Lo científico como lo falsable. ¡A Popper lo carga el diablo!

¿Quién no ha escuchado aquello de que lo científico es lo falsable? Yo mil millones de veces, y, curiosamente, tanto entre escépticos como entre magufos, ambos apelando al mismo cliché filosófico para justificar sus ideas. Esta famosa coletilla expresa el criterio de demarcación propuesto por Karl Popper en la primera mitad del siglo pasado, sin duda alguna uno de los filósofos de la ciencia más populares fuera de los departamentos de filosofía y también uno de los más duramente criticados y controvertidos dentro de los mismos. No es precisamente un caso tan extremo como el de Feyerabend o el del programa fuerte de la sociología de la ciencia, autores casi inexistentes entre los que trabajan en el campo, pero sí un curioso caso de anacronismo social respecto a una idea que en los círculos de gente que trabaja en esto ya se considera agua bastante pasada aunque respetable en su contexto. La culpa en última instancia es de los filósofos de la ciencia, que no divulgan lo suficiente, pero también se debe a la sensual simplicidad de la idea de Popper. No hace falta darle muchas vueltas para entender que es una intuición interesante y que, presentada con el habitual aderezo del complejo de Edipo y la infalsabilidad del psicoanálisis, tiene un gran impacto psicológico. Pero, ¿hasta qué punto la cosa no pasa del mero impacto psicológico? ¿Hasta que punto lo científico es realmente ‘lo falsable’?

Argumentaré que la cosa es en buena medida puro impacto psicológico que envuelve una idea que, de un modo diferente a como Popper la planteaba, sí nos puede servir para reconocer ideas que nunca podrían ser científicas.

En este sentido:

1) El criterio de falsabilidad realmente, para decepción de Popper, es un criterio de demarcación entre física y metafísica, no entre ciencia y pseudociencia. Y, además, no es un criterio para demarcar la metafísica que nos deje satisfechos —¿es acaso el complejo de Edipo una afirmación metafísica?.

2) No puede haber ciencia infalsable ni metafísica falsable, pero sí pseudociencia falsable —’incorporar ADN en las cremas para la piel es una valor añadido’ o ‘la homeopatía cura el cáncer’ son afirmaciones claramente falsables y falsadas.

3) La visión popperiana de la falsación es una idea bastante hardcore y todo un constructo teórico que, además que haber terminado muriendo sepultado bajo el propio peso de sus incongruencias y añadidos, resulta un enfoque inadecuado para caracterizar la labor científica a nivel lógico y metodológico.

Los orígenes del falsacionismo: las críticas de Popper al verificacionismo

Popper entró en contacto a finales de los años 20 con los miembros del Círculo de Viena. Era un autor muy joven, prácticamente desconocido y que, además, se resistió desde un principio a aceptar algunos de los postulados básicos de los planteamientos filosóficos del Círculo. Por todo ello su participación no fue demasiado intensa aunque sí muy interesante, dado que, pese a haber tenido algunas desavenencias con algunos pensadores afines al Círculo (Chapa Suela, 2004) especialmente con Neurath y Reichembach, que le dedicaron sendos artículos críticos en la quinta edición de Erkenntnis, mantuvo relaciones cordiales y colaborativas con muchos de sus miembros especialmente con Feigl y Carnap, que incluso le firmó una carta de recomendación (Carnap, 1936b)—. En el año 1934 publica su Lógica de la Investigación Científica (Popper, 1986), donde critica con vehemencia muchas de las ideas que sostenía la propuesta verificacionista de demarcación, y, en un intento de mantener la empresa demarcacionista, propone un nuevo criterio que trataba de obviar toda lógica inductiva y todos los problemas lógicos y metodológicos del verificacionismo: el criterio falsacionista. Popper apuntó sus cañones tanto contra el verificacionismo fuerte como contra el débil —el verificacionismo de facto y la verificabilidad en principio—, dado que las insuficiencias que sacó a relucir afectaban a ambos sentidos de la verificabilidad, aunque con diferentes matices y gravedad en cada caso.

El principal problema del verificacionismo es el que concierne a las leyes científicas. Si aceptamos como criterio de demarcación únicamente aquellos enunciados que puedan ser concluyentemente verificados, entonces no tendremos ningún problema con los enunciados protocolares independientemente de que estén expresados en vocabulario fenomenalista o fisicalista que constituían, según el empirismo lógico, el total del significado de los conceptos y de las teorías científicas. Pero nos encontramos con el insalvable problema de que las leyes científicas quedarían fuera del ámbito de la ciencia, dado que, por definición, sus instancias de verificación son infinitas —ya que incluyen todas sus instancias pasadas, presentes y futuras y no serían susceptibles de verificación concluyente. Al nivel de la lógica puramente formal, si las instancias de verificación de una ley son infinitas todo espacio muestral posible de tales instancias será estadísticamente irrelevante y el nivel de verificación de la ley tendrá siempre a cero. De hecho, podríamos tener problemas incluso con enunciados no universales pero sí muy generales. También sucede que las observaciones siempre vienen cargadas y sesgadas por una teoría observacional, que también tendría que ser verificada por medio de otra. En este sentido, para salvar al verificacionismo o conseguimos construir el edificio del conocimiento en base a enunciados protocolares incontrovertibles un proyecto fundacionalista que la experiencia de la historia nos ha dejado saber que tiene poco futuro, o podemos caer en un regreso al infinito. Sin embargo, y como veremos, sin querer Popper acabó tropezando con la misma piedra.

