Negacionismo de la ciencia: un científico mató a César

En las últimas décadas hemos podido observar cómo la ciencia ha tenido que hacer frente a problemas cada vez mayores (al menos cualitativamente) para ser aceptada por el público. Un público que, viviendo en un caldo de cultivo posmoderno que reblandece la disciplina de la creencia a la vez que proclama la divinidad de las opiniones, muchas veces se organiza contra los resultados fiables, contra las teorías y las metodologías que nos han permitido progresar como especie. En efecto, si en el pasado encontramos casos vetustos y pintorescos como el negacionismo de la relatividad o los negacionismos clásicos de la evolución y de las vacunas, hoy en día podemos encontrar en la sociedad un espectro muy amplio de grupos organizados de rechazo a la ciencia:

– Negacionismo del Holocausto.

– Negacionismo del cambio climático.

– Movimiento de la tierra plana.

– Movimiento anti-vacunas.

– Anti-psiquiatría.

– Negacionismo de las enfermedades causadas por el tabaco.

– Oposición a los transgénicos.

– Quimiofobia.

– Negacionismo del SIDA.

Existen, además, casos menos estudiados, como el negacionismo del sufrimiento animal o el negacionismo de la sociobiología – por el cual E.O. Wilson llegó a ser atacado físicamente, con el beneplácito de ciertas vacas sagradas de cierta izquierda, como Jay Gould, Lewontin o Sahlins. Todos estos movimientos no son propios de cuatro enajenados jugando al Pro en el sótano de la casa de sus padres: se trata de movimientos muy exitosos, con gran capacidad de seducción, con grandes medios económicos y, sobre todo, con estrategias de marketing muy sofisticadas. En lo siguiente no nos centraremos en un caso concreto, sino que analizaremos las características sociocognitivas del fenómeno en su conjunto. Todo lo que se vaya a decir está avalado por estudios que me podéis pedir. No hago bibliografía porque… ejem… me aburro de solo pensarlo.

El negacionismo es pseudociencia

Muchos de los descubrimientos importantes de la humanidad han consistido en darnos cuenta de que dos o más cosas eran la misma cosa. Por ejemplo, creer en Dios y creer en fantasmas (pensamiento paranormal) o la mente y parte del sistema nervioso. Habitualmente se ha estudiado a la pseudociencia (muy escasamente, dicho sea de paso, con lo cual aún hay mucha mitología intuitiva al respecto) y al negacionismo de forma completamente independiente, sin embargo, desde hace muy poco tiempo un señor que se apellida Hansson tuvo la brillante idea de que, quizás, ambas cosas eran dos manifestaciones de un mismo fenómeno más amplio. Poco tiempo después, un par de investigadores españoles han confirmado empíricamente (aún por publicar) que, en efecto, el negacionismo de la ciencia se parece mucho más a la pseudociencia clásica de lo que hemos considerado en el pasado. De este modo, existirían, al menos, dos grandes grupos de pseudociencias: la promoción de pseudoteorías (nueva medicina germánica, homeopatía, criptozoología, psicoanálisis) y el ya nombrado negacionismo, que consiste en una animadversión motivada hacia una teoría científica en particular, de modo que, en lugar promover un corpus de ideas más o menos delirantes, se finge una controversia científica inexistente. Se «siembra la duda».

El negacionismo constituye un movimiento retórico pseudocientífico al impostarse como parte del debate de la ciencia, sin embargo, guarda a su vez grandes diferencias con otros tipos clásicos de pseudociencia. Por ejemplo, en estos casos la penetración académica es mucho menor (la mayoría de sus apologistas son «investigadores independientes» carentes de credenciales), también es mucho menor su amor fingido hacia la ciencia, que es demonizada no solo en sentido sociológico, sino también epistemológico. El negacionismo de la ciencia tiene poco contenido teórico, lo cual obliga a sus defensores a tener una actitud altamente agresiva, conspiranoica, centrada en atacar a la ciencia en lugar de en proteger las maderas de su propio barco. Es mucho más «kamikaze» que la promoción de pseudoteorías; todo lo que puede ganar esta gente es a costa de que pierdan los demás. Mientras los homeópatas quieren pasar desapercibidos y vender sus porquerías, los negacionistas buscan desesperadamente ser el centro de atención, el encontronazo. Al fin y al cabo, la atención supone imponer su falsa controversia en la agenda de los que son mejores que ellos.

