Guía para evitar la filosofía de la ciencia mierder

– Hola Angelo, este es X. Es el director del Y -un labo lleno de gente con la que a veces comparto penas. Conocía a X de oídas, porque tiene fama de ser un sátrapa endiosado y de meter a sus doctorandos en proyectos imposibles de los que después se desentiende.

– Encantado de conocerte, X. Enhorabuena por llevártela caliente, subcontratar personal y firmar los artículos de la gente sin haber movido un dedo.

(Pasan unas horas en las que empino el codo y, después de mis chistes guarrones y de mis historias de ligues lamentables, se sincera conmigo).

– La filosofía de la ciencia no vale para nada.

– ¿Por qué lo dices?

– Porque no tenéis ni puta de idea de ciencia y sois unos fantasmas.

– ¿Has leído algo sobre el tema?

– Un libro de Feyerabend hace muchos años.

Me ha pasado un millón de veces. Te entran ganas de levantarte y abofetearlo con fuerza. ¿Por qué gente tan espabilada sigue pisando el palito del payaso de Feyerabend? Decidir leerlo y tomártelo en serio es el equivalente intelectual a un alemán que decide meterse a La Cañada Real con una Nikon de 2 mil euros en el cuello para ‘vivir la experiencia’, lo atracan y vuelve diciendo que todo Madrid es una mierda. Y Madrid mola. Una ciudad con un museo de cera así y con una estatua a Satanás a 666 msnm mola sí o sí. El problema de ese tío no es Madrid, su problema es que es gilipollas. Pues lo mismo tú, señor X, que encima ganando el dineral que ganas no parabas de pedirte vino caro porque sabías que íbamos a pagar todos a medias.

Hay otras versiones de esta misma conversación. Las más habituales son 1) el pensador escéptico menos listo que lo que se cree que, después de decirte que la psicología es una pseudociencia y quedarse más ancho que largo, empieza a invocar unas cosas de Khun que escuchó a lo lejos para tirar el campo por la ventana. Y 2) el estudiante de filosofía de primeros cursos en el mejor de los casos que cree que la filosofía de la ciencia es hablar cosas random a lo Deepak Chopra, decir ‘función de onda’ sin que venga a cuento, criticar la tecnología cual amish y fantasmearse en general. Y después se dan contra una pared en clase cuando les empiezan a contar movidas gordísimas de Reichenbach y Popper y ponen cara de que les va a dar un ictus. Porque, no nos engañemos, se trata de un campo endiabladamente complejo. A los filósofos-masa se les atraganta porque aquí no vale soltar la primera parida mental que se les ocurra y que el sabio de turno, normalmente algún pobre diablo que pilló plaza y que vive tratando de pasar desapercibido, les va aplaudir. No, no, aquí hemos venido a razonar, a leer como animales y si dices una tontería te la vas a llevar en la frente. Les frustra no poder jugar al opinólogo.

El caso de los científicos es más de lo mismo, pero algo diferente. A ellos se les atraganta porque aquí hay que razonar con amplitud leyendo críticamente sin aceptar necesariamente lo que se lee. Hay que masticar la información y, quizás, desechar buena parte de lo leído. La mente concreta de un científico a veces no ha sido educada para la abstracción filosófica. Y la mente soñadora del filósofo-masa no lo ha sido para la concreción, la disciplina y el hachazo a la tonteria de la filosofía de la ciencia. La maldición del campo, al fin y al cabo, es nadar entre dos aguas. Unos se toman a mal que les digamos que sus libros logorreicos son basura y a los otros les encanta el jijijajá de hablar con el filósofo raro, pero cuando el filósofo raro resulta saber lo que habla y lo que le dice es que su trabajo es mejorable, entonces el jijijajá se convierte en una actitud de rechazo.