La crítica que apuntó Popper consistía, al fin y al cabo, en el viejo problema de la inducción ya planteado por Hume. Esta crítica bastaría para derrumbar el verificacionismo fuerte y el criterio de significación empírica wittgensteiniano que lo fundamentaba. El verificacionismo débil también llamado a veces ‘neojustificacionismo débil’ y que se relaciona de una forma arcaica con el confirmacionismo (Carnap, 1936a)—, por su parte, sí lograría superar el problema en sus desarrollos posteriores de una forma relativamente elegante, aunque algo intrincada. Me limitaré aquí a indicar que, pese a las ventajas del confirmacionismo, el ataque popperiano a su noción de justificación probablística se mantuvo a lo largo de toda su producción intelectual, considerándolo siempre la mejor crítica contra la lógica inductiva.

A esta crítica puramente lógica se sumaba una segunda de tipo lógico-metodológica que pretendía sacara a relucir una falacia argumental en el seno de la metodología científica desarrollada por el Círculo —una metodología que fue, de hecho, bastante inocente, y que suele denominarse ‘concepción heredada’. Popper consideró que en ella subyacía una falacia de afirmación del consecuente. Recordemos que una falacia de afirmación del consecuente es toda estructura argumentativa que posee la siguiente forma:

1) Vx (Px→ Qa)

2) Qa

3) Luego, Px.

Durante el proceso de verificación de los enunciados científicos la verificación de las implicaciones fácticas de las teorías pretendía ser un proceso concluyente, pero Popper indicó de forma muy acertada que no lo era. Los miembros del Círculo que abogaban por la verificación en el sentido fuerte defendían que la implicación existente en 1 no debía ser entendida como un condicional, sino como un bicondicional. Sin embargo, este argumento es insostenible sin apelar a nociones muy extrañas de corte wittgensteniano, y la aparición de la falacia se convierte así en insoslayable para el verificacionismo fuerte. Nuevamente nos encontramos con un criterio y una metodología exageradamente estrictos. Y nuevamente, esta crítica popperiana hiere fatalmente al verificacionismo fuerte. La versión débil, por su parte, logra zafarse del argumento, aunque no sin tener que hacer grandes concesiones.

El último de los golpes que Popper lanzó al verificacionismo vino de la mano de la denominada ‘tesis de la asimetría’. Esta crítica tiene un carácter diferente, dado que no se basa en sacar a relucir los problemas lógicos o metodológicos de la verificación, sino en poner de relieve la mayor potencia e implicaciones cognitivas que tienen las falsaciones de las hipótesis científicas en contraste con las, en su concepción, siempre controvertidas e insuficientes instancias que las verifican. Popper esgrime que hace falta una enorme cantidad de instancias de verificación incluso infinitas como en el caso ya comentado de las leyes para aceptar una hipótesis científica y elevarla al rango de teoría, pero basta con una única falsación de la hipótesis o teoría para tener que desecharla —este es el origen, de hecho, de lo que Lakatos denominaría como la ‘racionalidad instantánea’ de Popper—. La falsedad de un enunciado científico se podría deducir lógicamente de un único enunciado singular. En ciencia sería más sencillo destruir teorías que construirlas, al menos a un nivel lógico, dado que las leyes y las teorías serían parcialmente decidibles a la luz de los hechos pero fácilmente falsables. Serían entonces las falsaciones el auténtico espíritu de la ciencia y los enunciados que las expresan aquellos con genuina significación empírica. Esta cuestión fue la que finalmente espoleó a Popper a abandonar toda tentativa de reformar el verificacionismo, prefiriendo explotar la tesis de asimetría para elaborar una propuesta demarcativa y metodológica desde la noción de falsación.

La otra cara de la moneda: un criterio de demarcación falsacionista

Hasta ahora me he centrado en la faceta destructiva de Popper. Veamos ahora en detalle cuál es la propuesta que construye para paliar las carencias del verificacionismo. Popper explotó con mucha audacia lo problemas lógicos existentes en la concepción verificacionista y, teniendo en cuenta la potencia epistemológica de las falsaciones en el desarrollo de la ciencia, desarrolló un nuevo criterio de demarcación entre ciencia y no-ciencia que se basaba justamente en ese punto. Ahora los enunciados científicos no tendrían que ser verificables, sino falsables, los de la no-ciencia, por lo tanto, serían aquellos que no son suceptibles de ser falsados o que, siéndolo, ya lo han sido. Sin embargo, y pese a lo acertado de sus críticas, veremos que su propuesta adolece de varias carencias tanto lógicas como metodológicas, y que en bastantes sentidos acaba por ser una especie de ‘otra cara de la misma moneda’ en relación al verificacionismo: ambas acabaron siendo propuestas demarcativas monocriterio elaboradas a priori que mostraban bastante desidia por el análisis de la práctica real de la ciencia, compartiendo, además, un cierto espíritu extremista.

Según su concepción, la ciencia funcionaría como una sucesión de hipótesis audaces que se ven superadas unas por otras por medio de falsaciones; debemos aferrarnos a las falsaciones y guiarnos por ellas. La asimetría lógica entre la verificación y la falsación permitiría que la mera lógica deductiva sirva para evaluar las proposiciones científicas. La ciencia dejaría así de lado la utilización del Modus Ponens, cuyo empleo, consideraba Popper, no se sostenía desde la lógica formal, para pasar a funcionar por medio de la aplicación sistemática del Modus Tollens. Este proceso generaría una actividad científica radicalmente crítica capaz de producir hipótesis cada vez más y más resistentes a la falsación. Para Popper, toda hipótesis, aunque sea incorrecta, puede encontrar instancias en las cuales funcione, con lo cual ello sería irrelevante en relación a su adecuación empírica. Sin embargo, si una teoría superara con éxito sucesivos y despiadados intentos de falsación, entonces estaría mostrando un suficiente temple como para preferirla sobre otras rivales que traten de explicar la misma parcela del mundo —la hipótesis estará entonces, en terminología popperiana, ‘corroborada’—. Sin embargo, su inicial instrumentalismo antirrealista sufriría varias transformaciones dramáticas, tanto por la inclusión de la noción de verdad por influencia de Tarsky, como por su posterior defensa a ultranza del realismo desde una perspectiva bastante metafísica. Pero, pese a ello, nunca dejó de lado su visión deductivista de la ciencia. La última etapa de Popper, es sencillo imaginarlo, está llena de contradicciones internas que no abordaremos aquí, pero que hicieron que el falsacionismo quedara sepultado bajo el peso de la extraña naturaleza de sus añadidos.

