Lo posmo (2): los coños feroces

Feminismo… feminismo posmoderno… nadie sale vivo de aquí hoy. ¿Por dónde empiezo esto? Ya sé que la mayoría de la gente que llegue a este texto no se va a parar a leerlo, pasando directamente a los comentarios señalándome como una vil materialización de la falocracia, un enemigo de las mujeres, un apologista de la cultura de la violación y mil barbaridades más que, lamentablemente, los harán sentirse muy bien con ellos mismos. Las razones de la extraña situación de extrema irritabilidad respecto al tema de este texto son varias. En primer lugar, simplemente es cool. Ser una brujita atómica o un guardaespaldas de las indefensas mujeres, ejerciendo de policía del pensamiento e intentando por todos los medios no tener que salir de la zona de confort de lo políticamente, y a veces absurdamente, correcto, es algo que en ciertos círculos da muchos réditos sociales. Y es un drama, porque cuando la gente acepta las cosas de forma dogmática o paranoica, rechazando lo que puede contrariar sus ideas preestablecidas, entonces estamos ante un fanático. En segundo lugar, porque, además de la censura, hay una lógica muy macabra a la hora de abordar cualquier texto que hable sobre el feminismo y ose hacer algún tipo de crítica: dicho texto pasará inmediatamente a ser convertido en un hombre de paja y tachado de machista. Y da lo mismo que haya que retorcer el significado de ese término tan manoseado que ya significa muy poco, que no pase la oportunidad de colgarle una etiqueta doliente a alguien. Lo de llamar ‘machista’ a las cosas que no nos gustan se ha convertido en algo así como la historia de Pedro y el lobo, pero con un pueblo muy voluntarioso que nunca deja de acudir. Y, por último, porque tengo la maldición retórica de tener una polla colgándome entre las piernas. Lo cual, para algunas personas, me incapacita para hablar sobre el feminismo. Porque si tuviera el cromosoma 23 XX podría decir casi cualquier barbaridad que me venga en gana y todos tan felices.

Pero, ¿sabéis qué? Antes me hubiera calentado, hubiera dado mil explicaciones y me hubiera dolido mucho que se dijera algo tan terrible acerca de mi persona, pero hoy en día simplemente me la suda. Me da igual, lo mismo, vuestra existencia me la trae al pairo. Digamos que soy la parte menos voluntariosa del pueblo. Este texto no es para vosotros, es para la gente que se toma la molestia de no crucificar a los demás porque sí y de leer las cosas con algo de espíritu reflexivo. Yo sé muy bien que por qué a estas alturas no soy capaz de identificarme como feminista: porque creo firmemente en la igualdad de los sexos respecto a la ley, a las oportunidades sociales y a los juicios morales. Las mujeres tienen tanto derecho como cualquier hombre a disfrutar de su sexualidad como mejor les parezca, a estudiar lo que quieran, a ser enteramente respetadas en su voluntad y autonomía, a ser admiradas cuando corresponda y, en general, a hacer con su vida lo que les venga en gana todo con los matices y limitaciones que estipulan los códigos penales y las buenas formas y demás. En realidad, lo único que voy a argumentar en este texto es que los hombres y mujeres no estamos, o no deberíamos estar, en una guerra, sino que estamos sometidos a cargar con cruces parecidas respecto a los estereotipos de género y que, por ello, debemos trabajar juntos, y, por último, que el camino del feminismo no debe ser el victimismo, sino el cambio efectivo y la ponderación real de la situación de las mujeres en base a datos y hechos.

Porque voy a decirlo claro: una parte considerable del feminismo actual ha perdido el norte y se ha convertido en teatrillos, pillaje, autocompasión monárquica, ofensas ectoplásmicas, rituales sacrificales, misandria al por mayor y ejercicios inquisitoriales de sobremesa. Y he dicho ‘una parte’, la otra bien, pero esa parte bien tiene que cargar con la otra y, poco a poco, la espalda ya no le da más de sí.

¿Tiene sentido hablar de esto en una línea de artículos sobre la posmodernidad? Sí. No hay cosa más posmo que la tercera ola, ya veréis.

El ángel de la casa se levanta en armas

Siendo yo pacifista no puedo más que admitir que hay guerra justas. Es más, hay guerras que vale la pena luchar, que dignifican y que son inevitables. Porque cuando un montón de imbéciles endiosados te ha reprimido desde que el tiempo es tiempo, es justo y valiente ponerse de pie, plantar cara y exigir el respeto que se te ha sido negado. Esto fue lo que hicieron las mujeres en la primera ola del feminismo: levantarse frente a la opresión masculina y reivindicarse como colectivo. Porque la sociedad ha dado bastante asco en su trato hacia las mujeres, siendo estas víctimas de violencia, opresión y de una serie de ideas que las relegaban a una posición secundaria suponiéndolas incapaces de tomar sus propias decisiones. Los precedentes más claros son Paullain de la Barre, el tándem Helen Taylor / Stuart Mill y Mary Wollstonecraft siendo esta última una figura histórica realmente fascinante. Pese a estos visionarios, lo que entendemos hoy en día como ‘feminismo’ bajo la forma de movimiento social no llegó hasta esta primera ola acontecida desde la segunda mitad del siglo XIX hasta principios del XX. Esta primera ola tenía un marcado carácter político, centrándose en conseguir el sufragio femenino, la igualdad de derechos dentro del matrimonio, el derecho de las mujeres a tener propiedades, a firmar, a trabajar, igualdad de oportunidades en materia educativa y, en general, en conseguir igualdad ante la ley y poder político.

La segunda ola fue una continuación de la primera, pero ampliando el rango de temas a revindicar. Si la primera luchó en la arena política, la segunda lo hizo en la social, denunciando desigualdades tácitas en materia de relaciones laborales, familiares o académicas. Centraron también la atención en el maltrato doméstico, en el consenso sexual y el acoso en todas sus formas. Estas reivindicaciones tuvieron lugar hasta los 80′ y supusieron una serie de victorias de extrema importancia, dado que todos esos problemas eran recalcitrantes y tremendamente extendidos en una sociedad que no estaba acostumbrada a escuchar la voz de las mujeres. Estas dos primeras olas fueron muy exitosas y, sin duda, debemos sentirnos orgullosos de todos estos avances sociales que son hitos históricos que debemos celebrar y mantener. Sin embargo, la tercera ola supuso un cambio en lo que hasta ese momento se trató de un movimiento social bien encaminado, realista y victorioso, deslizándolo paulatinamente hacia la inacción y los debates abstractos que no responden a realidades sociales equiparables a aquellas por las que lucharon las anteriores feministas.

La semilla que creció torcida en la tercera ola ya estaba latente en la segunda, una semilla que, al germinar, hizo que el feminismo se fuera reconvirtiendo poco a poco en lo que hoy en día se denomina ‘estudios de género’. Simone de Beauvoir decía en El segundo sexo que “no se nace mujer: llega una a serlo”. Tocaba entonces trasladar el debate desde el lodo de la realidad hacia lo difuso de las nubes, interrogándose acerca de qué significa ‘ser mujer’. El movimiento político pasó entonces a ser un problema filosófico, y cuando los filósofos toman el control de una situación, creedme, nada bueno sale nunca de ahí. Pero este debate acerca del género fue llevado a cabo de una forma radicalmente ambientalista por parte de cierto sector del feminismo, considerando que ‘ser mujer’ no es algo biológico, sino un constructo plenamente social. Ser mujer sería un mero relato y, en este sentido, la vinculación con la posmodernidad fue inmediata dada la afinidad teórica entre ambos movimientos. En este feminismo posmoderno hay verdaderas mujeres y falsas mujeres, siempre de acuerdo al relato que se adopte y que, al no estar vinculado a la roca sólida de la evidencia, se basa en meras elucubraciones y en mucho ‘para mí’ o ‘yo opino’: el sello de la posmodernidad.

Otra parte del feminismo, en cambio, no se perdió por estos derroteros, considerando que el ‘ser mujer’ es una cuestión biológica y que no hay verdaderas o falsas mujeres, sino mujeres que hacen cosas distintas con su libertad según les de la gana. Las características, fuerzas y vulnerabilidades de las mujeres tienen aquí una base biológica que se ve potenciada o mermada por el contexto social. Para ellas, denominadas hoy en día ‘feministas de la diferencia’ con Susan Pinker o Christina Hoff Sommers a la cabeza, lo que hay que hacer es feminizar la sociedad para adaptarla a las necesidades específicas de las mujeres, entendiendo que ello es una lucha política y social ajena a bobadas filosóficas o a cazas de brujas. Mientras unas consideran que una vez conseguida la igualdad política hay que gritar ‘¡viva la diferencia!’ y poner en valor a las mujeres como tales siendo estas libres de tomar sus propias decisiones, las posmodernas consideran que, más allá de la igualdad política, hay que conseguir la imposición de un relato de género neutro, aboliendo las diferencias, aunque sean inocuas, entre los sexos al grito de ‘¡machete al machote!’, cazando, a su vez, a las ‘malas mujeres’ como traidoras y lobas machistas bajo la piel de un femenino cordero.