Los mercachifles de la duda

El negacionismo de la ciencia se desprende de un razonamiento motivado, pero, ¿motivado por qué? Por lo general, la motivación de estas personas proviene de un sentimiento de amenaza por parte de la teoría enemiga hacia una determinada cosmovisión, que puede plasmarse en un interés monetario o identitario-gremial muy determinado. Por ejemplo, el negacionismo de la investigación sobre el tabaco vino de la mano de la industria tabacalera, que veía amenazado su negocio por el avance del conocimiento científico. El negacionismo del cambio climático y el negacionismo de la evolución biológica son dos casos muy bien estudiados en este sentido, estrechamente vinculados al conservadurismo político y a una visión económica de corte liberal – aunque otros casos de negacionismo, como el movimiento anti-vacunas, la anti-psiquiatría o la oposición a los transgénicos suelen ser vinculados a la izquierda política. Otros casos, como el de aquellos que niegan que la tierra sea un geoide, son muy complicados de vincular a grupos de poder; parecen, más bien, relacionarse de forma pura con sentimientos de pertenencia social en torno a una gran teoría de la conspiración. Algo parecido pasa con otras variables sociodemográficas. Por ejemplo, sabemos que el negacionismo del cambio climático está dominado por hombres blancos de clase media-alta o alta, sin embargo, poco sabemos de los negacionistas de otras teorías científicas, de modo que es muy posible que las variables sexuales, de etnia y de clase varíen de un caso a otro.

¿Qué más sabemos sobre ellos? Sabemos que, como conjunto, se trata de personas menos extrovertidas que los promotores de pseudoteorías. Estos últimos puntúan muy alto en extroversión, siendo personas altamente gregarias, con dotes para la asertividad y con necesidad de autoafirmación social. Los negacionistas, en cambio, parecen ser más cenizos, con más desencuentros entre ellos. De hecho, es tal su motivación por discutir que se trata de movimientos con una gran cantidad de disidencia interna: se puede ser negacionista del cambio climático, de la continuidad del cambio climático, de la antropogénesis del cambio climático… Negacionista del VIH pero no del SIDA, negacionista del SIDA pero no de las enfermedades asociadas al síndrome… Basta con leer los debates entre los de la tierra plana y los de la tierra hueca para darse cuenta de que esta gente es lo peor que te podría pasar un domingo por la tarde. Otras dos variables separan a ambos grupos. Por un lado, los promotores de pseudoteorías presentan una mayor correlación con el pensamiento paranormal – una correlación cuyo tamaño del efecto es particularmente alto. Por otro lado, la correlación negativa entre los negacionistas y la confianza en la ciencia es mayor que en sus primos, de modo que estos son más bordes, más desconfiados y, sobre todo, más conspiranoicos.

El papel de la conspiración

El papel crucial de la conspiranoia en el negacionismo de la ciencia ha sido ampliamente documentado. Las teorías de la conspiración suelen ser definidas como creencias vagas que atribuyen la causa última de un evento, o la ocultación de un evento al conocimiento público, a una trama secreta, ilícita y malévola conformada por múltiples actores que operan en conjunto desde la sombra. Por supuesto, las conspiraciones ocurren, pero estas teorías se convierten en creencias carentes de garantía epistémica cuando configuran toda una cosmovisión desadaptativa. La teorías de la conspiración han sido profusamente estudiadas por los psicólogos y las conocemos muy bien. Sabemos, por ejemplo, que difícilmente encuentran una frontera: el que cree en conspiraciones puede llevarlas a los límites de la cordura. Además, los conspiranoicos son capaces de creer en dos teorías contradictorias sin problema aparente. La creencia en esta clase de teorías, curiosamente, no guarda una correlación clara con la capacidad para el pensamiento crítico o con el conocimiento de teorías científicas: las dimensiones cognitivas no parecen ser importantes. Son importantes, en cambio, las dimensiones sociales y afectivas, especialmente los estresores sociales. Existe una relación estrecha entre estas creencias y una satisfacción vital baja, con un nivel de autoestima bajo e inestable, y, sobre todo, con la percepción del mundo como socialmente amenazante, con creencias recurrentes en amenazas intergrupales. Los teóricos de la conspiración emplean esta clase de ideas como forma de pertenencia social (de hecho, suelen ser ateos, prescindiendo de la función social de la religión), manteniendo niveles altos de fe en la intuición y de necesidad de cierre epistémico, pero, a su vez, presentando una personalidad desordenada, narcisista y con una baja capacidad para mantener la atención.