La propuesta demarcativa y metodológica de Popper está enteramente centrada en las instancias negativas de las teorías científicas. Son éstas las que soportan todo el peso de la ciencia: determinan la cientificidad de sus proposiciones, se encargan de descartar las hipótesis y de corroborar las que se aceptará provisionalmente como válidas la comunidad científica. Las hipótesis científicas más valiosas serían de este modo aquellas que enseñan y dejan vulnerable el cuello, aquellas más improbables, las que realizan predicciones más sorprendentes y las que vencen sus intentos de falsación. Por ello, en la ciencia ha de existir una relación de proporcionalidad inversa entre el tamaño y el detalle del contenido informativo de las hipótesis científicas y su probabilidad. Las hipótesis o ‘conjeturas’, como las suele llamar Popper más falsables son las más valiosas y las más científicas dado que son más susceptibles que otras de ser falsadas.

Pero los procesos de falsación necesitan de cierta objetividad y por ello han de basarse y expresarse en lo que Popper denomina ‘enunciados básicos’. Las características principales de los enunciados básicos son: (1) Han de ser lógicamente consistentes con la teoría que pretenden falsar. (2) Han de ser espacio-temporalmente explícitos. Y (3) han de exponer un procedimiento experimental que nos permita establecer su valor de verdad —de ahí que haya afirmado antes que Popper tropezó con la misma piedra que los verificacionistas y sus enunciados protocolares—.

Al aplicar su criterio de demarcación, Popper es mucho más meticuloso que sus predecesores a la hora de clasificar a la no-ciencia —que el Círculo se limitaba a caracterizar como metafísica. Algo que tienen en común una gran cantidad de las ideas no-científicas es que no son susceptibles de ser falsadas porque, o son entramados conceptuales autovalidantes que funcionan como círculos viciosos (Broudry y Braeckman, 2011; 2012) o los conceptos y proposiciones que contiene la hipótesis son de carácter metafísico y, con ello, imposibles que ser sometidos a falsación empírica. Popper fue mucho más combativo y explícito con estas cuestiones, dedicando largos pasajes a criticar la carencias metodológicas y la metafísica presente en varias pseudociencias e ideologías a esta última labor dedicó, de hecho, casi toda su primera etapa antihistoricista (Popper, 1973).

Un caso clásico de esto lo encontramos en el psicoanálisis si un niño presenta síntomas de tener el complejo de Edipo entonces lo tiene, pero si no presenta los síntomas también lo tiene pero los está reprimiendo, mientras que un buen ejemplo del segundo caso pueden ser las pseudomedicinas que, como el reiki o la medicina tradicional china o la orgonterapia, propugnan la existencia de un tipo de energía de carácter metafísico. De todos modos, su análisis de la pseudociencia es incompleto, dado que algunas de ellas están conformadas por corpus de ideas perfectamente falsables, pero hacen un mal uso de la metodología de la ciencia, ya sea desarrollando mal sus investigaciones por determinados factores, ya sea por negarse a afrontar las falsaciones aunque en algunas de sus críticas al historicismo, sobre todo al marxismo, o en sus reproches a la biología evolutiva, que consideraba falsada sin que sus teóricos se hayan dado por aludidos, sí emplea esta idea aunque sin desarrollarla en detalle. Además, muchas pseudociencias son consideradas de ese modo sin haber tenido una falsación explícita. Adelantando problemas al criterio falsacionista de demarcación, simplemente hay muchas cosas falsables que no son científicas. ¿Podemos considerar a la homeopatía una hipótesis científica aceptable mientras apele a una explicación tan deficiente como la memoria del agua?

Los problemas del criterio falsacionista

El criterio de demarcación y la metodología propuesta por el falsacionismo pueden ser, y así fueron, sometidas a varias y contundentes críticas que las hacen insostenibles (Hansson, 2006; Suarez-Iníguez 2008). Los principales críticos de Popper fueron, de forma relativamente diplomática e indirecta, Carnap, y de forma muy directa Lakatos. A continuación van los golpes que considero más relevantes:

1) Si la propuesta verificacionista era incapaz de incluir a las leyes como parte de la ciencia, el falsacionismo ha de afrontar el mismo problema con ciertos tipos de proposiciones existenciales, de modo que ambos dejan fuera del ámbito de la ciencia un tipo de proposición de podríamos considerar como central en la actividad científica. El problema del falsacionismo en este sentido es que siempre pone la carga de la prueba en el crítico y nunca en el que defiende una determinada proposición o conjetura. Esta forma de atribuir la carga de la prueba al crítico resulta muy acertada en los casos de las proposiciones que niegan la existencia de determinada entidad. Por ejemplo, la responsabilidad de la prueba respecto a una proposición como “los caballos alados no existen”, o “Dios no existe”, pertenece a quien pretenda negarla, no a quien la defiende. Consideramos que hay que aceptarla como válida hasta que encontremos un caballo alado o pruebas de la existencia de Dios, una forma de razonamiento que aplicamos todos en nuestro día a día. Esto constituye una actitud crítica sana cuando las condiciones de falsación de la proposición son posibles, pero para ello debemos exponer claramente tales condiciones de falsación, de lo contrario podría transformarse en una Probatio Diabólica y escapar del ámbito de la ciencia.