El principal problema del feminismo posmoderno radica en la forma tosca y extremista con la que define sus términos e intenciones. Una gran cantidad de los términos que emplean no sólo son ambiguos, sino que a menudo son sinsentidos. Un ejemplo muy definitorio de los problemas de este feminismo es la forma como entienden el ‘patriarcado’. Por ejemplo, ayer leí a una feminista afirmar que había sentido la llamada a filas “el 22 de diciembre de 2013, cuando reflexiona sobre el Anteproyecto de Ley Orgánica para la Protección de la Vida del Concebido y de los Derechos de la Mujer embarazada, obra de Alberto Ruiz-Gallardón», porque «son asuntos relacionados con la sexualización o la parte sexual de la mujer y con su capacidad reproductiva, que han estado regidos por el patriarcado y sometidos a él». Por supuesto, considero que esa ley fue infame y que quince tarados no tienen por qué ponerse a decidir sobre asuntos que no les competen y, encima, hacerlo desde un punto de vista asquerosamente beato que hoy en día resulta intolerable. Pero, ¿quién ese ese tal ‘patriarcado’ del que está hablando? Entiendo que de entrada son Gallardón y sus amigos rancios, pero tienden a extender la idea de ‘patriarcado’ hacia la totalidad de los hombres como sexo, dado que nuestro género sería definido por lo patriarcal, lo falocéntrico y, en los casos más extremistas, por la violencia. Los hombres, simplemente por ser hombres, ya formaríamos parte de los amigos de Gallardón y nuestro relato sería el de ser los enemigos de las mujeres. Todos somos el patriarcado: es una de las teorías de la conspiración más extremas que conozco.

La autocompasión de la eterna víctima

A partir de aquí ya todo comienza a descarrilarse y a salirse de control hasta convertirse en una ideología de odio sostenida como una forma pijoprogre de posmodernidad propia de mujeres occidentales aburridas con ganas de victimizarse. Porque el feminismo posmoderno entiende los problemas de género como algo exclusivo de las mujeres, considerando a los hombres como reyezuelos privilegiados que son la causa última y próxima de todos sus problemas. Somos patriarcado por defecto y hay que luchar contra nosotros aunque estemos callados dándole de comer a las palomas en un parque. Un ejemplo de esto es Rebecca Solnit, que admite haber escrito su libro “desde mi propia experiencia y mi perspectiva” y denuncia públicamente “la tiranía de lo cuantificable”, alegando que «siempre hay un sesgo hacia lo cuantificable, al menos en las culturas que valoran el dinero y la racionalidad y las cifras y los números en formas que desdibujan cómo vivimos y que, definitivamente, no describen ninguna de esas experiencias”. Es decir, que si vienes a presentarle datos a Rebecca que contraríen su sacrosanta opinión es porque eres un falócrata capitalista y reduccionista, y, por supuesto, su opinión vale mucho más que eso. Pero no se limita a sentar cátedra contra los hombres desde su propia subjetividad, sino que considera que existe una guerra generalizada entre los géneros y que, por ello, “es necesario que a las mujeres jóvenes hoy, más que nunca, se les diga que los problemas que ellas experimentan no existen porque ellas fallen, sino por un patriarcado y unos aliados repletos de clichés y asunciones”. Vamos, que si eres mujer y tienes problemas es por lo hombres, y todo ello porque la señora Solnit así lo considera. Así que, en fin, siento mucho si tienes algún problema… no puedo evitar ser la fuente de tus desgracias estimada lectora.

Esta idea, sumamente extendida entre ciertos círculos feministas, suma a la demonización del hombre una actitud extremadamente victimista en la que los problemas que tengan, independientemente de que sean reales o inventados somos posmodernos, ¿qué cojones importará eso?—, no han de ser asumidos como posibles fallos personales que nos empujen a mejorar y a luchar por las cosas, sino que hay que ponerse en posición fetal en una esquina, llorar y quejarse de los hombres. ¿Hay hombres hijos de puta? Sí, y a montones. Hay violadores, maltratadores, misóginos y todo tipo de escoria que merece ser desterrada de la sociedad para siempre, pero no querida Rebecca o querida compañera de máster que me trataba como a un violador en serie por entrarle a alguna chica, yo no soy uno de ellos. Me niego en rotundo a que me consideréis parte del patriarcado o que consideréis que podéis ser crueles con los hombres porque sí o que los niños han de ser tratados como criminales en potencia. Porque esta es España en el 2016 y el machismo es algo restringido a cuatro cavernícolas y tus problemas son tu responsabilidad. Si quieres estaré aquí para ayudarte, pero siempre y cuando me consideres un compañero de viaje y no el Vampiro de Düsseldorf. Los problemas propios de las mujeres en nuestra sociedad son cosas que, aunque hay que seguir luchando por erradicar, no pueden justificar esa actitud más allá de apelar a un intento de victimización anacrónica.

Por ejemplo, nuestra amiga Solnit considera que el patriarcado todos los hombres trata de “mentirosas, manipuladoras, confusas, maliciosas o paranoicas” a las mujeres que denuncian abusos, violencia de género o agresiones sexuales. Llega a decir que los hombres consideramos «poco femenino que digas que quieren matarte» ¿En serio Rebecca? ¿Puedes decir eso de los hombres en general o de cinco tarados de mierda que viven en un espacio-tiempo distorsionado y que, además, son generalmente repudiados por otros hombres? En una sociedad en la que el sistema judicial ha llegado al punto de quitar la presunción de inocencia en los casos de denuncias de violencia de género no se puede decir algo así. Por supuesto, cada mujer que tenga que pasar por ello es una tragedia que todos debemos intentar remediar, pero, por un lado, debemos reconocer los logros sociales y no adoptar una actitud siniestra de disfrutar de las miserias del pasado porque los hombres hemos cambiado y mucho, y, por otro, no se puede generalizar una situación así, porque resulta injusto para la enorme mayoría de hombres a los que en la puta vida se nos ocurriría ejercer violencia machista o considerar que las mujeres que pasan por algo como eso son maliciosas o están confundidas. Con esta clase de exageraciones y distorsiones generan una visión polarizada en la que los hombres somos todos malos y las mujeres son todas seres de luz, lo cual no se corresponde con la realidad y es fuente de aberraciones jurídicas y de faltas flagrantes de principios de caridad, interpretando lo que uno diga o haga de la peor manera posible. Hay hombres buenos y mujeres hijas de puta, y viceversa, así que la lucha de sexos no debería ser considerada como tal, sino como una lucha conjunta por reconocernos mutuamente en nuestras luces y sombras y colaborar por conseguir que, independientemente del sexo con el que se nazca, cada cual pueda hacer con su vida lo que más felicidad le reporte.

Pero el feminismo posmoderno no reconoce esta iniciativa de lucha conjunta, al entender ciertos problemas sociales como problemas de las mujeres perpetuados por los hombres. Por ejemplo, hay una queja constante respecto al menor salario medio de las mujeres, alegando muchas veces que ellas ganan menos por hacer el mismo trabajo. Esta afirmación, datos en mano, es una mentira. Las mujeres ganan menos de media porque los trabajos están repartidos de forma desigual —por ejemplo, los hombres nos quedamos con los trabajos que más riesgo conllevan, ellas trabajan menos horas y en ciertos sectores del mundo empresarial existe un techo de cristal que todos debemos denunciar cuando sea limitante, pero que también puede deberse a muchos factores que pueden responder a decisiones libres de las mujeres. Pero una camarera y un camarero ganan lo mismo, igual que pasa con el resto de profesiones. El problema de plantear la cuestión de ese modo consiste en que (1) se está asumiendo que es un problema cuando no tendría por qué serlo: es perfectamente posible que las mujeres estén contentas trabajando menos horas y asumiendo menos riesgos laborales. Y (2) al tratar de dramatizar la situación se desvía la atención de los problemas reales del mercado laboral hacia problemas inventados que no aportan nada a la lucha por la igualdad.

Os pongo como ejemplo mi propio entorno. En la Universidad de Valencia hay un 70% de mujeres entre el estudiantado, una tasa por encima de la media europea. En la actualidad hay paridad en las contrataciones de personal, se dan más becas FPI a las chicas y estas superan en nota media y cantidad de estudiantes a los chicos en todas las ramas de estudio menos en las ingenierías. Bueno, pues mil veces he escuchado hablar de ‘el problema de las mujeres dentro de la Universidad de Valencia’, con muchos colectivos luchando encarnizadamente por problemas que no sé muy bien de dónde se sacan. Por supuesto, el tema de las ingenierías es una constante: hay que conseguir que más mujeres entren a estudiar esas carreras. Se toman todo eso como una lucha social contra el patriarcado. Pero, ¿por qué nadie lucha por que haya más psicólogos? Porque en ciencias sociales, humanidades o algunas ciencias biomédicas la tasa de chicos ronda el 20%. El problema real de la Universidad de Valencia respecto a este tema son ellos: los chavales no están llegando a la universidad y, lo que es peor, en este país uno de cada cuatro de ellos es un caso de fracaso escolar. Ellas lo estan haciendo estupendamente bien y están ganando esta supuesta competición por paliza, los que necesitan atención son ellos.