La ciencia es percibida por estos grupos como una amenaza exógena y los científicos son definidos como un complot, como conspiradores, por una porción de la población con poca seguridad en sí misma, que busca respuestas pero que no está dispuesta a aceptar una compleja o que atente contra sus propios intereses. Por ello, el canto de sirena del que presenta una conspiración expiativa es tan seductor para todas estas personas. Porque la ciencia es elitista, es confusa y, sobre todo, requiere confianza por nuestra parte al ser el científico una autoridad. Si creo en la conspiración de los científicos, no tendré que tomar decisiones como vacunar a mis hijos, cuidar el medio ambiente, aceptar que los tuyos le hicieron una cabronada a los otros, o tener que seguir ideas antiintuitivas como la mutabilidad de las especies o que en el universo no existe ni «abajo» ni «arriba». Por supuesto, no hemos de perder de vista que esto es una cosmovisión conspirativa: normalmente, el que se trague lo de las vacunas se tragará también lo de la anti-psiquiatría, y el que se trague lo del ambientalismo sociologista radical seguramente también se opondrá al uso de conservantes y aditivos.

Soluciones (si es que las hay)

Existe un dogma entre aquellos que pertenecen a la industria de la divulgación científica: saber ciencia tiene que ser la solución sacrosanta para todos los males de irracionalidad social. Pero no, la divulgación científica por sí misma no parece ser una solución, porque esta gente no niega a la ciencia debido a que no conoce sus teorías; la niega porque la ve como una amenaza y porque no siente respeto por ella. Es una cuestión de confianza, y la confianza es un constructo complejo que incluye dimensiones cognitivas, pero también afectivas. Nuestra atribución de confianza está altamente influida por nuestras percepciones emocionales y por las consecuencias morales, políticas y de auto-imagen que acarrearía depositarla en la ciencia y en los científicos. Esto, por supuesto, es algo que va mucho más allá de la mera divulgación científica. De hecho, se ha documentado que un mayor conocimiento de teorías científicas funciona en algunos casos como un factor polarizante dentro de estos grupos de creyentes – los que saben ciencia se fanatizan con mayor facilidad, quizás porque tienen mayores herramientas para la autojustificación. También se ha documentado backfire effect al exponer a los anti-vacunas a la evidencia científica que los refuta: la exposición a esta evidencia puede ocasionar que se enroquen aún más en sus creencias.

Sinceramente, desconozco la solución. Hace falta mucha investigación aún y no tenemos herramientas suficientes para hacer frente a esta gente. Lo que parece evidente es que la atención para ellos es como el agua para los Gremlins. Estas creencias viven de la atención, con lo cual hay que comenzar a replantearse qué tan productivo resulta ser el minucioso trato que reciben los negacionistas en los círculos de escépticos y en las charlas divulgativas. Una de las características cognitivas de esta gente, compartida por otros tipos de pseudocientíficos, es la capacidad extrema para convertir las refutaciones en confirmaciones de sus propias ideas. Hace poco hablaba con un afamado divulgador que escribe una columna en El País. Me contó que había escrito algo sobre los terraplanistas y que se había sorprendido al verse de repente convertido en parte de la conspiración. He ahí el gran peligro: con la atención, además de conseguir legitimar socialmente la falsa controversia, estamos alimentando el fuego de las confirmaciones falaces.