Así que este texto pretende ser una guía para navegantes primerizos, a fin de que eviten aguas poco recomendables y seductoras sirenas que se los comerán vivos. A veces es complicado adentrase con garantías en este campo fascinante y útil, tanto para el filósofo como, especialmente, para el científico. Porque la filosofía de la ciencia responde a cuestiones tan perturbadoras como, por ejemplo, ¿por qué considero que lo que hago en el labo está bien hecho? ¿Qué es la ciencia? ¿Qué es y qué expresa una teoría? O, ¿por qué la ciencia funciona mejor que otras cosas? Quiero dejar claro desde el inicio que, pese a que las cosas de las que os voy a prevenir no me gustan, no os voy a advertir de ellas por eso, sino porque son lógicamente incongruentes, fruto de la ignorancia o ideas delirantes y posturiles que son rechazadas por la gente de bien. Porque en filosofía de la ciencia, al contrario que en otras parcelas de la filosofía, hay amplios consensos respecto al carácter falaz y descartable de muchas cosas. Hay un cierto progreso, y eso me permite ir más allá de la mera opinión. De todos modos, no va a ser todo negativo, así que al final incluiré algunas recomendaciones bibliográficas.

El Circo de los Horrores llega a la ciudad

Primero que nada: nunca vas a encontrar filosofía de la ciencia propiamente dicha antes de agosto de 1929. Sí, es verdad que hay precedentes Whewell, Duhem, Stuart Mill, etc.—, y que Russell se adelantó a su tiempo y prefiguró de forma algo primitiva algunas cosas, pero fue ese año, con este manifiesto, cuando se fundó el campo propiamente dicho. Que sí, que Hume hablaba de cosas que suenan parecidas si uno no se fija mucho, Compte era un auténtico crack o gente como Newton tiene alguna cosita que tampoco suena mal, pero todo eso es teoría del conocimiento, filosofia natural o alguna otra cosa por el estilo. Si lo que lees es anterior al Círculo de Viena, es decir, al neopositivismo o empirismo lógico, que no es exactamente lo mismo pero da igual, entonces no es filosofía de la ciencia. Y punto. Así que ni Aristóteles hizo filosofía de la ciencia si ni existía la ciencia…, ni los empiristas clásicos, ni Leibniz, ni Frege, ni, por las santísimas bragas de la Virgen, Husserl. Husserl no, ¿vale? Husserl fue un tio que se cayó de una palmera de cabeza, o que se tomó la medicación del caballo, o algo así.

El campo fue floreciente durante unos 40 años en los que se trabajó codo a codo con científicos y la filosofía de la ciencia era muy respetada y escuchada. Pero, en primer lugar, comenzaron a surguir rockstars que, en un afán constante de llamar la atención, perdieron mucha rigurosidad o directamente comenzaron a fumársela con papel de aluminio, como es el caso de Popper. En segundo lugar, aparecieron proyectos algo absurdos que absorbieron a grandes mentes, como el estructuralismo. Y, por último y peor, el campo se pervirtió al contaminarse de la contracultura de los 60′ y 70′, en la que todo lo dicho tenía que ser de cara a la galería, lo más histriónico era lo más celebrado y el relativismo, el constructivismo y el posar para la cámara todo el día se adueñaron de las facultades de filosofía. Sí, la postmodernidad también nos arrastró a su fango. Hay quien dice que fue por el fracaso del empirismo lógico, pero que va. Fue por mera contaminación ideológica, porque los filósofos son gente engreída que busca notoriedad ahí donde se la ofrezcan y porque, esta es la triste realidad, en esos años las evaluaciones de candidatos para las plazas en las universidades comenzaron a tener muy en cuenta que no seas un rancio procientífico o alguien con dos dedos de frente que venga a estropearles el cortijo. Porque la filosofía siempre ha sido el cortijo de unos pocos y en un cortijo grande el que es tonto se muere de hambre, y ser tonto en esos años era tener sentido común. Ese es el contexto de Feyerabend, por ejemplo.

Si compartiéramos facultad con nuestros amigos naturales biólogos, físicos, psicólogos, etc. todo nos habría ido mucho mejor. Pero no, nosotros tenemos que compartir facultad con Mefistófeles, los jinetes de apocalipsis, Azazel, Leviatán y Belfegor y, claro, siendo cuatro gatos y estando muy ocupados con nuestras cavilaciones y con nuestras carencias afectivas, en cuanto pudieron nos devoraron y nos echaron al fuego infernal. Pero hoy en día la cosa está mucho mejor. A partir de finales de los 80′ la cosa remontó y aunque los horrores crecieron también se volvió a hacer filosofía de la ciencia buena.