Por otro lado, ¿por qué demonios debería haber más ingenieras o más psicólogos? ¿No tienen derecho las mujeres a que no les gusten determinados tipos de estudios? Pueden existir perfectamente razones biológicas que hagan que a ellas les interese más la psicología o la medicina que la ingeniería informática o de caminos. ¿Por qué deberíamos forzar la situación? El problema sería que ellas ganaran menos que ellos por ser ingenieras, pero eso no es lo que está pasando. Lo mismo pasa con los psicólogos, algo para lo que nadie nos presiona considerando que hacen falta más pollas en el campo. Puede existir un problema social de reconocimiento de ciertos profesionales, pero eso no es un problema de género. La universidad española de hoy en día no tiene ningún problema de género, lo cual hace que los cientos de observatorios y oficinas de igualdad pasen el día montando en cólera por estupideces y nimiedades en lugar de enfocar sus esfuerzos en cosas realmente importantes por no hablar de irse a luchar de verdad por las mujeres en el tercer mundo o en el mundo islámico. A mí, por ejemplo, me mandaron una vez una carta de protesta porque había redactado un texto en masculino genérico. También se pasan el día pidiendo discriminación positiva cuando la discriminación positiva en este país hace mucho que dejó de ser necesaria. Estamos en una posición de suficiente igualdad de oportunidades como para que hombres y mujeres podamos competir y relacionarnos sin pensar que lo que tenemos entre las piernas nos determina. ¿De verdad se sienten orgullosas  ciertas mujeres sabiendo que están donde están gracias a ser mujeres y no gracias a sus méritos profesionales? Y, lo que es peor, ¿es esta una forma real de fomentar el respeto social por ellas? ¿De verdad les hace falta pedir privilegios y hacer trampas? Tengo suficiente respeto por las capacidades de las mujeres como para negarme a aceptar algo así.

¿Norte? ¿Qué norte?

Todo este tipo de paradojas fruto de la misandria afectan al feminismo posmoderno, generando una fuerte devaluación del movimiento y fomentando que las propias mujeres prefieran alejarse de él al considerarlo una ideología de odio y victimización que, en lugar de ofrecer ayuda cuándo y dónde realmente les hace falta, únicamente sirve para que cuatro iluminadas pasen el rato y estiren la mano. Otra razón, por supuesto, es que muchas feministas tienen padre, hermanos, hijos, novio y comparten la vida con hombres a los que aprecian, y ello hace que se enfaden y expresen el descontento que nosotros ya no nos atrevemos a expresar. También hay muchas que son concientes de sus privilegios, porque en España las mujeres gozan de muchos. No sólo a nivel legal, sino también a nivel social. Nunca he escuchado a las feministas posmodernas quejarse de que no hay mujeres en primera línea de guerra, o en las minas o pagando en las discotecas. Porque los hombres también estamos sometidos a enormes presiones de género que hacen que seamos juzgados con crueldad por nuestro estatus socio-económico, nuestra virilidad, potencia sexual y muchas otras cosas que resultan degradantes y que parecen no importarle a nadie por más sufrimiento que puedan generar. Porque aquí lo importante es que a las chicas nos les gustan las ingenierías o todas las estupideces que hacen que las y los feministas posmos armen escándalos cada cierto tiempo; que el 80% de los suicidios sean de hombres, que vivamos considerablemente menos, que seamos víctimas de una cantidad realmente exagerada de violencia o que seamos sometidos a un montón de presiones sociales muy desagradables es algo intrascendente. Nos lo merecemos por lo que hicieron otros hombres en el pasado. Es como si viniera un mexicano y me escupiera a la cara por lo que hizo Hernán Cortés.

Pero la cosa se ha ido radicalizando aún más, llevando todo esto de los estudios de género hacia la posmodernidad más risible e incluso a dar pasos atrás en determinados ámbitos. Ejemplos de idas de olla hay muchos, aunque mi favorito es el de Irigaray y su análisis ‘feminista’ a la ciencia, considerando la evidencia científica como constructos patriarcales. Irigaray aconseja a las chicas “no suscribir ni adherirse a la existencia de una ciencia neutra, universal, a la que deberían acceder penosamente, una ciencia con la que se torturan a sí mismas y torturan a las demás mujeres, transformando la ciencia en un nuevo superego”. Es decir, aboga por crear una ‘ciencia femenina’ con ‘datos femeninos’ que estudien la ‘realidad femenina’. Por ejemplo, dice que la famosa ecuación desarrollada por Einstein ‘E=mc2’ es claramente machista al considerar que la velocidad de la luz es mayor que otras velocidades que también son importantes para la vida nunca he entendido el sentido de lo que dice Irigaray, o que la mecánica de fluidos no ha sido tan estudiada lo cual no es verdad porque los hombres prefieren estudiar mecánica de sólidos, que son duros como pollas, y así Freud está feliz en su tumba. Por ello, considera que las mujeres han de estudiar esta mecánica y rechazar la de sólidos, al ser ciencia feminista vinculada a sus propios fluidos vaginales. No me cabe ninguna duda de que gilipolleces lisérgicas como estas, dichas por un tótem del feminismo posmo como Irigaray, no hacen más que desprestigiar algo que podría ser de mucha utilidad para muchas mujeres que viven situaciones terribles en países terribles: es una pena que estemos perdiendo el tiempo con estas chorradas en lugar de estar plantando cara al régimen saudí.

Otro ejemplo es el del caso de las trabajadoras sexuales. La prostitución ha sido un problema serio para las feministas de tercera ola, porque aunque luchan contra la objetivación de la mujer, un tema ya de por sí contradictorio y muy dudoso, entienden que dicha objetivación es también un relato que puede ser contado de otro modo. Así, aunque las mujeres decidan ofrecer su cuerpo a cambio de dinero, ya sea en alguna rotonda o frente a una cámara, lo cual habría sido considerado una forma de explotación por otras olas del feminismo, el extremo relativismo de las posmo hace que no sepan muy bien qué hacer con esto hay que tener en cuenta que a mí me ha llegado a decir una chica en una situación bastante surrealista que ella tenía ‘derecho a ser violada’, en un salto mortal hacia el peor machismo que me dejó KO. Debido a que el feminismo posmo no es más que un montón de opinología barata, ha servido para que gente que está dentro de este negocio lo utilice como forma de autojustificación. Existe incluso una cierta tendencia a valorar de forma positiva la prostitución al considerarla una materialización de la libertad de las mujeres, y se habla de las interesantes experiencias que esta práctica puede conllevar.

¿Es este un buen mensaje para las chicas jóvenes? ¿Es un buen mensaje ocultar los abusos y vejaciones a las que muchas veces se ven sometidas las prostitutas diciéndoles que hacerlo es una gran decisión y que seguro que podrán sacar experiencias muy enriquecedoras de ello y que, además, van a ser más feministas? ¿No sería mejor, ya que estamos, aprovechar para darles la tabarra con la ingeniería o decirles que pueden hacer cosas mucho más interesantes con sus vidas que pasarse los días complaciendo sexualmente al mejor postor? Sinceramente, y dejando claro que siento un enorme respeto por las prostitutas y prostitutos y que espero que algún día se regule su situación y tengan, por fin, todos los derechos y garantías que les corresponden, creo que esta es una forma tremendamente desviada de entender la liberación sexual de la mujer. Ser una mujer liberada no consiste en ser lo peor de los hombres, en lo que nosotros poco a poco vamos dejando atrás, ni tampoco en sustraer del sexo el autorespeto o en fomentar prácticas que resultan muy amargas y que sabemos que pueden tener consecuencias psicológicas serias si son tomadas a la ligera. El relativismo crea monstruos, y, por eso, todo lo que toca la posmodernidad acaba siendo poco más que bobadas hipócritas muy peligrosas.