Pero la cuestión se transforma en un problema muy serio en el caso de las proposiciones que afirman la existencia de algo, como “los caballos alados existen”. Siguiendo a Popper, esta proposición no sería científica dado que no es falsable. Sin embargo, resulta intuitivo pensar que es una labor habitual de la ciencia el negar la existencia de entidades como hadas, duendes o caballos alados, ya sea por razones lógicas, físicas, químicas o biológicas, y el falsacionismo es incapaz de hacerse cargo de tal función. Este problema cristaliza en dos cuestiones súmamente problemáticas para el falsacionismo. Por un lado, que en estos caso la carga de la prueba debería recaer en aquel que propone la existencia de una entidad o proceso tan extraños como un caballo alado, la memoria del agua o las ‘vibraciones’ de las flores de Bach o la numerología, y el falsacionismo no contempla tal posibilidad como científicamente válida. Y, por otro lado, que el proceso de aceptación de la existencia fáctica de las entidades que emplean las teorías científicas quedaría retratado de un modo tremendamente retorcido y ajeno al funcionamiento real de la ciencia. ¿Creemos en la existencia de los átomos porque nadie ha logrado falsar su existencia con una teoría mejor, o lo hacemos por la enorme cantidad de manipulaciones y predicciones que podemos hacer con ellos y por la evidencia que tenemos de su existencia? Se trata de un problema diametralmente complementario al del verificacionismo, siendo ambas cuestiones contrapartes lógicas igualmente incapacitantes.

2) El segundo problema es que el falsacionismo popperiano supone una ficticia racionalidad instantánea en relación a las falsaciones, algo que se expresa bajo la idea de los experimentos cruciales. Una vez que una conjetura ha sido falsada por uno de estos experimentos tendría que ser inmediatamente desechada, quedando todo trabajo posterior acerca de ella retratado como una actividad irracional y anticientífica. Esta idea fue súmamente criticada por Lakatos, que argumentó que los experimentos cruciales únicamente lo son, si es que lo son, cuando vemos retrospectivamente la historia de la ciencia y muy difícilmente en el mismo momento de ser llevados a cabo. Normalmente la muerte de una hipotesis/teoría – conjetura es lenta y la agonía pasa por el fracaso de sus practicantes para poder tratar de hacer frente a las falsaciones. Aunque muchas veces consiguen sobreponerse a ellas empleando varias estrategias —criticar la teoría observacional del rival, encontrar mas evidencia a su favor en otra parcela de la realidad, etc.—, algo que retrata la racionalidad instantánea como una idea puramente fantasiosa que no casa en absoluto con la historia y la práctica de la ciencia.

Lakatos llamó a las ideas de Popper ‘falsacionismo dogmático’, ya que que presuponen una base empírica infalible que permita la pura racionalidad deductiva, una idea de la que se desprende un criterio de demarcación extraordinariamente estricto que podría acabar estrangulando el desarrollo de la ciencia al hacer irracional una parte importante de ella. Por ejemplo, ¿son todas las conjeturas capaces de explicitar sus condiciones de falsación? Ante esto, Popper trató de hacer más laxo su criterio pasando del falsacionismo dogmático al falsacionismo en principio que la conjetura sea lógicamente posible de falsar, no necesariamente posible a nivel práctico; una evolución equivalente a la vivida por su hermano siamés el verificacionismo y siendo algo más laxo con la presencia de la metafísica en los programas protocientíficos. Pero, pese a todo ello, siempre supuso la racionalidad instantánea, lo cual continuó manteniendo los mismos problemas de siempre.

3) Otro de los problemas de la propuesta falsacionista es el que concierne a la naturaleza de los enunciados básicos. Popper postuló que toda observación estaba cargada de teoría y que, por ello, las conjeturas siempre eran susceptibles de revisión y crítica. Sin embargo, para hacer a las falsaciones parte de un proceso objetivo de racionalidad instantánea se vio obligado a convertir a las teorías observacionales en teorías dogmáticas. Así consiguió evitar el regreso al infinito, ya que de otra forma siempre se podrían falsar las teorías observacionales y la falsación no sería ya susceptible de racionalidad instantánea. A fin de no chocar con su afirmación de que toda observación siempre está condicionada por la teoría, en última instancia postuló la existencia de una ‘base empírica convencional’ aceptada por decreto por la totalidad de la comunidad científica. Esta idea no se trata de hechos objetivos ni de enunciados protocolares, se trata de algo muchísimo peor. El problema es que esto no es capaz de darle un estatus superior a la ciencia sobre otras maneras epistemológicas, dado que, en última instancia, la ciencia se basaría en un consenso con un alto contenido de arbitrariedad, casi ideológico. Esta idea es una de las muchísimas cuestiones que Popper afirmaba taxativamente sin aportar demasiada argumentacion… Si lo hubiera hecho, ¿habría tenido que aceptar algún tipo de concepción débil de paradigma kuhniano? En mi humilde opinión, sí.

4) La teoría de la verdad original de Popper era extraordinariamente laxa. Las teorías científicas eran entendidas como meros instrumentos, meras conjeturas que no tenían por qué tener ninguna correlación con el mundo real. Popper fue posteriormente conciente de esta cuestión y, en un movimiento bastante sorprendente por pasar de un extremo del espectro al otro sin mucho sentido racional, comenzó a introducir defensas del criterio de verdad por correspondencia (Rivadulla, 1986) y del realismo en todos sus sentidos. Pero ello no hizo que cambiara su metodología, con lo cual hay en Popper una tensión constante entre su metafísica teoría de la verdad y su metodología científica (Kamino, 1996). Toda teoría sería una mera conjetura que apoyamos porque no tenemos nada mejor, pero no podemos medir su acomodación al mundo, su contenido de verdad. Sin embargo, por otro lado, defiende que las teorías científicas sí se acomodan de un modo radicalmente objetivo al mundo e incluso fundamentó esta opinión en argumentos basados en el neodarwinismo.