Kuhn: donde dije digo digo Diego

Mucho matiz aquí, porque a Kuhn hay que darle un respeto. Sin embargo, nunca, jamás, se os ocurra entrar a través suyo al campo. Un buen amigo mío, genetista, lo hizo, y lo tuve que aguantar durante toda la lectura aporreándome insultos, muy elaborados por cierto, vía facebook. Íbamos a hacernos una birra y me regalaba encendidos discursos sobre lo mal escrito que estaba el libro, sobre que Kuhn no tenía ni puta idea de lo que hablaba… una vez tiró la mesa contra la pared y se rompió la camiseta con las manos. No, eso último es mentira. Pero aún se enfada, así que procuro no sacar el tema. ¿Quién es este Kuhn? Pues este señor era físico, uno bastante competente además, pero en su universidad le hicieron lo peor que le puedes hacer a uno de ellos: obligarlo a explicarle física teórica a gente que no tiene ni idea. Es el equivalente en física a obligar a un ingeniero informático a hacer un curso de inteligencia emocional femenina. El caso es que Kuhn preparó el curso y para ello necesitó hacer un esfuerzo por sistematizar la forma según la cual avanza la ciencia. Hay quien dice que en la tarea estuvo influenciado por el ambiente político de su uni, porque Berkeley y toda California se las traía con la revolución flowerpower de los hippiecolgados y los comunistas de boquilla. Lo que es seguro es que estuvo influenciado por la Gestalt -la decente, no la otra. No es verdad que estuviera influenciado por Wittgenstein, al que sus fans le cuelgan todas las medallas habidas y por haber. Cabe mencionar también que estaba en un programa de estos de universidades ricachonas en los que tienen a jóvenes prometedores pensando a su bola, así que Kuhn tenía que justificar habérselos estado palpando a dos manos ofreciendo una publicación rompedora. Y, creedme, La estructura de las revoluciones científicas lo fue. Forzó el efecto utilizando artimañas, pero lo fue.

La estructura presenta a la ciencia como dividida en dos etapas diferentes. Primero, la ciencia normal, que es aburridísima y en la que los científicos se encargan de resolver rompecabezas dejando amplias parcelas de creencias intocables, aceptándolas de forma dogmática. Estos períodos los llama ‘paradigmas’ y son como burbujas en las que viven los científicos. Los paradigmas no son ni mejores ni peores, sólo diferentes. Son ‘inconmesurables’, establecen sus propios sistemas de racionalidad internos. No hay diálogo posible entre ellos como no hay diálogo posible entre un coral y un murciélago. Pero entonces llegan los cambios de paradigmas, las ‘revoluciones’. Llega un día alguna chica joven muy indisciplinada, seguramente una becaria mal pagada con ganas de tocar las narices, y experimenta un cambio de gestalt, es decir, mira las mismas cosas de una forma diferente, y, con ello, pone en duda algunos de los dogmas de los viejos. Y a los viejos se les cae el alma al suelo y se arma la de Dios es Cristo. Algunos se pasarán al bando de la chavala creando un nuevo paradigma, aunque los viejos seguramente no darán su brazo a torcer. Pero, ojo, los que se pasen lo harán de forma puramente irracional, porque la chica será muy convincente en la retórica. Según este primer Kuhn no existe forma racional de cambio interteórico, sólo se puede preferir entre paradigmas por meras simpatías personales, en plan hooligan. Porque la ciencia revolucionaria es puro márketing. Y ya está. Eso es Kuhn. No os lo leáis. Además, La estructura es un libro terriblemente mal escrito, sin definiciones y que, encima, se hace muy aburrido porque se repite un montón.