Quizás la solución no pase por atacar los factores epistémicos de estas creencias. Quizás no pase por tomarse la molestia de refutar estas estupideces y darles alas. Quizás sea una mejor solución atacar la dimensión social, de autoimagen. Quizás, y solo quizás, su mayor peligro (alimentarse de la atención) sea también su mayor debilidad, de modo que estas formas de negacionismo acaben siendo un tiburón varado en mitad de una playa si no consiguen infiltrarse en el debate público. Respuestas legales, respuestas de ninguneo o pedagogías relacionadas con la ética de la creencia (en el sentido de Clifford) podrían tener mayor efecto. Eso, por supuesto, nos incapacita respecto a los terraplanistas, que no hacen nada que afecte directamente a otras personas más allá de causar vergüenza ajena, sin embargo, la solución a los anti-vacunas podría pasar por multas y por la exposición a las consecuencias perniciosas de sus creencias. Es solo una sugerencia. La táctica actual,  y esto hay que tenerlo claro, no pasa de ser otra.

Por Angelo Fasce

Algo de biblio:

  • El mayor experto a nivel mundial sobre el negacionismo de la ciencia es Stephan Lewandowsky. Todo lo que podáis leer escrito por él será muy bueno. Torcello, Dunlap y Jolley también son autores interesantes, aunque menores.
  • Oreskes y Conway escribieron un libro que ya es un clásico,  Merchants of Doubt, que os recomiendo.

22 comentarios en “Negacionismo de la ciencia: un científico mató a César

  1. que es lo que movio al autor a escribir este articulo? estaria bien saber cual es su interes real…porque parece que defiende el corporativismo y el monopolio de la verdad ( lo cual es ilogico porque hay que ver desde que perspectiva se dicen las cosas.

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    1. Tu comentario es un ejemplo de lo que se habla.
      Se te podría hacer el mismo cuestionamiento que hacés. ¿Cuál es tu interés real al hacer ese comentario? ¿Será que defendés a los negacionistas y conspiranoicos, probablemente por cuestiones económicas? ¿Ves?
      Porque nadie puede decir algo simplemente porque lo piensa genuinamente…

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  2. El artículo así como está queda cojo. Parece que todo aquel que ponga en duda ciertas cosas es anticientífico, y no: la ciencia avanza en sus certidumbres precisamente porque se la pone constantemente en aprietos, se le exigen pruebas y más pruebas de lo que afirma. Si hemos llegado a la certeza de que buena parte de la evolución climática actual es responsabilidad de acciones humanas, es porque mucha gente en los últimos 40 años ha puesto objeciones bien fundamentadas a ello, y otros han sabido encontrar las respuestas. No toda negación a una afirmación científica es negacionismo o pseudociencia; puede ser simplemente petición de más pruebas. Cabría hablar de pseudociencias o de negacionismo cuando, pasado el tiempo y a pesar de las pruebas, se sigue enrocado en posturas superadas. Así, no eran pseudocientíficos ni negacionistas (ni necesariamente malos científicos, quizá incluso al contrario: gente que no quiere echar las campanas al vuelo antes de tiempo) aquellos que hace décadas ponían en duda las afirmaciones acerca del papel del hombre en el cambio climático, la existencia del sida o lo perjudicial del tabaco; lo será quien siga en ello a la luz del conocimiento actual.

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    1. No parece, así lo hacen. Estos «escépticos» siempre son tan predecibles que lo único que pueden hacer es que si cuestionas algo te comparen con: a) terraplanista, b) creacionistas, c) «negacionistas» de las vacunas. Y si no pueden te amenzan con que «ojalá la evolución haga su trabajo y te mueras por selección natural». Por eso hacen como Rafael, no pueden argumentar algo real y se dedican a crear monólogos sin sentido, donde engloban a todos. Lo mejor de todo es que toman el ejemplo de la industria tabacalera cuando los «escépticos» realmente fueron los que ayudaron a esa campaña, como ahora lo hacen con empresas con Monsanto. Fasce es además de hipócrita, un corrupto y un difamador profesional que cuando no puede, necesita ayuda. Te recomiendo que leas sus artículos y te echarás unas risas, hace creer que su propuesta es «nueva» cuando no es más que la misma basura de panfletos escritos por Martin Gardner y Paul Kurtz en los 70 y 80, enajenados contra la astrología y la parapsicología. Son una secta que usa mucho las relaciones públicas, y tienen dinero aparentemente de sobra. Para saber más:
      https://losseudoescepticos.wordpress.com/2017/11/07/san-carlos-sabin-y-los-santos-escepticos/