Por un lado, su epistemología tiene serios peligros de caer en el pragmatismo al postular que las teorías son meras conjeturas útiles para ciertos fines, sosteniendo una teoria de la verdad casi pragmatista basada en esta idea, pero, por otro, tiene una vertiente fuertemente platónica en la cual la ciencia es entendida como una actividad que nos va acercando progresivamente a la verdad por medio de una sucesión de teorías con cada vez mayor contenido de ella (Popper, 1972). Parecen haber dos poppers diferentes que se solapan uno con el otro pero que nunca discuten entre sí, sino que conviven en una aparente e irritante armonía.

Tiendo a sostener que la versión más ortodoxa que se desprende de su metodología científica es la interpretación pragmatista. Desde la óptica falsacionista no tenemos ninguna herramienta para poder emplear la verdad por correspondencia tarskiana, por la sencilla razón de que la imposibilidad de refutar una teoría no es realmente un argumento a favor de su verdad fáctica. No poder refutar una teoría es una razón para pensar que hasta ahora no la hemos podido refutar, nada más. Para medir su adecuación al mundo, en cambio, lo que tenemos que hacer es observar cómo funciona cuando se aplica a él y es confirmada por este. Popper quiere evitar a toda costa dicha forma de proceder, la de sus rivales confirmacionistas, y por ello retuerce el sentido habitual de ‘verdad’ hasta llevarlo a límites pragmatistas. “Si no lo puedo refutar es verdad, si no lo puedo refutar mucho, es más verdad” es un razonamiento falaz si tomamos en consideración la noción intuitiva de verdad —de hecho, es una falacia de apelación a la ignorancia bastante evidente—.

A Popper lo carga el diablo

Popper pudo haber establecido un criterio demarcación, pero no pudo ni justificarlo correctamente ni tampoco establecer que la ciencia sea superior a la no-ciencia sin tener que apelar a una metafísica muy barroca. Lakatos lo expresa con meridiana claridad cuando afirma que “el criterio de demarcación de Popper nada tiene que ver con la epistemología. Nada afirma sobre el valor epistemológico del juego científico… uno puede creer… que existe el mundo externo, leyes naturales e incluso que el juego científico produce proposiciones cada vez más próximas a la realidad, pero… son simples creencias animales. No hay nada en La Lógica de la Investigación Científica con lo que deba de estar en desacuerdo el escéptico más radical” (Lakatos, 1978). El ‘giro tarskiano’ posterior de Popper y su teoría de la verosimilitud sólo acrecentaron la inconsistencia interna del falsacionismo. De hecho, la filosofía de Popper, en general, fue poco a poco caminando hacia una inconsistencia cada vez más acusada en todos los niveles hasta llegar a puntos alarmantes, como sus neurotonterías escritas con Eccles o su bizarra teoría de los tres mundos.

Al igual que el verificacionismo, el falsacionismo es una metodología construida de forma enteramente apriorística, sin atender a la práctica real de la ciencia. Se empeña en negar todo inductivismo o justificacionismo pese a que en la ciencia son abundantes los casos en los cuales los científicos realizan razonamientos y aceptan hipótesis en base a sus instancias de confirmación. Niega todo papel a la confirmación de las teorías y da una imagen irreal de la falsación, como si de un proceso instantáneo se tratara. El falsacionismo popperiano se parece muy poco a lo que los científicos hacen en la realidad y por ello es una metodología imposible de llevar a cabo, que, además, tampoco es capaz de explicar muchos de los eventos de la historia de la ciencia y entenderla como una actividad racional.

Por si fuera poco con esto, el criterio de falsabilidad resulta extraordinariamente centrado en la física o ‘físicocéntrico’ —algo, por otro lado, bastante habitual en la época—, considerando a la física el paradigma de la cientificidad y cuya metodología específica habría de reproducirse en el resto de ciencias. Un problema de esta idea es que este criterio de demarcación funciona relativamente bien en física, pero cuando es aplicado ya no a ciencias sociales sino a la propia biología no funciona en absoluto. Prueba de ello fue la terquedad con la que Popper denegó el estatus de ciencia al programa neodarwinista de investigación (Diéguez, 2005) —efectivamente, Sir Karl Popper consideró a la teoría de la evolución una pseudociencia toda su vida y, de hecho, hizo sus propias aportaciones pseudocientíficas al respecto para ‘mejorar’ la teoría desde un punto de vista altamente ideologizado. Desde su punto de vista la ciencia no puede versar sobre hechos únicos e irreproducibles y por ello le aplica una crítica parecida a la que le aplica a, por ejemplo, el marxismo. Quizás en este punto podría contraargumentarse que el problema de esta evaluación tan errada no fue propiamente del criterio de demarcación falsacionista, sino de un Popper que nunca llegó a comprender realmente el neodarwinismo concibiéndolo como una ‘historia de la evolución’—, sin embargo el problema es una conjunción de ambas cuestiones. Así, el criterio de demarcación falsacionista es, por un lado, demasiado estricto con los propios científicos y, por otro, demasiado laxo con las pseudociencias, ya que muchas de ellas son efectivamente falsables pero no por ello sus proposiciones son científicas.

En resumen: los sistemas autovalidantes e imposibles de refutar no son científicos y ello es algo que debemos tener en cuenta al demarcar entre ciencia y pseudociencia, pero no deberíamos hacer esta valoración mirando la ciencia desde unas gafas popperianas o confiar únicamente en esta característica —por ejemplo, podemos optar por considerar que las hipótesis para ser candidatas a teorías científicas, han de ser susceptibles de recibir disconfirmaciones—. En pedante podríamos decir que la posibilidad de recibir disconfirmaciones es necesaria pero no suficiente para ser ciencia.