Pero Kuhn no era tonto. De hecho, era uno de los tíos más listos que yo haya podido estudiar, y lo admiro mucho porque tuvo algunas ideas muy buenas. Lo que pasa es que sus ideas, un poquito con la ayuda de sus propias ambiguedades y exageraciones, fueron extralimitadas hasta el infinito. Ya veremos a los campeones: los de la CTS monga. El caso es que el pobre Kuhn, a quien llegaron a llamar ‘peligro público’ por el relativismo y la visión irracional de la ciencia presentes en La estructura, se pasó todo el resto de su vida tratando de remediar el daño causado. Se acabó retractando practicamente de todo. Los paradigmas pasaron a ser ‘matrices disciplinares’ mucho más comedidas, elaboró incluso un criterio de demarcación basado en el puzzle-solving, describió la existencia de ciertos valores positivos en la ciencia e incluso rebajó lo de la irracionalidad de las revoluciones. Pero, claro, con eso no se liga con las que queman campos de arroz amarillo, así que nadie lo escuchó. Si os queréis leer algo de él: Segundos pensamientos sobre paradigmas es un texto corto, muy bien escrito y que sintetiza lo mejor de sus ideas.

Feyerabend: el quinto Sex Pistol

Hubieron dos opciones a seguir tras las ideas de Kuhn. O bien hacerse aún más extremista e impulsar lo peor de ellas, el reverso tenebroso, Feyerabend, o bien quedarse con lo bueno y tirar por la borda el sobrante de tonterías grandilocuentes. Este reverso luminoso fue Lakatos, el auténtico fundador de la filosofía de la ciencia contemporánea y, además de haber tenido fama de ser un tipo con un carácter terrible, me atrevería a decir que, tras Carnap, es el segundo filósofo de la ciencia más grande y rescatable. De hecho, Lakatos llegó a partirse la cara metafóricamente con Kuhn, aunque el pobrecito murió antes de poder recibir la respuesta oficial por cierto, yo soy de los que cree que ese debate, en el punto en el que se quedó, lo ganó Kuhn. Lo cierto es que Lakatos es un autor muy recomendable y cuya lectura gustará mucho a los científicos. Su amigo Feyerabend porque eran bastante amigos y se dice que cuando tenía a Lakatos cerca sacaba su versión más racional, en cambio, no es un autor con grandes aportaciones. Todo el mundo conoce la muletilla del ‘todo vale’ la idea completa es algo así como ‘todo vale si funciona’, pero esa última parte se la suelen saltar porque con esa matización no ligas con las apologistas del reiki. No me cabe duda de que muchos tecnófobos y gente de esta rara de las facultades de filo que parecen tener problemas de riego cerebral se han entregado al onanismo leyendo Adiós a la razón, pero ya os digo que a nadie serio le importa nada de eso. Uno puede trabajar de filósofo de la ciencia toda una vida y no tocar un libro suyo ni con un palo largo.

Feyerabend jugaba a ‘hielo y fuego’, a tirarte una piedra en la cara y después darte una flor cuando le pides explicaciones. Nadie sabe a ciencia cierta lo que pensaba, porque sus escritos están profundamente marcados por sus estados emocionales y no por un hilo racional de pensamiento. Tuvo publicaciones que se reconocieron como relativamente rescatables para, acto seguido, sacar alguna otra que no era más que una ristra de sinsentidos pomposos y disforzados, tics, muecas y dramatizaciones, buscando hacerse el misterioso o el machote o algo así. Esos textos son lo más cerca que ha estado la filosofía de ser una gala de cuatro horas de Raphael, de estas navideñas tan insufribles en las que el tío se viene arriba. Y sí, entre ellas están los inefables Contra el método y Adiós a la razón, con perlas como el apoteósico Cómo defender a la sociedad de la ciencia, que es como un remix de Mi gran noche hecho por The Prodigy. Es evidente, y él mismo así lo admite, que en su forma de ver la ciencia hay bastante New Age y ganas de contentar a la chavalada contracultural con citas de Mao, poniéndole la coletilla de ‘anarquista’ a su mensaje y usando un tono exaltado y simplón. Feyerabend nunca ha sido parte de la comunidad de filósofos de la ciencia, sus interlocutores han sido siempre gente proveniente de la postmodernidad y de Francia, porque, yoquesé, los franceses no están bien. Os lo pido por favor, por lo que más queráis, no leáis esto por más cool que parezca. Y si lo leéis no digáis que podéis haceros una idea acerca del campo. No podéis.