Defender la igualdad social de los sexos (que no la igualdad de conductas o de resultados) no implica ser una payasa agresiva y totalitaria, ni tampoco convertirse en un ser emasculado que pasa el día arrastrándose y pidiendo perdón por respirar. Muchas reivindicaciones tradicionales del feminismo son importantes y valen la pena, pero defender tus derechos y tu libertad no implica odiar a los hombres o ir por la vida de víctima porque alguien ha meado de pie o ha sido torpe o desagradable. ¿Te discriminan? Denúncialo. ¿No te quieres maquillar? No hace falta que pases los días lloriqueando y llamando al maquillaje ‘violencia estructural’: no lo hagas y punto. Y lo mismo con tu forma de vestir, de depilarte o al elegir lo que quieras estudiar o a una pareja sexual. Siempre haz lo que te haga feliz y lo que consideres mejor para ti misma en todos los sentidos y plazos. Y si alguien decide hacer otra cosa, pues es problema de ella o de él y no es necesario que vayas por ahí de inquisidora a menos que tengas una razón real de peso. Será su decisión, como tú misma has hecho, jugar a los juegos que haya decido jugar. Porque tus problemas son tuyos, y eso, pese a todo, es maravilloso.

Por Angelo Fasce

73 comentarios en “Lo posmo (2): los coños feroces

  1. Mirá si en una de esas, a los cromosomas de los hombres se los llamaba batería y por lo tanto los hombres hoy fueran baterías. Mirá si a los cromosomas de las mujeres en vez de llamarlos como tal, se les hubiera llamado guitarra. ¿Estás seguro que la denotación de géneros no es arbitraria? ¿Vos crees realmente que es biológica? Mirá si la naturaleza no distingue géneros. Evolución, procrear la especie animal (cual fuese), si esta bien, pero no te parece que es totalmente arbitrario llamar útero al útero de la mujer y que por esto ésta sea mujer? Se entiende? o suena como un trabalenguas.

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    1. Creo que ya lo dicho Shakespeare «La rosa no dejaría de ser rosa, tampoco dejaría de esparcir su aroma, aunque se llamara de otra manera.» que le pongan tal o cual nombre no cambia los hechos. Si el hombre se llamara mujer no deja de cambiar el hecho que algo sigue colgandole de las piernas y que es afectado por la testosterona. Así si a la mujer se la llamara hombre ¿dejaría de menstruar y la capacidad de tener hijos desaparecería en un segundo?

      Y si, los nombres son arbitrarios. La mujer podría llamarse hombre y viceversa, o bien llamarse trilobite y el hombre celacanto. Y nada cambiaría. Ahora tu problema es que crees que los términos y sus significados asociados existen antes que las cosas nombradas. Como si dijera que ahora en adelante la mierda se llamara oro y por ello seria valiosa, ya que oro designa algo valioso. Los significados de los términos o nombres viene dado por la experiencia humana y por nada más. No preexisten a las cosas. Así las mujer paso a ser un ciudadano de segunda a ser un ciudadano de primera clase, incluso hasta en cierto grado mas protegido que el hombre. Pero en ningún momento dejo de ser mujer. Nunca cambio de nombre, solo se lo resignifico.

      La mujer es mujer y el hombre hombre, mas allá de lo que quieras pensar. Ahora como vamos a vivir esa realidad y experimentarlas es otro asunto, pero eso no lo determina el nombre, si no el significado que le demos entre todos. Ah! Por que tampoco es una asunto unilateral este significado. Es algo que construimos entre todos, y de nuevo, desde lo que las realidad no da para trabajar. ¿La mujer es inferior en fuerza que el hombre? Si lo es, pero es no significa que sea menor o inferior en todo su ser, como antes se solía pensar. Hay una parte basada en la realidad y otro que es construida entre todos. Si perdes de vista la realidad, el lastre, salís flotando del planeta directo a la nubes y hasta la Luna podes llegar, y terminar viviendo allí como un buen lunático. :-).

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    2. desde la linguística se sabe que la denominación de las cosas es arbitraria, por eso, un animal, mamífero, doméstico, de cuatro patas, que mueve la cola y ladra se llama perro, pero en otro lado chien, y en otro dog.
      Sin embargo, hay una cosa que no es arbitraria, que es de la biología: la mujer a diferencia del hombre, tiene algo que puede albergar a otro igual en crecimiento. Si le dicen útero o rb 54 es otra cosa -y es irrelevante- …pero sería un poco tonto para la especie que, existiendo una diferencia tan abismal en las funciones -y, eventualmente, en las consecuencias subjetivas de las diferencias en las funciones- se rotulen ambos con el mismo significante

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  2. Hace poco tuve una discusión en un grupo feminista porque decían que el hecho de que una mujer maltrate a otra en una pareja lesbiana era culpa del «patriarcado»…

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  3. Y si, de todos modos, situándose en el contexto social por el cual estamos atravesados, ponele que sea el posmodernismo o cualquier otro, ser mujer es totalmente biológico… y si, aceptamos las buenas formas de la ciencia. Retrocedamos al minuto cero (suponiendo que exista) en todo caso, nadie era consciente de su condición de género, en todo caso, sabían con quién podían reproducirse suponiendo también alguna conciencia o interés por reproducirse, o solo un puro placer dionisíaco.

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  4. No te parece, que fue un mortal quién llamó al útero como tal, y ese mismo mortal dijo «bueno, todos aquellos seres que tengan un útero y puedan aportar a la evolución de la especie utilizando este útero como «herramienta, de ahora en más serán mujeres» o viceversa con los hombres. No sé.

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  5. largo y tedioso, hablás de cosas por arriba asumiendo que las feministas del pasado fueron mejor y tenés prejuicios como que ser prostituta no es algo que alguien pueda decidir hacer, en fin yo que vos lo borraría y escribiría una diatriba mas consisa y destructora del feminismo

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  6. Brillante y necesario, yo he intentado introducirme en algunos grupos feministas, y resulta insoportable, exactamente por lo que describes en tu post. Aunque hay algunos puntos en los que disiento de ti ( creo que el lenguaje debe evolucionar al par que la sociedad y dejar atrás su discriminación implícita), en la mayoría estoy totalmente de acuerdo. No podía analizarse ni escribirse mejor. Enhorabuena

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  7. Me encantaría montar una cama, digo una mesa redonda contigo y con la Miller. De nuevo, tu manera de poner en palabras mis confusos pensamientos, como yo mismo haría si fuera un tipo más leído y valiente, me empieza a acojonar. ¿seguro que no vives dentro de mi cabeza? 😀

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  8. Me encantaría vivir en la utopía igualitaria en la que se supone que vives. No sé si es falta de observación o sesgo.

    Estaba deseando encontrar un texto que criticase las nuevas olas de feminismo, con las que no estoy nada de acuerdo. Pero decir que el machismo se restringe a cuatro cavernícolas denota una desconexión con la realidad tremenda.

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  9. Un artículo superficial y visceral. Utilizas un lenguaje sexista y no lo digo por los plurales en masculino, sino por los insultos de tipo “hijo de puta”. Claro que como vivimos en una cultura de sustrato patriarcal eso lo tienes normalizado y ni lo ves. Personalmente prefiero insultar con un “hijo de cura”.

    Estamos en España en el 2016 y sí que es cierto que las mujeres han conquistados muchos derechos e incluso algún privilegio, también es cierto que hay casos de abuso e incluso de discriminación a algunos hombres (desventajas en algunos casos de separación, denuncias falsas, etc.), pero aun queda mucho machismo, mucho abuso y mucha discriminación a las mujeres y no, no es cosa de cuatro cavernícolas. Hace cuarenta años la situación de la mujer era de apartheid y las cosas no cambian de la noche a la mañana.

    Tu interpretación de “El segundo sexo” de Simone de Beauvoir está completamente errada. ¿Has leído al menos partes de ese libro? Beauvoir lo que dice es que no existe una naturaleza de mujer en el sentido de que los ideales y estereotipos son culturales, que dependen de la sociedad y el momento histórico. No olvides que Beauvoir es una mujer del siglo XX que vivía en una sociedad machista que estaba iniciando un cambio. Beauvoir reivindicaba el derecho de las personas con vagina o con pilila a no ser determinados por imposiciones, es decir, defendía la libertad para elegir un proyecto vital. Para estar realizada no es necesario ser madre si una no lo quiere. Lo que no significa que el ser madre signifique que una no pueda estar realizada. La clave está en que una sea responsable y libre de poder elaborar el propio proyecto vital. Te recuerdo que en el siglo XX en gran parte de Europa existían leyes que penalizaban o dificultaban el divorcio, en España por ejemplo, no es legalizado hasta los años 80. Los DSM hasta hace bien poco psiquiatrizaban la homosexualidad. Así que lo que estaba reivindicando Simone era en su época relevante y novedoso.

    En algunos de tus artículos criticas con razón algunas pseudociencias, pero tu mismo caes en difundir y defender pseudociencias. El planteamiento determinista tipo Richard Dawkins que asigna a muchos roles y costumbres occidentales una justificación biológica del tipo: esto es porque en épocas primitivas permitía una mejor adaptación, olvida claramente la enorme plasticidad de la conducta y de las culturas humanas. No estaría mal que te leyeras “No está en los genes” escrito entre otros autores por Richard Lewontin, biólogo y genetista. Tampoco estaría mal que te leyeras algún artículo de Evelyn Fox Keller del MIT. El cerebro humano es sumamente complejo y desde Broca existe la tendencia de querer hacer neurociencia simplificando y tomando como base universal los propios prejuicios.