Por Angelo Fasce

Boudry M, Braeckman J (2011) Immunizing strategies & epistemic defense mechanisms. Philosophia 39(1): 145-161.

— (2012) How Convenient! The Epistemic Rationale of Self-validating Belief Systems. Philosophical Psychology 25: 341-364.

Carnap R (1936a) Testability and Meaning. In: Feigl H, Brodbeck M (eds.) Readings in the Philosophy of Science. Nueva York: Apple, Century y Crofts, inc.

— (1936b) R. Carnap, letter of recommendation. Popper Archives 406.2.

Chapa Suela LM (2004) La relación crítica de Karl Popper con el Círculo de Viena y Ludwig Wittgenstein: Datos e interpretaciones. (Tesis Doctoral).

Diéguez A (2005) Popper como filósofo de la biología. In González W (ed) Karl Popper: Revisión de su legado. Madrid: Unión Editorial.

Hansson SO (2006) Falsificationism Falsified. Foundations of Science 11(3): 275-286.

Kamino K (1996) On Popper’s Metaphysical Realism. In Memory of Sir Karl Popper. Annals of the Japan Association for Philosophy of Scienc 9(1): 47-57.

Lakatos I (1978) The Methodology of Scientific Research Programmes. Cambridge: Cambridge University Press.

Popper K (1972) Objective Knowledge. Oxford: Clarendon Press. 

—  (1973) La miseria del historicismo. Madrid: Taurus.

— (1986) La lógica de la investigación científica. Barcelona: Laia.

Rivadulla A (1986) Filosofía actual de la ciencia. Madrid: Tecnos.

30 comentarios en “Lo científico como lo falsable. ¡A Popper lo carga el diablo!

  1. Siempre me ha despertado curiosidad la vinculacion entre la filosofía de la ciencia y los «descubridores»: Einstein, Max Planck, Crick, en fin a los que le dan los premios nobel en medicina. Me pregunto si estos cientificos descubridores conocian o conocer la filosofia de la ciencia, si esta les puede ser util en sus investigaciones, en sus descubrimiento. Si a partir de leer a Popper, Carnap o Bunge van a descubrir mas cosas.

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    1. No raúl, a los científicos «duros» o biológicos, le tienen sin cuidado los meandros de la epistemología.
      Ellos reciben desde cachorros un método cocinado y verosímil, inductivista por cierto. Y les sirve. Con eso se conforman, además suelen no tener idea de la epistemología quea nosotros nos devela.
      Las honrosas exepciones las han dado tipos como Khun o Fayerabend, físicos, marginados a enseñar historia de la física. Cómo hacer de una descalificación un edificio, criticable por cierto, pero magnífico.
      También nos podríamos remontar por ejemplo a Pascal, o Kepler (astrólogo!)

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      1. La pregunta Guillermo sería, ¿qué pasaría si los científicos, los investigadores conocieran de epistemología, descubrirían más, se abrirían nuevas dimensiones apenas explotadas?

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      2. Raúl: no creo que con Carnap, Popper, Lakatos, Wittgenstein o Stuart Mill, y si querés con Hume, Bacon, Newton o papá Ockham puedan abrir nuevas dimensiones. En última instancia todas las posturas conscientes o no son variantes y ornamentos de la lógica formal.

        En ese sentido Khun-Fayerabend (que sé que no son muy amigos de Fasce) representan una bisagra. Sin desconocer a los «lógicos» ( aunque estos últimos lo fueran en extremo) pueden, en tiempos de «ciencia normal» catalizar una revolución y creo conveniente que las ciencias «duras» los conozcan.

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    2. 1. Utilidad no tienen para el científico, estos siguen siendo por mucho que les pese a los popper fans, inductivistas en la práctica. Así que Popper mintió cuando sentenció que el inductivismo había muerto. La única postura válida de Popper fue la defensa de la autocrítica, aunque si lo vemos retrospectivamente no es nada novedoso. Bunge incluso defiende un inductivismo débil, pero con una propuesta igual de delirante basada en sus ideas sacadas de la manga extrapoladas de la astrología, el psicoanálisis y el marxismo. Y para peor, Bunge y Popper usan excusas (bueno, Popper las usó porque ya murió) ad-hoc para defenderse de las críticas. Eso es una contradicción en su propia propuesta.

      2. Popper murió con un criterio cerrado. Su ejemplo de que el psicoanálisis freudiano no es nada falsable ha sido refutado desde hace años. Por lógica y por extensión, Bunge también miente.

      3. Su crítica al marxismo fue fraudulento.

      4. No hay ninguna prueba de que los criterios de demarcación hagan lo que suponen.

      5. Las propuestas más novedosas de Massimo P, Martin M, Sven O’Hansson y la escuela «escéptica» han intentado infructuosamente recuperar eso. Gastan dinero, que bien podría ser empleado en problemas filosóficos más pertinentes, en formular propuestas que irónicamente son «seudocientíficas». Nadie necesitó un criterio para saber que el calórico, el mesmerismo y otras no son científicas, se hizo con la práctica.

      6. Por tanto, que la UV gaste dinero en «financiar» a Ángelo Fasce, es un sin sentido. Leyendo las propuestas preliminares de este señor, se le nota que no domina todos los temas que quiere incluir, le tomará quizá 5 vidas o más, pero quiere abarcar todo en una tesis doctoral, basandose en lo que le ponen sus amigos del ARP-SAPC. Su proyecto en Métode Studies S, están directamente dirigidos al fracaso. Y eso no es culpa más que del seudoescepticismo, de nadie más.