La CTS monga: la choza del amor es un pequeño lugar donde todos nos podemos juntar… abrazos y besos, baile y amor casi desnudos.

¿Te sientes solo y aislado? ¿Todos se ríen de tus ideas y te dicen que eres es un fantasmón ideologizado? ¿No logras publicar artículos en ningún sitio porque el editor se limita a contestarte con el emoticono de la bailarina del whatsapp? Ven conmigo, alma perdida, mente rota, pequeño zoquete de inquebratable autoestima. La CTS monga te recibirá con los brazos abiertos y no tendrás que volver a ver tus miserias a la cara. Porque este frío mundo es así: el que puede, puede, y el que no, aplaude. Y tú no puedes y seguramente tampoco eres capaz de coordinar tus dos manos para que choquen.

No toda la CTS es mala, ojo. Es la llamada ‘Ciencia, Tecnología y Sociedad’ y estudia la forma en la que la ciencia se relaciona con cuestiones políticas, sociológicas o cómo afecta la producción tecnológica a la sociedad. Si bien es verdad que el campo comenzó siendo interesante en los 70′ y alrededores, lo cierto es que ha sufrido una increíble colonización de actitud anticientífica, exageraciones y relativismos de todo tipo. Muchas veces ya no son estudios cabales, sino lugares donde gente que detesta la ciencia y que tiene la mente hasta arriba de porquería se desahoga. En las revistas buenas de CTS aún se puede encontrar uno con cosas bastante decentes, pero en la gran mayoría simple y llanamente no. Todo sinvergoncerías normalmente escritas por gente que no tiene ni idea y que, probablemente, no sea capaz de comer chicle y caminar a la vez. Explico algunas de las cosas más exageradas de la CTS mala.

El programa fuerte: donde fueres cree lo que vieres

La sociología de la ciencia es un campo con sentido y con interés. Comenzó con un señor llamado Merton, que tenía la cabeza bien puesta encima de los hombros y trataba de analizar el funcionamiento de las comunidades científicas o el apoyo social a la ciencia dentro de cada sociedad. Pero una cosa es la sociología de la ciencia bien hecha y otra es el llamado ‘programa fuerte de la sociología de la ciencia’. En este programa fuerte las cosas se sacan totalmente de quicio. Está integrado por la llamada ‘escuela de Edimburgo’ Bloor, Barner, MacKenzie, Collins, etc. y a veces se pelean con la gente de París especialmente con Latour—, aunque al final del día vienen a ser casi lo mismo. El programa fuerte predica que la sociología de la ciencia no sólo debe explicar las cuestiones sociológicas que rodean a las teorías científicas, sino el contenido mismo de las propias teorías. El darwinismo sería una expresión de la sociedad victoriana y su éxito no sería otra cosa que el reflejo de la supremacía británica de la época. El mismo análisis se puede hacer en relación al lysenkoísmo y el régimen soviético o al diseño inteligente y los rednecks del sur de EEUU. A ellos no les interesan las evidencias, la capacidad predictiva o explicativa, que la teoría sea mejor o peor o las valoraciones racionales que guían la adopción de una creencia científica cosa que niegan en rotundo. Todo va al mismo saco. Ello hace que en el análisis sociológico del programa fuerte no se hagan diferencias entre la genética mendeliana y la pangénesis, entre medicina y homeopatía o entre embriología y teoría de la cigüeña. Ciencia, mala ciencia y pseudociencia son lo mismo, la única diferencia es que una tiene suerte y las otras no.

