extensión. Es normal por ello que nuestras conclusiones sean divergentes.

        Simplemente espero que mi postura, compartida o no, haya quedado clara. Creo entender la tuya -no la comparto porque no comparto las premisas; pero en todo caso está bien poder intercambiar un mínimo de mensajes con personas que piensan diferente.

        Un saludo y buen año!

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      12. Hola Adriacampos, feliz año nuevo!

        La política es una actividad más, como tantas otras, pero también, como en tantas otras, sí existe una ciencia que la estudia, que es la ciencia política, asociada o relacionada con otras muchas, como el Derecho, y que nació como necesidad para organizar la vida social de los seres humanos. Su práctica es variada, como dices, por supuesto, y dependerá de muchos factores, pero sí es susceptible de ser analizada y estudiada, y su estudio servirá para conocer como es cada una de esas formas y sus normas o reglas, lo que llevará a cada cual a tomar su postura o preferencias.

        Pero en realidad, este debate no creo que sea sobre política en general, sino que se centra exclusivamente, al menos de momento, en la forma concreta llamada «democracia», y tanto éste como el resto de conceptos que sirven de base para dicho debate, están definidos en los diccionarios correspondientes, definiciones más o menos aceptadas en los ámbitos técnico y semántico, por lo menos para poder dialogar, pues de lo contrario sería imposible explicar nada, y por lo tanto, hay base suficiente para sacar muchas conclusiones o descubrir falsedades. Que estas conclusiones no gusten a algunos, no quiere decir que no se produzcan, o que haya un callejón sin salida, como dices.

        Siento decirte que la postura del nacionalismo-separatista, dicho así en general, al menos al que se refiere el artículo en cuestión, lo único que en mi opinión tiene de claro, es que insiste en querer obligar o imponer a los demás a que acepten su deseo particular y egoísta, por decirlo de alguna forma, y cada día da ejemplos de ello.

        En cuanto a tu postura en particular, algo diferente, parece que tiene la diferencia con la del resto de nacionalistas de que habla el artículo, de que postulas el que cada persona elija su nación y territorio de forma individual, lo cual no puede entenderse con los razonamientos y explicaciones en que te apoyas, ni con ningún otro que yo sepa, con la única excepción que se me ocurre, que sería la de que aceptaras la «ley de la selva», cosa que no has dicho, pero que implícitamente parece que dejas claro que no es lo que quieres, lo cual es un contrasentido.

        Por lo demás, coincido en lo provechoso y positivo que tiene intercambiar opiniones y pensamientos.

        Saludos.

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  8. http://m.ara.cat/economia/deficit-fiscal-ue-unio-europea_0_1134486843.html

    Y si a eso le sumas la prepotencia de los castellanohablantes que se agrava cuando son autoridad (guardia civil diciendo háblame en cristiano) y le añades el PP y el PSOE en el gobierno la conclusión es referémdum (palabra que evitas en tu artículo que parece sacado de la COPE).

    Por cierto, el gobierno catalán quiere estar integrado en la UE. A ver si la tribu cavernícola es la oligarquía de Madrid.

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    1. ec.europa.eu/regional_policy/sources/docgener/work/2012_02_governance.pdf

      Un informe de hace unos años sobre índices que miden la ‘calidad del Gobierno’ ( nivel de corrupción, seguridad jurídica, eficacia en la gestión pública, transparencia…). Ya me dirás qué opinas sobre los puestos de las diferentes regiones. Estaría bien saber, por otro lado, cuánto ha cambiado desde entonces.

      Pero guardia civil y cope y cosas.

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  9. Este es el último comentario que dejo. Los artículos de Angelo cada vez tienen peor calidad. Por lo general están mal redactados, están llenos de datos imprecisos y hombres de paja.. Además, el tono es insultante y prepotente. ¿Angelo escribes borracho?
    Este blog no merece que continue dedicando tiempo a trolearlo.
    Sayonara.

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  10. con cariño, este articulo no tiene ningun sentido, esta lleno de informacion incorrecta, generalizaciones y demuestra un nulo nivel de una sociedad compleja y variada como la catalana. no da ni remotamente con el nivel de buena parte de sus articulos….

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      1. Imposible entender cómo no se dan cuenta de que los que están haciendo todas esas cosas de las que se quejan, es decir, autoritarismo, absolutismo, imposición arbitraria, son precisamente los propios nacionalistas.