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    3. No te olvides que un gran genio de la Fisica como fue Schrodinger escribió una pequeña obra maestra titulada MENTE Y MATERIA , mas que recomendable, es imprescindible tanto para filósofos como para científicos y de paso leeros también ¿QUE ES LA VIDA?.

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  2. Easce, tengo una impresión que extraigo del particular énfasis de Popper cuando se refiere a Marx y a Froid. El corazón de su obra parece destinado a refutarlos (o falsarlos). ¿será el edipo?
    La irracionalidad es constituyente de lo humano, aún en tipos tan racionales.

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  3. 1. Así que después de todo la homeopatía tiene «afirmaciones claramente falsables y falsadas—», resultó cierta. Hace años repetí que la homeopatía tiene hipótesis falsables y tus amigos de curiosabiología lo negaron poniendo que eso no era cierto, incluso tergiversando a Popper.

    2. Si por muchos años respondieron afirmando que la homeoatía es «seudociencia» porque no era falsable, ¿no te parece fraudulento que los «escépticos» por más de 30 años se basaran (y la mayoría aún se siguen basando) usaran un criterio que tú mismo dar a entender es charlatánesco?

    Ahora explica, ¿por qué la «memoria del agua» es una «explicación deficiente»?

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    1. ¿Para qué? La homeopatía y la memoria del agua son pura charlatanería. Seguir malinterpretando el asunto es cosa de gente deshonesta intelectualmente, como el autor de «Explicando al Explicador» o «Hezepticos» o -peor aún- , tipos como el tal «Zetetic». Hace poco Daniel Galarza actualizó sus escritos sobre el tema:

      http://elescepticodejalisco.blogspot.cl/2011/01/7-argumentos-falsos-para-confiar-en-la.html
      http://elescepticodejalisco.blogspot.cl/2011/05/medicos-homeopatas.html

      Saludos cordiales

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      1. Este hombre sigue sin publicar varios de mis comentarios. Como sea, he leído las «actualizaciones» que comentas y no veo ninguna. Por ejemplo, ¿te parece que mentir sobre las credenciales del Dr. David Reilly es intelectualmente honesto?

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      2. Además, no te veo señalar específicamente dónde está la «deshonestidad intelectual» de nosotros. Quizá sería bueno recordarte el momento cuando la Asociación Escéptica de Chile, rechazó hacer un suicidio con una tintura madre, mismo reto que encontrarás en el blog del explicador. Pero ya que tú defiendes a Galarza, será bueno que respondas, si es que tienes algo honestidad:

        1. ¿Cuál es la prueba de que Jacques Benveniste hiciera fraude? ¿Cuál fue la prueba de manipulación?

        2. Galarza ahora ya reconoce que hay algunos estudios serios, cuando antes lo negó por más de 5 años.

        3. De acuerdo a Galarza » lo cierto es que la gran mayoría de la literatura médica disponible muestra una enorme cantidad de artículos con resultados negativos a un sinfín de supuestas aplicaciones de la homeopatía. » ¿Puedes citar las cifras que apoyen su aserción a partir de todos los estudios listado en PubMed?

        4. Galarza pone: » En primer lugar, una vacuna jamás podrá ser comparada con chochitos o gotitas homeopáticas, pues las vacunas tienen su eficacia comprobada». ¿Si algo protege al sistema inmune antes de la exposición de la enfermedad cómo es que no puede ser comparada con una vacuna?

        5. Tú amigo afirma: » el que la investigación sea financiada por empresas privadas, no significa que entonces los médicos e investigadores vayan hacer medicamentes sin comprobación científica y lanzarlos al mercado sin asegurarse de su eficacia… . Sin embargo, hay una industria que crea los miles de millones de frasquitos homeopáticos, que es igual de fría y lo peor, es que no cuenta con pruebas ni protocolos rigurosos de certificación para autentificar su producto, el cual, le genera ganancias millonarias año con año.»

        A parte de la pésima redacción y ortografía del nabo de Galarza, lo que hace es una falacia de tu quotue. Hay bastantes pruebas de que varias industrias farmacéuticas corrompen a científicos, y me temo que por eso no le vas a ir a responder al dueño del blog Hezeptikos porque sabes que eso incluye a ciertas organizaciones «escépticas» financiadas por Mosanto, Syngenta, McDonald’s, Bayer y Coca Cola. Y el último escándalo donde Monsanto alteró pruebas para minimizar la toxicidad del RoundUp, lo que incluye a entidades fraudulentas como Chilebio, y el Círculo Escéptico Argentino financiado por el grupo empresarial Monsanto-Bunge. Así que no hay nada de «conspiranoico» ahí. Busca quién financia «ChileBio» y me indicas por qué Mulet aparece bastante promocionado ahí.

        6. Tu amigo pone: » El tema de la memoria del agua alcanzó gran notoriedad por los estudios de Jacques Benveniste sobre sustancias ultradiluidas, y aunque sus trabajos quedaron desestimados hace ya bastante tiempo, aún de vez en cuando se sigue oyendo de nuevas réplicas de los experimentos de Benveniste, y nuevas personalidades que, por tener alguna credencial científica, se le menciona como autoridad en el tema. Madeleine Ennis y Luc Montagnier son dos ejemplos de esto último. La memoria del agua puede verse como un intento tramposo de hipótesis ad hoc, donde los homeópatas intentan justificar una idea errada y carente de sentido (las diluciones curan), con otra idea que huele más a vitalismo medieval que a ciencia, del que Samuel Hahnemann, fundador de la homeopatía, usaba como explicación de sus diluciones.»

        Eso es una gran tontería, una hipótesis ad-hoc es válida bajo ciertas condiciones. Tú amigo Galarza sabe de epistemología lo que tu sabes de K-Pop (XD). Y en segundo lugar, Galarza admite que hay «replicas», es tan tonto que no distingue entre replicación y replica. Y por mucho que no le guste, poner que la memoria del agua es un «intento tramposo» es equivalente a poner que la teoría atómica es un intento tramposo de Demócrito y Leucipo.