Su punto de vista parte de una lectura radical tanto de Wittgenstein como de Kuhn, tan radical que ellos fueron los culpables de que Kuhn se pasara tantos años tratando de matizar sus palabras. Si bien es cierto que Bloor y Barnes son más sofisticados y se les cae la cara de vergüenza de vez en cuando, hay otros que no tienen reparos en subirse a los trenes más extremos. Por ejemplo, sé que Collins es un defensor de la pseudociencia, y Fuller, un autor realmente de lo peor vinculado a ellos aunque también conocido por sus delirios en epistemología social donde se considera una especie de ‘anti-Goldman’, ha llegado a testificar a favor del diseño inteligente en juicios muy sonados. La lástima es que hay cosas que podrían ser muy interesantes. Por ejemplo, hay estudios de género en relación a mujeres y ciencia en todas sus vertientes que podrían ser muy relevantes, pero es que los exageran tanto, adquiriendo un tono de barricada y de negación de matices biológicos, que los acaban estropeando. Todo tiene que plegarse siempre a lo políticamente correcto y ser lo que su público quiere escuchar. El programa fuerte es una cosa auténticamente delirante y ellos una gente muy poco honesta intelectualmente.

Estudios empíricos que son puro cuñadismo

Pero no les basta con análisis teóricos dignos de adicto al zolpidem, sino que a veces salen a la calle para hacer investigación de campo. Los dos casos más sonados de estas ‘investigaciones’ en las que uno no sabe si reír o llorar han sido el PER y los estudios de laboratorio de Latour y Woolgar. El PER es el ‘Programa Empírico del Relativismo’, propugnado por Collins y Pinch, llamados a sí mismos ‘escuela de Bath’. Estos parten de la interpretación más extrema del programa fuerte y la quieren contrastar en base a inmersiones en las comunidades de investigadores. Consideran que la ciencia tiene un discurso de cara al público de apertura, evidencia rigurosa y racionalidad, pero que de puertas para adentro lo que hay es autoritarismo, irracionalidad, contrucción de datos y todo tipo de ocultamiento de información. Eso sí, aunque dicen claramente que son meros observadores que interpretan lo que ven, pobre de ti que pongas en duda sus interpretaciones, porque entonces eres casi un neonazi.

Por la misma línea van Latour y Woolgar, que han sido los más influyentes con diferencia gracias a su libro La vida en el laboratorio: la construcción de los hechos científicos. Estos dos señores hicieron algo muy interesante: imaginaron que el laboratorio de Roger Guillemin en el Salk Institute era el hábitat de una tribu desconocida y se metieron a investigarlos. No sé si se compraron cantimploras y ropa de Coronel Tapiocca, pero a mí me gusta pensar que sí. Ahora bien, hay que admitir que con el libro te partes de risa. Está escrito en plan El corazón de las tinieblas o Tristres trópicos, en plan Indiana Jones, fingiendo no saber absolutamente nada de la ‘tribu’ y hablando de ella con un tono exotista de lo más impostado. El punto álgido viene cuando describen la ‘construcción’ del péptido TRF(H), al que llaman ‘ficción literaria’, acusando a Guillemin de habérselo inventado sin más y de haber persuadido al resto de su existencia. Por supuesto, Guillemin alucinó en colores cuando leyó el libro. Es tan posible que no entendieran nada como que mintieran y distorsionaran las cosas. Y aún más posible que pasaran todas esas cosas a la vez.

Repaso rápido a otras cosas a evitar

Me he alargado mucho, así que paso a comentar otras cosas muy por encima:

El Popper que vale la pena es el primero, el que llega hasta La Lógica de la investigación científica La sociedad abierta y sus enemigos también es un libro altamente recomendable, aunque no es filosofía de la ciencia. Lo que va de ahí hasta Conocimiento objetivo ya es medio marciano. Y lo que empieza a partir de su Autobiografía intelectual -con la que parece que el ego se le fue de las manos- ya es descartable. Mucha metafísica rara, platonismo y neurotonterías.

Estructuralismo: Este fue un proyecto iniciado por Stegmüller, refinado por Sneed y Suppes, y al que se sumaron muchos autores durante algunas décadas. Muchos de estos autores, dado que en filosofía de la ciencia no ha habido cambio generacional, siguen aún sacando proyectos y torturando a sus alumnos con esto del estructuralismo. El proyecto consistió en entender las teorías científicas como ‘predicados conjuntistas’, que son conjuntos de conjuntos de modelos expresados en el lenguaje de la teoría intuitiva de conjuntos. Pero todo resultó ser un engorro que no servía de nada porque, aunque puedas hacer la traducción tras meses de trabajo, no sacas ningún beneficio de ello. Sirve de tan poco que nunca llegaron a explicar del todo bien cómo interaccionan las teorías con el mundo, y no fueron capaces ni de ofrecer un criterio de demarcación les daba lo mismo astrología que astronomía. En su análisis sincrónico se consideran herederos de Carnap o, mejor dicho, de un proyecto que el propio Carnap abandonó en su momento y en el diacrónico de Lakatos le copian casi todo, pero incorporando su oscura jerigonza. Empezar por aquí es la peor idea del mundo, en serio. Ni se os ocurra.