    En fin, creo que con este artículo has metido la pata hasta el fondo. No sólo por lo que dices, sino por como lo dices.

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    1. Algunas posturas extremistas me ponen enfermo. Sabes que «hijo de puta» es una frase hecha que se lleva usando como insulto en España desde el siglo XVI como poco? Es la segunda vez que veo alguien utilizar este insulto como argumento para argumentar sus posturas feministas fanáticas e intransigentes. Es una frase tan arraigada en la lengua que se sigue usando y se seguirá usando, da igual que suene machista, es una frase hecha bastante ancestral, no se va a dejar de usar porque algunos hipersebsibles y fanáticos cómo tú la consideren machista. Por cierto, esta frase es muy usada por mujeres también cuando se enfadan e insultan, supongo que según tú, esas mujeres son unas adoctrinadas del patriarcado o cualquier memez de las que se os ocurre decir a veces.

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      1. Bueno, bueno, bueno… Ahora resulta que porque sea una tradición desde el siglo XVI entonces está bien. Suena a falacia ad antiquitatem. También en el siglo XVI funcionaba la inquisición y en el siglo XIX dejo de ejecutar gente porque hubo una lucha social en contra.

        El lenguaje no es neutro ni quienes formamos parte de esta sociedad. Nos puede parecer «normal» decir «hijo de puta», pero de hecho es un insulto con connotaciones machistas. Y no, no somos puros. Me puedo creer muy feminista y caer en actitudes machistas y usar insultos con connotaciones machistas. Lo mismo le pasa a las mujeres, no por el hecho de tener el vaginas y creerse feministas (o incluso serlo) están inmunizadas de caer a veces en actitudes o acciones machistas. Provenimos de una cultura de sustrato machista y patriarcal, es lo que hay. Podemos ir cambiando cosas e ir avanzando, pero no estamos a salvo de caer en «micromachismo», son demasiados siglos de machismo. ¿No te suena ropita azul si el bebe es chico y rosita si es chica? Y no te pongas enfermo por reconocerlo.
        Las generaciones que pasaron por las escuelas franquistas sí que fueron brutalmente adoctrinadas por el patriarcado. No es ninguna memez hablar de adoctrinamiento.

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    2. Yo sólo digo que larga vida al patriarcado.

      La mayoría de las mujeres serían incapaces de crear una sociedad sostenible. Si algunas mujeres son capaces de trabajar y de estar liberadas, desde luego lo hacen sobre la base del patriarcado, sobre la tecnología del patriarcado y sobre la cultura del patriarcado.

      Las feministas quieren hacer un reset cultural y quieren aplicar ingeniería social para borrar el género de las personas, dejándolo como algo opcional (ideología de género).

      Hombres y mujeres nos complementamos.

      No asumo el lenguaje femi-marxista ni lo voy a utilizar porque es un completo y absoluto error.

      Ninguna sociedad matriarcal ha sido capaz de salir adelante en 10.000 años de historia civilizada. El feminismo se potencia porque quieren reducir la natalidad, destruir la familia y establecer un nuevo orden en el primer mundo para convertirnos en los esclavos perfectos.

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    3. Tampoco estaría mal que leyeras a Richard Dawkins en lugar de hablar e oídas, él da una explicación biológica (que no justificación) y, a renglón seguido, señala que deben conocerse esas bases biológicas para luchar contra las que creamos deben cambiarse, de hecho, señala de forma expresa que la «enorme plasticidad de la conducta y de las culturas humanas» es la que permite que puedan cambiarse.

      Es el típico relato: olvidad la realidad, olvidad las evidencias (y eso incluye olvida lo que dice quien sea y haz caso sólo a lo que dicen que dice), lo natural es siempre bueno y si algo no coincide con mis ideas es porque quien ha descrito ese algo es un pseudocientífico y está pagado por quien sea que no opina como yo.

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  10. Podría estar en favor en parte de lo que dices si no cometieses cuatro errores en tu argumentación.
    Primero, dices que la primera y segunda ola fueron las eficaces y necesarias, las reivindicaciones de la segunda (por desgracia) siguen aún vigentes así que de esa afirmación sólo cabf deducir que tienes falta de información sobre la situación real y actual de la desigualdad por razón de sexo/género.
    Segundo, primero dices que buena parte del feminismo forma parte de ese feminismo postmoderno que críticas y luego dices que sólo es una parte. En qué quedamos? Cuánto del movimiento feminista actual (según tú) defienden esas posturas de hombre=malo, mujer=buena?.
    Tercero, de dónde sacas tu definición de Patriarcado? Desde cuándo Patriarcado es igual a Todos los hombres y excluye a las mujeres? Es la primera vez que leo una afirmación como esa. Si vas a dar una definición que según tú usan las feministas, cita la fuente. A lo mejor es que no has entendido lo que el Feminismo define como Patriarcado.
    Y cuarto, de dónde te sacas tú el dato de que la diferencia de sueldos no es real? Cuando quieras te paso unas nóminas y te demuestro como eso es cierto y sucede en Valencia. No en la UV (que ignoro cómo están allí) sino en empresas de INGENIERIA que es a lo que me dedico.
    Demasiados errores para poder concluir que la tuya es una opinión razonada y estudiada. Me parece que con tantas lagunas este tema te queda grande de momento.

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  11. Ángelo, comparto la buena crítica, muy precisa y te lo aplaudo! Pero me gustaría -si es posible- que algún día le dedicaras palabras al Masculinismo. Ya sabes, esos grupos que afirman ser defensores de los derechos de los hombres, pero que a la vez abrazan las formas más violentas y retrógradas de las masculinidad, las más irracionales y las que más daño provocan a otros hombres. Recuerdo cuando trataste el tema del coaching. Sucede que en ese timo del coaching de la seducción, los «pick up artist», hay una buena cantidad de masculinistas metidos, entre ellos el famoso Roosh V, el autor del blog «Return of the Kings». No son sólo afirmaciones fraudulentas sobre supuestos secretos de seducción, sino además afirmaciones poco éticas a la hora de la conquista, como: «si la mujer te dice que no, tú debes enseñarle lo que quiere…», entre otras más sórdidas.

    Luego, hay una buena cantidad de masculinistas que adhieren a posturas que entran en contradicción con la supuesta defensa de los hombres. Me pregunto, cómo es posible que un defensor de los derechos masculinos pueda declararse supremacista blanco o haga afirmaciones racistas o antisemitas o nacionalistas. En el caso de Theodore Beale, autor de Vox Day, hablar de una supuesta jerarquía sexual de hombres -¡pura pseudociencia!- para declarar que «por naturaleza» hay hombres superiores a otros hombres, clasificados como «alfa», «beta», «sigma», etc., donde los inferiores «gamma» serían ateos, académicos, científicos, gente de izquierda y defensores sociales. Mi opinión es que hay una suerte de «matrimonio» entre estos grupos y posiciones de ultraderecha, fundamentalismo religioso, conservadurismo, antiintelectualismo, etc. Algunas cabezas del movimiento que hay que conocer: Davis Aurini, Roissy (autor del blog «Chateau Heartiste»), F. Roger Devlin, Scott Adams, Stefan Molyneux, Blair Cottrell, Henry Makow, etc.

    A lo que apunto es a esta contradicción entre denunciar lo que hombres pueden padecer en nombre de la hombría más tradicionalista, luego no hacer nada o peor aún glorificar la violencia por ser parte de «la naturaleza intrínseca del macho».

    Te lo dejo a tu consideración
    Saludos!

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      1. Ángelo, agrego algunas cosas sobre el coaching de seducción:
        1. Hace poco el padre de Donald Trump, Eric, decía que los dichos sexistas de su hijo se explicaban porque él era un «macho alfa». Muchos masculinistas se jactan de serlo, hablan de tal estatus, como si este existiera. ¿Pero existe en humanos, así como se afirma que existe entre los lobos?
        2. En esto del coaching de seducción, se caracteriza al «macho alfa» como: el que obtiene más sexo, de personalidad socialmente dominante, de cuerpo imponente, irresistible para todas las mujeres. Cree que siendo un «bad boy» atraerá a las chicas y será recompensado con sexo. Los betas son perdedores o «nice guys» y los omegas son los vírgenes.
        3. La tríada oscura: término de psicología que combina narcisismo, maquiavelismo y psicopatía. Supuestamente, tener estos rasgos es la llave de la atracción.
        4. Hipergamia: un término usado en sociología para clasificar relaciones donde el hombre es de más alto estatus. Según los pick up artist, todas las mujeres se sienten instintivamente atraídas a estos hombres, lo que -según ellos- es la causa de muchos hombres pobres sin pareja.
        5. Paleomasculinismo: postura que ve la dominación masculina y la sumisión femenina como el «orden natural » de la vida.
        6. Píldora Roja/Píldora Azul: Sacado de Matrix. Los «Píldora Roja» son los hombres que han «despertado» (en oposición al rebaño de los píldora azul) de este mundo que quiere destruir a los hombres y beneficiar a las mujeres. Esto lleva a toda suerte de teorías conspirativas, como que los judíos financian el feminismo, etc
        7. El caso de Christopher Harper-Mercer: joven de 26 años que mató a 9 personas en Roseburg, Oregon, en 2015. En su motivación (soledad, ausencia de vida sexual) habría estado influido por términos del coaching como «celibato involuntario», estado del que se culpa a veces a las mujeres por no tener sexo con ellos. Él mismo se habría definido como «beta». Similar al caso de Elliot Rodger, el asesino de Isla Vista, California. En su «manifiesto», afirma de modo racista que las mujeres se sienten instintivamente atraídas a hombres más bestiales: los negros.