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  11. Articulo sesgado, parcialmente documentado, desconocimiento profundo de la sociedad catalana, fuentes de dudosa reputación en términos de parcialidad, un texto pésimamente estructurado y podría seguir pero me da mucho palo. Aplícate el consejo y viaja un poquito más (incluye a Catalunya en ruta, te irá bien)

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  12. Mira chico, ¿cómo te llamas? Angelo Fasce? o Face?.No sé. Es igual. A mi el nacionalismo me la trae al pairo. Nacionalismo por otra parte lo puedes encontrar en todas partes, Premios Nobel, Festival de Eurovisión, campeonatos olimpicos, competeciones deportivas, etc.etc. A mi lo que realmente me toca las pelotas, es que, y ahora me refiero solo a España, es que (repito) los que dicen que todos somos iguales o debemos serlo, simplemente mientes. Ahi tienes los privilegios impositivos de Euskadi perdón, quise decir, país vasco, o de Navarra, y la tribu subsidiada de Andulacia, las famosas peonadas que solo sirven para alimentar gandules. Estoy hasta las narices de tener que pagar por todos, puesto que como catalán que soy ( perdón, no me dispares Fasce, que te veo «de venir», pago impuestos para mantener a una panda de vagos que trabajando 29 días, cobran todo el añito. Uno no es que sea partidario de la independencia. Pero está hasta las mismisimas pelotas de que en España existan privilegios para todo el mundo, y otros acribillados a impuestos. Los propios andulaces son culpables de sus tasas de paro, dado su estado «cuántico» subsidio dame, y los demás que paguen. Más del 50% de andaluces o son funcionarios o están en paro ( también funcionario, si cobran subsidios públicos). El feudo andaluz es un grave problema para el desarrollo de la Nación Española ( oh! wait!) nada de nación de la Tribu Española.

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  13. Visto el anterior, digamos texto, no puedo menos que confirmar mis comentarios. Y es que algo muy típico de muchos nacionalismos es creerse con más derechos que los demás, como por ejemplo, intentar insultar o proporcionar datos inventados, con agresividad e ira como únicas razones; y, una vez más, todo ello impunemente, digo impunemente porque se supone que en este tipo de blogs hay normas de convivencia y educación, ya que de otra manera sería imposible su uso. Al final, el mismo patrón, en pequeño.

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  14. Precisamente el artículo está muy documentado, por supuesto y evidentemente mucho más que los comentarios en contra, y no sé donde está la aversión. Hoy día vivimos continuamente la situación de tener que disculparnos solo por defender nuestros derechos más elementales, entre otros, el derecho a razonar. El nacionalismo, al menos el que mayoritariamente se plantea en España a nivel político y social, es otro grupo más, de entre tanto fanático, de los que de forma sistemática agreden ciegamente, con la esperanza de cansar y anular a los que no piensan como ellos, pues creen que sin ellos, sin nadie que les contradiga, todo sería posible para satisfacer sus fantasías. No hay que mirar muy lejos en la historia de Europa para saber como funciona.

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  15. Una tontería que olvida una cosa: La nación es una comunidad imaginada (sí, tú como «español» no tienes nada que ver con tu vecino más allá de ciertas construcciones históricas y mitos del Estado) que tiene una potencialidad emancipatoria y una opresora. La opresora es la más obvia: la nación española se empieza a fundar con los Reyes Católicos e implica la negación de la comunidad catalana con el decreto de planta de Felipe V d’Anjou (que el rey se llame Felipe VI no es cosa gratuita 😉 ), y se hace homogenizando a la poblacion para permitir un gobierno mas facil por parte del Estado moderno.
    La emancipatoria, y ahi tiene algo la catalana, es la liberación en un dominio colonial. A lo que se apeló en los procesos de descolonizacion fue siempre a la patria y a la liberacion nacional.
    Tu texto parte de un analisis chorra porque no eres politólogo, no tienes ni idea y tampoco te ha interesado saberlo, qué carajos es una nación. Recomendado estudiar las obras de los hermanos Anderson (Benedict y Perry). De Benedict un tratado directamente sobre la nación, «Comunidades imaginadas», y de Perry su clasico «El Estado absolutista».

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  16. Cómo que «imaginado», menudo comentario absurdo. España es una realidad palpable. Es la «tierra» donde vivimos, que a tí te guste o no es otro problema y, en este caso la única realidad es que a tí no te gusta, pero no por eso va a dejar de ser real, y en cuanto al artículo, está documentado y razonado perfectamente. Los nacionalismos, como el tuyo, el vuestro, sí que son imaginados, pues no existen ninguna de las bases en que se apoyan tus nacionalismos. Tus comentarios son, como siempre en los nacionalistas, disparatados, engañosos y falaces. Uno cmabiando la historia y otro que dice «españolista» como si eso aclarase todo, menudo razonamiento, podías haber dicho «facha» o está ya muy gastado ese argumento……. así estamos. ¿ Adiós a la razón?