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  3. Escenario: terraplanistas en un cohete dispuestos a demostrar que La Tierra es plana (0 mts de altitud)
    – TP: ¡Houston, despegamos en nuestra misión científica!
    – Houston: Recibido, todo está bajo lo previsto
    20 minutos después (300km de altitud)
    – TP: ¡Houston, parece que hay algo de curvatura, pero puede ser causado porque la ventana es una lupa de ojo de buey!
    – Houston: Recibido, todo está bajo lo previsto
    1 hora y media después (20,000km de altitud)
    – TP: Houston, esto… tenían razón en lo de que La Tierra es redonda, ¿iniciamos fase de regreso? ¿Houston? ¿Hola? ¡¿Houston?! ¡¡¿¿HOUSTON??!!

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    1. Fasce es uno de tantos sacerdotes, lo chistoso es que se deja «manejar» por un abogado analfabeto de nombre Fernando L. Frías Sánchez, el típico carismático que viene a convencer de las bondades de que «esos son malos y nos ponen en peligro». Más allá del fundamentalismo está el fraude que suele estar asociado con casi todos esos «escépticos». Para aprender más sobre cómo usan el internet: https://losseudoescepticos.wordpress.com/2017/07/13/que-risa-de-seudoescepticos/

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  4. Todos los fundamentalismos, el religioso, científico, o económico solamente empobrecen al ser humano, lo limitan y atacan a cadenas invisibles pero increiblente gruesas y poderosas. Este blog es un estupendo y simple ejemplo de ello. Gracias.

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  5. Tengo curiosidad por leer más acerca del concepto de «constructo», que en otro artículo dices que es lo que se estudia en psicología y que aquí nombras de nuevo. ¿Me recomiendas alguna lectura sobre eso? También me gustaría saber si es una definición diferente a la del típico «constructo social» del que hablamos cuando queremos decir que algo es abstracto sin más, ontológicamente diferente a lo que hay en la naturaleza.

    ¡Saludos!

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  6. Por cierto, te estaría muy agradecido si nombraras bibliografía que trate sobre esta parte de tu artículo: «Sabemos, por ejemplo, que difícilmente encuentran una frontera: el que cree en conspiraciones puede llevarlas a los límites de la cordura. Además, los conspiranoicos son capaces de creer en dos teorías contradictorias sin problema aparente».

    ¡Saludos!

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    1. Pues tienes ilustres como el de mundo desconocido que lo mismo te dice que nunca llegamos a la Luna y en otro vídeo a lo mejor te comenta que llegaron antes los rusos pero se estrellaron. O que la Tierra está hueca pero también podría ser plana. O el figura de Canosa, que afirma que todo es una conspiración reptiliana, pero otras veces le da más por los iluminatti. A lo mejor es que se turnan cada 8 horas un grupo conspirador distinto…

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    2. O mismamente tenemos a Elon Musk preguntando a EFS (Earth Flat Society) en su twitter porqué no hay una MFS (Mars Flat Society). La respuesta de los terraplanistas fue: «porque está demostrado que Marte sí es redondo»

      Vamos, las pruebas de la NASA y demás compañías espaciales sobre Marte sí son aceptables, pero cuando son sobre nuestro planeta no xD

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    3. Sobre la creencia en teorías de la conspiración contradictorias:
      – Wood M. J., Douglas K. M., Sutton R. M. (2012). Dead and alive: beliefs in contradictory conspiracy theories. Soc. Psychol. Personal. Sci. 3, 767–77310.1177/1948550611434786

      Sobre la creencia en teorías de la conspiración absurdas, inventadas por los investigadores:
      – Swami V, Coles R, Stieger S, Pietschnig J, Furnham A, Rehim S, Voracek M (2011) Conspiracist ideation in Britain and Austria: evidence of a monological belief system and associations between individual psychological differences and real-world and fictitious conspiracy theories.
      Br J Psychol. 2011 Aug; 102(3):443-63.