        Saludos!

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  12. Tengo una duda. ¿Debo entender que te parece impropio o inadecuado que una prostituta hable de su trabajo como algo positivo y la considere una materialización de su libertad y las experiencias interesantes que le trae? ¿O que otras mujeres lo hagan desde la curiosidad y la comunicación con ellas?

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    1. No es algo impropio, por supuesto. Lo que es impropio es hablar de ellos sin ser prostituta y parcializando la información desde una postura ideologizada, pensando que hacer apología de ello es más progre o feminista. Me parece perfecto que alguien decida follar a cambio de dinero, pero la gente capaz de disfrutar o sentirse realizada con un trabajo así es muy reducida. No me parece bien meterle ideas así a las chicas jóvenes, si lo hacen que lo hagan teniendo, al menos, toda la información, y sabiendo que hacerlo no es ninguna defensa de su género especialmente reseñable.

      Un ejemplo: https://elestadomental.com/diario/el-porno-feroz

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      1. No encuentro la ideologización en los discursos de Natalia Ferrari, Montse Neira o Conxa Borrel, la verdad. Sí se ve la ideologización en el abolicionismo, pero en serio que no la encuentro en ellas.

        Por otra parte, como alguien que desde muy joven prefirió el activismo con CATS y trabajar con prostitutas, me considero perfectamente capaz de hablar de prostitución y libertad, tanto como para hablar de contrabando o narcotráfico y otros mercados negros o grises, sin necesidad de ejercer el oficio.

        No he leído a ninguna de ellas diciendo que la prostitución sea el edén de los trabajos, la verdad, nunca he leído o escuchado eso. No sabría decir si la cantidad de gente capaz de sentirse realizada así es muy reducida, o dependiendo de dónde, pero sí me consta que en cuanto se pasa el estigma la curiosidad (morbosa a veces, a veces no) por el oficio es algo extendidísimo, y en aquellos entornos en los que se consigue diluir el estigma a todo el mundo se sorprenden las mujeres que conoce. Y lo digo incluso yendo más allá de la fantasía, que, como las fantasías de violación, no implican nada a nivel de la acción real, ojo que esto no lo confundo. Pero bueno, lo dicho, que no conozco a esas prostitutas activistas defensoras de su trabajo que dicen que es el trabajo perfecto y que es fácil.

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      2. Aunque, por otra parte, tampoco veo por qué si una de ellas adora su trabajo no puede hablar de ello tanto como cualquiera al que le guste el suyo. A mí me encantaba hacer de machaca montando escenarios y ser camarero de terraza frenética, algo que no es muy salubre, pero hablaba de ello con placer.

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      3. Nadie ha dicho que esas feministas digan que es el mejor trabajo del mundo y que ser prostituta sea un paraíso. Lo que yo he dicho es que (1) no dan toda la información, centrándose en un relato positivo sin exponer las cosas malas o los casos desagradables (caso Amarna Miller, por ejemplo, a la que otras actrices porno han criticado sin entender muy bien por qué esa parcialización en lo que cuenta). Y (2) entender la prostitución como un acto feminista cuando no tiene ni por qué serlo, o serlo en un sentido extremadamente laxo e innecesario. En el sentido en que lo exponen vender tu cuerpo sería menos feminista que conducir un coche, votar o abrirse una cuenta bancaria, por ejemplo. Al fin y al cabo, eso no ha estado prohibido por el patriarcado. Luego están las que piensan que ni siquiera es feminista al ser una forma de explotación y objetivación de la mujer, y que en lo que a relaciones sexuales se refiere intercambiar dinero (o cualquier cosa que vaya más allá del mero placer) es una forma de sexualidad basada en relaciones de poder que, al contrario, sería una forma inmoral y explotadora de entender el sexo. No me voy a meter en esto mucho, pero creo que me inclinaría más por la segunda opción, porque, sinceramente, no le veo ni es más minímo gramo de feminismo a dejar que una panda de salidos te follen por dinero mientras te vas haciendo cada vez más dependiente económicamente de ello, te vas machacando la moral y no estás protegida de ninguna manera. Hay que dejar claro que una cosa es el estigma social contra las prostitutas, algo asqueroso que debería desaparecer, y una cosa diferente es crear un relato positivo de la práctica y tratar de darle matices absurdos de autoliberación. Esa no es la forma de luchar contra el estigma.

        El problema no es que haya una prostituta que disfrute mucho su trabajo y salga a contarlo a los 4 vientos. Faltaría más oye, me alegro mucho por ella. El problema es que, siendo estas prostitutas felices una minoría, siendo lo de actriz porno algo de lo que muchas chicas salen muy mal paradas y sabiendo de toda la desprotección y posibles secuelas psicológicas y sociales (que están mal, pero ahí están), un colectivo venga a decir que ser prostituta es cojonudo y que es un empoderamiento y que venga, que des el salto si te apetece y no te lo pienses mucho. Ser filósofo es un coñazo y es una carrera sin salidas que no le recomendaría a mucha gente, y ya me parecería mal que hubiera un grupo de filósofos parcializando el discurso y diciéndole a la chavalada que esto de la filosofía es de puta madre y que es un empoderamiento y que van a ser más feministas y a hacer carrera o cosas así. Pues lo mismo con la prostitución, pero peor.

        Y no es por estigmatizar la profesión. Yo he conocido prostitutas y me han parecido personas bellísimas. Pero nunca he conocido a una feliz, que no esté afectada, con la cara melancólica o enganchada a algo. Y eso que puedo suponer que las que he conocido no son los peores casos. De hecho he conocido a dos que han acabado destrozadas. La peor era una chica rusa que había ido a EEUU porque le habían vendido la moto de que era un curro de puta madre y que se iba a forrar y que encima iba a liberarse y a vivir experiencias, se lo vendieron con una imagen positiva, como algo muy guay… en fin, tampoco entraré en detalles, pero te puedo decir que esa chica estaba totalmente rota. Y cuando veo a algunas femininistas, que suelen ser universitarias con una buena vida, hablar de aquello como si fuera ir a pasear por el parque pienso en ella y me toca mucho los cojones. Me parece un discurso muy siniestro hacerle algo así a alguien joven y manipulable, ya sea un chulo que quiere ganar dinero a costa del cuerpo de una pobre chica de los Urales con pajaritos en la cabeza, ya sea porque eres un colectivo de gilipollas que quiere jugar con la mente de las demás personas para justificar sus ideas delirantes.

        Lo de ser prostituta no es tan sencillo, y no sólo por la desprotección y el estigma, hay razones biológicas que hacen que no todas/os puedan hacerlo. ¿Vale la pena probar a ver si eres de los que pueden? Pues oye, con toda la podredumbre de ese mundo y lo riesgoso de hacerlo… mejor que prueben con la filosofía o con lo de camarero de orxatería, ¿no? (un curro con el que me pagué la carrera y que también me gustaba 🙂 )

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      4. Hombre, el discurso de la Miller apenas lo conozco, cuando ella apareció en escena ya había buen material. Lo hay en castellano en la red desde tiempos de Miram Blasco en Yo Puta (que además repartía estopa a magufos ilustres).

        Mmm… No, la prostitución como profesión no la he leído nunca como un acto «feminista», aunque me gustó mucho como boutade la frase de Citerea de «Las mujeres libres cobran, follan gratis las esclavas». Sí es cierto que ser una prostituta abiertamente y confrontar el estigma requiere cierto valor, pero no creo que sea algo especialmente feminista más allá de eso. Es una profesión en muchos sentidos «femenina» o mayoritariamente femenina, por puros números y con relación a lo que ellas llaman hegemonía erótica (era «hegemonía deseable» o algo así en inglés, pero no me acuerdo). Pero no, una profesión no tiene sentido que sea especialmente feminista. Las forma en que se lleva a cabo, o a gala, sí pueden serlo.