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  17. Me gustaría hacer un breve comentario.
    He nacido y vivido toda mi vida en Cataluña. Mis padres nacieron y vivieron toda mi vida en Cataluña. Mis abuelos, sin embargo, son de Granada por la parte paterna y de Galicia y Soria por la materna.
    En mi casa siempre se ha hablado castellano. Con mis amigos siempre he hablado castellano (y, casualidades del destino, todos han sido castellanoparlantes también). He vivido el sistema educativo catalán y la sociedad rural catalana (la capital de mi comarca, para que te hagas a la idea, tiene 35.000 habitantes).
    Nunca, y me gustaría resaltar, NUNCA, he tenido el más mínimo problema. Tanto en la escuela como por la calle he hablado con gente con nombres y apellidos catalanes cuya familia vive en el mismo pueblo desde los tiempos de Jaume I, y nunca, NUNCA he tenido el más mínimo problema.
    Tengo un nivel de catalán por debajo de lo esperado: a pesar de ser buen estudiante y siempre aprobar la asignatura con buena nota, a pesar de poder leer un texto de dificultad alta en catalán y traducirlo simultáneamente, me cuesta mantener una conversación en catalán, tanto por los incesantes castellanismos que meto como por el acento catalán central, algo difícil para los castellanoparlantes. Así pues, soy de esa gente abundante por aquí que, ante una pregunta en catalán, responden en castellano, o comienzan la frase en catalán y la acaba en castellano. Y a pesar de semejante chapuza que llega a la mala educación, nunca he recibido un insulto, siquiera una mala mirada. Y no solo porque aquí los inmigrantes andaluces de segunda o tercera generación sean el pan de cada día: En Cataluña, al menos en mi experiencia personal, se respeta al prójimo. Independientemente de dónde vengas, en qué idioma hables o si eres independentista o no.
    Por eso, Angelo, me cago en tu cráneo por mentiroso. Por ser nada más que uno de tantos que repite las mentiras que oye, ya sea a consciencia o no.
    No sé si serás uno de esos madrileños que tanto gustan de criticar el Principado, uno de esos barceloneses que cometen sesgo de confirmación constantemente en su vida o simplemente alguien que pulula por la vida favoreciendo la reacción. En cualquiera de esos casos, mientes.
    Y no solo mientes sobre la tierra que me ha criado, la cual es irrelevante, mientes sobre mi vida y mi condición como individuo en esta parte de la sociedad. Porque enarbolando falsedades como que aquí se te discrimina por lengua u origen niegas la realidad que he vivido. Y lo peor es que, haciéndolo, favoreces al sector más conservador y reaccionario de este país y al mismo Estado.
    En cierta línea cargas contra todo un seguido de ideologías (crítica que en su gran mayoría comparto y con la que he soltado una vehemente carcajada, por cierto), por lo que no sé dónde ubicarte. Quizás eres de aquellos que reniegan de etiquetas creyendo ser copos de nieves únicos y especiales, grandes intelectos incomprendidos por la sociedad y lameculos de Pablo Coelho. No lo sé, por tu crítica al coaching y al neoliberalismo nunca se sabe, pero quién sabe.
    En cualquier caso, Angelo, y aunque probablemente no leas esto, me cago en tu cráneo.
    Saludos.

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  18. Lo que dice Angelo es cierto, al menos en general.

    Y es que hay que acordarse de la clásica estrategia para amedrentar a los detenidos, como es la del «poli bueno» y el «poli malo», mientras uno te da un cigarrillo otro de agrede o insulta y al final te rindes. Otro clásico del sometimiento es el tan sabido «síndrome de Estocolmo», el secuestrado que por miedo a morir acaban adorando a los que tienen en su mano «no-matarle».

    Quien piense que en Cataluña no ha problemas de entendimiento y convivencia en la calle, que repase todo lo sucedido los últimos meses. Tu vecino quizá te sonría cuando vea que no eres como él, pero quizá lo haga porque sabe, que más tarde los gobernantes, que sí son «de los suyos» ya se encargaran de reprimirte o de impedir que utilices la libertad que la Constitución y las leyes sí te permiten, con la excepción de que reconozcas a tu vecino su autoridad y te sometas, pidiendo perdón por ser como eres.

    Es tan sencillo como leer, aunque sea por encima, las leyes que tenían preparadas para el caso de ser independientes. El nivel de represión hacia los que no son o piensan como ellos es absoluto. Y ya no hablo solo de lenguas, es mucho más. Mientras, tu vecino seguirá sonriendo, quizás, y votando al que te va a reprimir hasta el punto que pueda que te haga marchar de tu tierra.

    No hay más que escuchar las declaraciones de sus dirigentes, la educación en las escuelas y donde va dirigido el dinero de los impuestos, para ver como se reprime a quien no es exclusivamente como ellos, pero en todos los sentidos, no solo el hablado.

    Ofender, agredir, amenazar, de forma gratuita, solo por hacer daño, demuestra mucha cobardía normalmente, y desde luego, muy poco espíritu de convivencia y entendimiento. Al final, a veces las cosas cuadran.

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