      Sobre la creencia en teorías de la conspiración que no guardan relación las unas con las otras:
      – Swami V., Chamorro-Premuzic T., Furnham A. (2010). Unanswered questions: a preliminary investigation of personality and individual difference predictors of 9/11 conspiracist beliefs. Appl. Cogn. Psychol. 24, 749–76110.1002/acp.1583
      – Swami V., Pietschnig J., Tran U. S., Nader I. W., Stieger S., Voracek M. (2013). Lunar Lies: the impact of informational framing and individual differences in shaping conspiracist beliefs about the moon landings. Appl. Cogn. Psychol. 27, 71–8010.1002/acp.2873

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  7. No sé si a veces eres idiota o te haces:

    1. Tu «brillante idea» a la que nombras viene de tu maestrito barato, Hansson, que en toda su vida no ha aportado nada valioso a la ciencia que no sea defender tu negocio (o el de tus amiguitos del CSICOP).
    2. Como no tienes una tipología precisa, sólo te queda reciclar la idiotez que han venido repitiendo todos los del CSICOP: magufo – > conspiranoia -> negacionismo. ¡Y ya está! Así que no, tu maestrito no aportó nada nuevo, sólo hizo como que lavó la cara al CSICOP y es todo, ¿cuál fue su contribución? A ver, te reto a que la cites.
    3. Curiosamente defines «conspiranoia» igual que los putiblogs de Fernando Frías, y demás prostibulos de Naukas, claro gente según tú «sin intéreses comerciales», no sea que se den cuenta que tú tienes conflictos de intereses.

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  8. creo que el único argumento contra los anti ciencia es: jajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajjajajajajajajajajajajajajjajajajajajjajajajajajajajajjajajajajajajajajajjajajajajajajjajajajajajjajajjajajjajjajajajajajajajajajajajjaja ja

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  9. Tiraré la primera piedra: soy escéptico con el cambio climático.
    Creo que es posible que el humano pueda influir en el clima de la Tierra, pero no me fío de quienes me lo cuentan: periodistas, la industria cinematográfica o incluso vicepresidentes de EEUU, etc… No es un problema de despreciar la ciencia, pero para alguien como yo no tanto el acceso sino más bien la comprensión de un estudio científico sobre el tema se me hace complicado de digerir. Y para ello entiendo que están los medios y demás gente citada y ahí está el problema: devalúo más o menos conscientemente una conclusión que puede ser científica porque no me fío de quien me la expone, que nunca son científicos.

    Sé que parto de un razonamiento falaz: «no tengo el conocimiento para evaluar algo, pero sí para dudar de ese algo en boca de quién sé que tampoco lo entiende y que, además, tiene intereses para hacerlo». Más que escepticismo lo consideraría una suspensión del juicio. No tengo la capacidad de extraer conclusiones tras la lectura de estudios sobre el tema, por lo que no termino de aceptar esa afirmación. Es un razonamiento que prácticamente me negaría cualquier tipo de conocimiento general, pero me temo que realizo, sin ser plenamente consciente, una selección de conocimiento que voy a ignorar: aquéllos temas en los que prensa, TV, cine o medios en general adopten una postura única.

    Quizá el cambio climático sea algo distinto, porque los intereses económicos de los medios pudieran ser más difusos y no tan evidentes y esa es la única parte realmente conspiranoica en mi caso.

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    1. Neil DeGrasse Tyson, que además de divulgador es científico, narraba el cambio climático en el capítulo 12 de su serie Cosmos. Quizá desde ahí te de sirva para continuar tirando de el hilo sin pasar por las fuentes en las que pareces no confiar.

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