        En cuanto a lo de las relaciones de poder, ahí sí te veo un fallo serio de juicio. No hay una relación igualitaria, ni una relación sin juego de poderes, pero el caso en el que se realiza una transacción económica es sensiblemente más igualitario y está más alejado del abuso de poder que cuando no hay un acuerdo tan… Tan acuerdo, o tan específicamente contractual. Además, cuando las escuchas, ves que la dificultad del trabajo no radica a menudo en el acto sexual, sino que lo que consideran carga de coste para ellas son el resto de cosas que rodean al sexo. Pero bueno, aquí sólo reproduzco lo que dicen y lo que llevo intentando entender mucho tiempo a partir de ello. Y hay una constante en su relato: al confrontar el estigma es así como se sienten: liberadas, poderosas, y dueñas de sí mismas.

        Con respecto a lo de que no dan la información… ¿Le estamos pidiendo a personas que se dedican precisamente a combatir el estigma que se pasen el rato haciendo puntualizaciones? Seguro que no ha sido cómodo para ti en el artículo hacer tantas matizaciones previas, y creo que nadie debería poder exigírtelas. El enemigo hoy no es ese mínimamente aceptado relato «feliz», sino el estigma que les revienta la vida y les hace avergonzarse de sí mismas. Para ellas no toca enfrentarse a lo que ya está todo el mundo diciendo enfrentarse.

        Además, muchas de ellas pues mira, las conozco personalmente, son mis amigas y hasta he estado con una caravana llevándoles café por la noche, enseñándoles lo que era una copa menstrual y censándolas por nombre y nombre de guerra, o hasta dándoles clases de defensa personal. Y llevo devorando todo lo que se escribe al respecto desde hace quince años. No busco remarcar autoridad, sino sólo explicar que este mensaje es algo destilado, no una colección de argumentos sin más, y que me interesa realmente.

        ¿Trabajo fácil? Ni de coña. ¿Estigmatizante y desprotegido? Sí. Duro. Difícil, no apto para todo el mundo. Pero ser minero tampoco lo es.

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  13. Aunque comparto casi la totalidad de lo que dices, en el apartado de lo laboral patinas un poco.
    Verás: tengo una amiga que ha estado trabajando de rrhh para distintas grandes empresas. Pues bien, siempre que la han pasado un proceso de selección para un puesto de alto cargo (y nivel adquisitivo) la han especificado que sólo querían hombres. Aunque ella tuviera en cartera mujeres mucho mejor cualificadas. No. No querían mujeres. Ya te puedes imaginar la impotencia.

    Esto en Madrid. Ya hay muchas, muchísimas mujeres que trabajan más que ellos. Pero siguen sin quererlas y menos para puestos dónde paguen mucho.

    En firmas que trabajan para el corte inglés: si eres mujer, además tienes que limpiar el puesto. A ellos en muchos casos no se lo exigen. Y te pagan lo mismo.

    En el mundo de la postproducción se dan casos en los que se meten en una trampa de «nombramiento» de cuál es el trabajo que vas a desempeñar. Y así, tú puedes ser mujer y estar haciendo realmente lo mismo que tu compañero y pagarte menos. Aunque le eches más horas que él y todo. Para más señas, mi pareja exigió que en una película en la que trabajó y le querían como coordinador, en su equipo todas las personas cobrasen lo mismo porque estaba harto de ver que a las pocas mujeres que hay en este sector se las pagaba menos. No te digo que sea la norma, pero ocurre.

    Te hablo sólo de lo que he podido ver directamente. No creo que haya tenido tan mala suerte, la verdad.

    Y para finalizar: está muy guay eso de «si ves una condena en depilarte, usar tacones o maquillarte, no lo hagas y sé feluz y punto»… Sí. Es guay si no te importa que te miren con cara de asco y jugartelas a ser condenada al ostracismo.

    Por lo demás bastante de acuerdo. Aunque siguiendo la lógica de que puede ser que una mujer prefiera ganar menos o no estudiar una ingeniería por su constitución biológica, podríamos meter en el saco que quizá los hombres se suicidan más por tres cuartos de lo mismo. Aunque como ser humano yo estoy más por creer que es por el machismo como dices.

    Siempre he creído que el machismo que queda no es más que una consecución de la educación sexista que recibimos. Y que mientras sigamos educando a las niñas como princesitas inseguras cuyo objetivo en la vida es ser un caramelo deseable para los hombres y a los chicos como tipos rudos, fuertes, seguros, inquebrantables y exitosas máquinas de desear, vamos de culo.

    Ya lo dicen las encuestas, que el machismo entre jóvenes está creciendo.

    u_u

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  14. Que suerte las de las mujeres de España que ya no tengan nada porque luchar. Envidia que acá en LatinoAmerica sentimos, donde los indices de violación y feminicidio son los mas altos del mundo, donde cada día son violadas 4 niñas, donde ser mujer es un peligro, donde hace poco, después de una gran marcha de NiUnaMenos, mataron a una chica empalandola, donde los hombres les seguimos diciendo a las mujeres como tiene que pensar, donde el hombre es el enemigo

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  15. Bla, bla , bla, escrito con pretensiones valientes e intento de estar por encima de o al margen de la opinión del mundo entero, pero con un planteamiento bastante mediocre y un fondo pelín trasnochado.
    A mí como mujer me deja totalmente indiferente, ni de lejos te consideraría nada de lo que plasmas que te van a considerar por lo que escribes, ni creo que te sea indiferente la opinión ajena, pero bueno…
    Empecemos dejando claro que lógicamente somos distintos, partiendo de ahí, nuestro funcionamiento viene determinado fundamentamente por las distintas cantidades de hormonas que son segregadas por nuestra condición , dichas cantidades además difieren por la herencia y el ambiente, e influyen en la fortaleza muscular del hombre sobre la mujer, y la fortaleza física de la mujer sobre el hombre.
    Dicho esto, también es claro lo que nos asemeja a los hombres y las mujeres, tan iguales y diferentes, ambos tenemos 5 sentidos, un cerebro, un cuerpo semejante salvo los organos sexuales, y somos capaces de hacer lo mismo, salvo en el tema de la procreación, la cuál nos necesita a ambos en cooperación.

    Es el énfasis de la sociedad en lo que nos une o nos diferencia lo que determina el grado de binestar de ambos, y hoy por hoy reconocerás que aún la sociedad en general está enfocada en lo que nos separa en competencia mas que en lo que nos une, y es la mujer la perdedora, es responsabilidad de todos concienciar y educar para crear una sociedad que nos conduzca a la cooperación necesaria para lograr poner punto y final a esta lucha absurda.
    Nunca vamos a ser iguales, pero sí igualmente válidos, no es la cuestión ignorar lo que nos separa, sino usarlo para respetar nuestras diferencias y aprovecharnos de ellas como una virtud intrínseca y enfocada a la colaboración.
    Y somos las mujeres fundamentalmente las que tenemos la llave para el cambio, las que educamos la mayor parte del tiempo a niños y niñas, el problema es cuando se educa para que se integren en una sociedad confundida, eduquemos para construir una sociedad mejor, tenemos que hacer visible lo difícil que es para una mujer encajar aquí y la lucha y el estrés que significa cumplir con un papel abusivo e injusto que nos desnaturaliza, y nos convierte en una especie de ser andrógino, a veces hombre y a veces mujer.

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    1. Pues yo, que hice la EGB en los lejanos 80, te juro que nunca noté la menor discriminación por razón de sexo en mi cole; me crié asumiendo que chicas y chicos éramos, si no iguales, totalmente equivalentes. Por eso no dejaba de resultarme llamativo que en Gimnasia ellas se autodescartaran para determinados deportes, o que con 12 años algunas -¡muchas!- quisieran llegar a ser… ¡madres y amas de casa!. Ya que tenéis la llave de la educación (y siempre la habéis tenido, al menos en las primeras etapas, las más importantes), mirad a ver si dando balones a las crías y muñecas a los críos desterráis esa «confusión» de la sociedad, ¡suerte en la empresa que la vais a necesitar!

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      1. Ves, el problema es que a ti te educaron para no ver mas allá de lo que tienes frente a tus narices, y te haces un lio al analizar algo que se sale de tu pequeño contexto…simple como el mecanismo de cubo.

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  16. Eso solo fue producto de una mutación genética aleatoria, que me dio ventaja sobre los demás, yo y mis descencientes tenemos ese tercer ojo del culo que nos ayuda a ver individuos mediocres a miles de kilometros de distancia….jajajajajaja.