        7. «Entonces ¿hay alguna razón para creer que nos harán daño unos chochitos de más en nuestro cuerpo? La respuesta es un no. Algunas personas aseguran que ese es el lado bueno de la homeopatía, que no puede ser dañina. Pero el problema es que no solo no es dañina, sino que además no es más benéfica que la sensación sanadora del efecto placebo.
        »

        Estas es excelente, se nota que en 6 años Galarza no aprendió nada. DAdo que esto fue la base de los «sucidios» ¿me puedes indicar en qué parte la homeopatía postula que diluir arsénico debería hacer más tóxica una 30CH que una 6CH ?

        8. Los otros puntos son de traca, se la pasa citando lo mismo que pone Luis Alfonso Gámez, literalmente copia todo. Y no ofrece nada nuevo, sólo le agregó algunos enlaces, y eso no es ciertamente una actualización de nada. Lo curioso es que termina con «pues después de considerar los principales argumentos pop que utilizan los homeópatas para defender su postura y demostrar que o son falaces o simplemente son absurdos», cuando él se inventa sus propios hombre de paja, y ni siquiera evaluó la pruebas. Así que Galarza hizo otro intento fraudulento.

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      3. Tú afirmas que la memoria del agua son «pura charlataneria», acusas de «seguir malinterpretando», cuando no ofreces nada de tu parte, te limitas en varios blogs y foros a repetir lo que tus maestros de la AECH te ponen, y lo sabes porque eres un socio de ellos. Hace años tus amigos del AECH me censuraron posteriores comentarios en su blog. Y si te parece pura «charlatanería» ¿por qué tú, no tus amigos, no refutas con una publicación científica lo siguientes estudios?

        Ahora me indicas cómo es que la homeopatía supuestamente no es falsable, algo que cuidadosamente omites responder. Y me indicas cómo es que las células son capaces de sugestionarse incluso usando cuidadosos procedimientos a doble ciego, asignación al azar y todo los detalles pertinentes. Y por favor, no me vengas con blogs que carecen de referencias o que remiten a leer basura de «science based medicne» donde cada dos o tres párrafos sueltan una risotada en lugar de un argumento. Cuando gustes me ofrezco a refutar a Novella y Robert Carroll, que es tiempo de hacerlo ¿no crees?

        sciencedirect.com/science/article/pii/S0167732215312277

        sciencedirect.com/science/article/pii/S1043466617300467

        sciencedirect.com/science/article/pii/S030121151730060X

        sciencedirect.com/science/article/pii/S0344033816306239

        sciencedirect.com/science/article/pii/S1876382016303237

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      1. ¿Entonces si alguien pone que «X es seudociencia por bla, bla, » y lo difunde en los medios, gana dinero y lucra con ello, no puede ser refutable? ¿Estás admitiendo que Bunge cuenta opiniones y no argumentos basados en pruebas científicas?

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    1. No, asno; no son «opiniones asno». Son opiniones, asno. Las opiniones no se pueden refutar, asno. Como ya no puedes jugar al perrito faldero con Grr vienes aquí a buscar enemigos. Por cierto, ese subnormal se quejó tanto tiempo de los anónimos y resulta que estaba en su poder impedir que la gente comentara anónimamente. Vaya par de asnos.

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      1. Vaya, vaya, así que el ardido «anónimo» me buscó para ver que puede añadir a su quejas de barrio. Y bueno, no te veo quejándote de la censura en Naukas o aquí mismo, de eso no mencionas nada, ¿por cierto ya se cansaron de sus multicuentas los tres mosqueteros.

        PD. Como es tu costumbre, no refutaste nada (igual que Angelo al que le caen los tomatasos o acaba por corroborar algunas de las críticas que he esgrimido u otros han hecho, sólo que intenta parchar las para que no se note tanto su secta).

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      2. Enfermito:
        (1) Obvio debería de ser que leo varios blogs; que tú te busques enemigos en todos los que hablan de seudo-ciencia es tu problema. A ti no creo que te busque ni tu madre.
        (2) Deja de humillarte, lo único que señalo es el grado de retraso mental de Grr al ser incapaz de deshabilitar los comentarios anónimos por años.
        (3) ¿Qué mierdas es Naukas? ¿Quién se ha quejado de la censura?
        (4) ¿De qué putos mosqueteros hablas?
        (5) ¿En qué momento me propuse refutar algo?
        (6) ‘Tomatazo’ va con ‘z’, ignaro.
        (7) ¿Quién mierdas es Angelo? ¿Por qué me hablas de alguien que no conozco?

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      3. Que risa, así que ya tenemos a nuestro copycat y su «Rebeca».

        (1) ¿Obvio qué? No sabía que tenía enemigos, entonces ¿es una declaración de guerra o algo así? Y pensé que eran bufones, no soldados con armas de juguete XD. No claro, no me buscan pero aparezco en hyerptextual y otros blogs.
        (2) Me encanta tu confesión de tu objetivo, lograr la deshabilitación de los comentarios Anónimos. No te apures, luego se le pasa y vuelve a activiar los Anónimos, o si no pues create una cuenta y puedes volver a comentar. De hecho tendré que crear una también.
        (3) Ah, así que ya te vino la amnesia.
        (4) De ti no, por supuesto.
        (5) En el momento en que niegas que una opinión se pueda refutar.
        (6) Gracias por la corrección, menudo dezlis de iknaro.
        (7) Oh, te podría indicar quién es Angelo Fasce Clemente pero espero que lo puedas encontrar. Imagina que buscas a Wally en este blog.

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