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      1. Daniel López, tienes que encajar cada cosa en su lugar como un puzle, lo malo es que es un puzle de un millón de piezas, pero a ti éso te la sopla, manejas diez y la aprietas ahí como puedes y das por terminado el rompecabezas, evidentemente tu imagen del mundo es muy limitada, como la de todos, pero da igual, al parecer para ti es suficiente, sé felíz, ….eres de los que comen y piensan sobre lo que ven, yo como, siento y después pienso sobre lo que siento al ver.
        De la postmo…;)

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  17. Pues espero que te vaya bien así, Crismartin, por mi parte yo estoy a gusto con los dos pies anclados al suelo; prefiero manejar solo 10 piezas del puzzle antes que inventarme las 999.990 restantes, 😉

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    1. Para los pies anclados al suelo, lee poesía, mira un cuadro, oye una canción, lee un libro de aventuras o visja con la mente, las 999.990 verás como vuelan sin encajar…sueña despierto.
      Lo malo de estos blogs es que con una intención aparentemente buena, transpiran ego y sentimiento de superioridad, que nunca sirven para cambiar a nadie, la gente cambia por sí misma, si quiere, y cuando lo ven necesario.
      Nadie cambia a nadie…con cambiarnos a nosotros mismos es suficiente, si es que no eres felíz…y así es la vida, fácil o complicada según actúes en modo lucha contra lo que sucede de forma general y particular o modo paz con tu entorno cercano y aceptación de forma general.
      No sirve de nada luchar con lo general, si tu mundo particular no es completo, vamos a centrarnos en lo importante, el entorno inmediato, y luego hablamos de dar lecciones al mundo.
      Por otro lado, es evidente que el que trata de cambiar el mundo, lo hace desde la absoluta sobervia que genera la amargura de su vida.
      Aún así me encanta que seas felíz, y espero lo trasmitas a los que te rodeen…;)

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  18. ¡Un artículo excelente! (como muchos otros de este blog). Tienes el talento, la valentía (y el tiempo) para decir con claridad muchas de las cosas que pienso sobre posmodernidad, pseudociencias y toda la parafernalia de memeces relacionadas en esa «constelación». Por supuesto, no entro al trapo de ninguno de los comentarios en contra que aquí se vierten. El problema es que hay gente muy inteligente (de CI, pero no en el sentido de Stanovich) en ambos bandos, también en el de los equivocados. Cogieron un camino erróneo, cuando todavía no era fácil decidir, se metieron en una «constelación» equivocada, y ahora es muy difícil que lo abandonen, especialmente si tienen inteligencia para poder «retorizar ad infinitum». Están equivocados, y una parte de su mente lo sabe, aunque nunca lo reconocerán porque hay otras partes más poderosas de su mente gobernando su comportamiento.
    Yo, que no tengo talento ni valentía (ni tiempo), te agradezco tus regalos (pues eso es lo que son) y te pido que no dejes de hacerlo. No sé cuántos somos los que estamos en tu «constelación», supongo que no muchos, pero eso, ya se sabe, es un daño colateral aceptado.
    Para mí, la pegunta es: ¿qué falla en un cerebro inteligente, cuando es capaz de caer en creencias e ideologías tan absurdas como algunas de las que el creador de este blog critica?
    Y otra: ¿debería haber usado la palabra «inteligente» en la pregunta anterior?

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    1. Muchas gracias por lo que me dices. Me has alegrado la mañana :*

      No hay correlación entre niveles de inteligencia, necesidad de cognición o incluso en cultura general y creencia en estupideces. Con la cultura algún estudio saca algo, pero en líneas generales viene a ser irrelevante. Es curioso y da bastante miedo. Sobre el término ‘inteligencia’, es el único que hay en castellano para lo que tratas de expresar, así que aceptaremos hipoótamo como animal de compañía. Que remedio.

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      1. No hay de qué, es de bien nacido ser agradecido…
        En cuanto a la correlación, me pasa como a Einstein con la cuántica, pero al revés: me cuesta aceptar que no la haya. Quizá sea un problema de la definición de «inteligencia» y para abordarlo haya que darle la vuelta a la tortilla y partir de dicha correlación. Creo que el grado de tolerancia dentro de nuestra mente (en nuestra «Weltanschauung») a la coexistencia entre diferentes creencias poco coherentes entre sí, podría ser un buen punto de partida (por eso te citaba a Stanovich, http://www.keithstanovich.com/Site/Books.html, cuyo trabajo aprovecho para recomiendar).

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  19. Ángelo, creo que te has apresurado un poco al formarte sobre el movimiento feminista actual. Entiendo tu crítica a lo posmo y estoy de acuerdo en muchas cosas que comentas; pero hay especialmente un error en tu artículo que *clama al cielo*, y además partes de dicho error para fundamentar una línea argumental que se derrumba en consecuencia.

    Está claro que piensas que el patriarcado es «todos los hombres», como se entiende por estos fragmentos: «Pero, ¿quién ese ese tal ‘patriarcado’ del que está hablando? […] extender la idea de ‘patriarcado’ hacia la totalidad de los hombres como género, dado que nuestro género sería definido por lo patriarcal, lo falocéntrico y, en los casos más extremistas, por la violencia. Los hombres, simplemente por ser hombres, ya formaríamos parte […]. Todos somos el patriarcado. […].
    Somos patriarcado por defecto y hay que luchar contra nosotros aunque estemos callados […]»

    Te equivocas. El patriarcado es un sistema social en el que los hombres tienen el poder y las mujeres están mayormente excluídas de él [1][2]. El patriarcado no somos todos porque el patriarcado no son personas. El feminismo lucha contra ese sistema, no contra los hombres como individuos. Otra cosa es que a algunos personifiquen el patriarcado en sus frases, o que se les vaya de madre. De hecho, muchas cosas que argumentas como negativas para los hombres se pueden interpretar como consecuencia del patriarcado —es decir, el patriarcado no es superguay para los hombres tampoco.

    Un abrazo.

    REF:
    1. https://en.oxforddictionaries.com/definition/patriarchy
    2. https://dictionary.cambridge.org/es/diccionario/ingles/patriarchy

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    1. No estaba registrada y he perdido el texto (mucho más elaborado) en el que respondía a este comentario. Resumo:
      Estoy de acuerdo con Dave. No se puede negar la existencia de patriarcado, así como sus consecuencias. Y tanto es así que tenéis razón los dos en que perjudica a ambos, hombres y mujeres. Por poner un ejemplo concreto y del día a día, es bastante difícil para un hombre plantear en su trabajo una reducción de jornada para ir a recoger a sus hijos al cole.
      En cuanto a la tercera ola, la que «criminaliza» a los hombres, o así creo haberlo entendido, veo necesaria y lógica la evolución de la concreción de problemas al debate filosófico, y solo quiero añadir, aún a riesgo de ser tachada de grupi, que lo importante no es tanto entender la lucha feminista sino ser conscientes de que, por el hecho de ser hombres, gozáis de privilegios. Si esto es así y vamos juntos en la lucha, no solo vale con empatizar, sino que debéis renunciar, y esto es lo más complicado, tener conciencia real de ser un privilegiado no es fácil.

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      1. Has cometido precisamente el error que tanto critica el autor, en centrarte en tu sesgo idealista en vez de centrarte en los hechos. Y buscar no victimizar sino luchar por una igualdad de derechos, entre ambos sexos.
        Aquí lo plasmas claramente, «es bastante difícil para un hombre plantear en su trabajo una reducción de jornada» Con «por el hecho de ser hombres, gozáis de privilegios»

        «por el hecho de ser hombres, gozáis de privilegios» Increíble, dime donde hay que apuntarse para obtener la visa man que me habra un mundo de posibilidades y privilegios sin límite,

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      2. No sé el motivo por el cual no puedo responder a quien me responde pero lo achacaremos a mi inferioridad intelectual, sin ironías.
        Sois privilegiados por el mero hecho de poder hacer uso de esos derechos igualitarios que no existen. Es fácil. Y no es victimismo. Es una realidad, y son hechos, ser privilegiado por no sufrir (y empiezan los ejemplos): mutilaciones, violaciones, discriminaciones en variedad de ámbitos, etc.; por el mero hecho de ser mujer.

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      3. Me hace mucha gracia cuando las feministas sacáis ejemplo realmente estupidos de desigualdad, como eso de los niños y el cine ¿esa es vuestra opresión? ¿por eso tenemos que aguantar que una caterva de lesbianas e incultas vaya con pelo morado con pancartas que dicen «machete al machote».

        No sólo sois ignorantes, si no que no tenéis ningún nivel para debatir, os han metido el marxismo en la ideología feminista, simplemente, buscáis tener razón para que vuestra religión no se caiga, y usaréis cualquier argumento chorra para seguir defendiendo lo indefendible.

        Claro, tenéis al sistema detrás que os riega con mucho dinero para mantener esa maldita farsa.

        Larga vida al patriarcado.

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      4. Puede llamarme ignorante, es un honor. Si no fuera así igual me convertía en un capullo, como ud.
        Larga vida al patriarcado que le mantiene en su cúspide, pensar en los demás y en sus derechos es agotador.

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