Transhumanismo y gabacharadas: Poco que comentar. Cosas francesas sobre cyborgs, metahumanos y movidas raras. Normalmente mezclan sus profecías sacadas de la chistera con cosas de antipsiquiatría. Esto no es filosofía de la ciencia, aunque ellos a veces se autodenominen así para no dar tanta pena. No sabría ni decir si esto es filosofía o qué es.

Filosofía analítica: A esto le tendría que haber dedicado más tiempo. A ver… la filosofía de la ciencia NO es filosofía analítica. No tiene nada que ver con lo que hacían autores como Wiitgenstein, Quine, Ryle, Sellars, Davidson, Searle y compañía. La filosofía analítica es una corriente propiamente anglosajona centrada en la filosofía del lenguaje y de la mente, y en la que, en lugar de escribir tochos a lo Hegel, se escriben artículos llenos de definiciones muy puntillosas y de experimentos mentales. Ultimamente, sin embargo, se ha comenzado a parecer mucho a aquello contra lo que luchaban, con la aparición de la llamada ‘metafísica analítica’, que es un huracán de basura francamente emético. Los he tratado mucho y, creedme, he visto cosas… la filosofía analítica realmente no se relaciona con la ciencia, es más, casi todos estos autores son de una u otra forma abiertamente anticientíficos. Les encantan los pseudoproblemas, las pseudoentidades, las grandilocuencias, aparentar que saben más lógica de la que saben y son auténticos maestros de la palabrería. La filosofía de la ciencia, en cambio, pese a que comparta con ellos ciertos aires de familia u orígenes, se centra en el análisis valorativo de la ciencia en sí misma. Sin experimentos mentales o palabrería innecesaria.

De hecho, sabemos la hora, la fecha y las palabras exactas que desencadenaron que ambas comunidades se alejaran una de la otra definitivamente. El Tractatus se llegó a debatir en las reuniones del Círculo de Viena, y cuando un joven Wittgenstein viajó a su mansión vienesa aprovecharon para tener varias reuniones con él cuyo contenido quedó plasmado en una serie de anotaciones que se hicieron libro tiempo después. El caso es que a esas reuniones fueron Schlick, Waismann y Carnap. Wittgenstein era un tipo muy irritable que se creía una especie de iluminado, como un artista plástico de las ideas, y le molestaba profundamente la actitud preguntona de Carnap, que se centraba en las partes más magufiles de su ‘libro’ por llamar a aquello de alguna manera, como el concepto de ‘lo místico’ presente en su teoría figurativa del lenguaje. Al final de una de las reuniones les informó que Carnap ya no estaba invitado nunca más, que no quería volver a verlo porque ‘no entendía su sentir’. A partir de ahí, la filosofía analítica fue lo que vino de seguir a Wittgenstein y la de la ciencia lo que vino de seguir a Carnap. Así que, por favor, estimados filósofos analíticos, no nos metáis más en vuestro saco de qualia, actitudes intencionales raras y significantes del significado del sentido del significado, ¿vale? Ya cansa.

Cosas guays para empezar

Introducciones:

Una brevísima introducción a la filosofía de la ciencia de Samir Okasha.

Theory and reality: An introduction to the philosophy of science de Godfrey-Smith.

No son muy recomendables ni el Qué es esa cosa llamada ciencia de Chalmers, ni el Fundamentos de la filosofía de la ciencia de Díez y Moulines. Una buena opción es alguna enciclopedia de filosofía de la ciencia, siempre muy útiles y esclarecedores. La mejor con diferencia es el The Routledge Companion to Philosophy of Science, que es una auténtica maravilla.

Las revistas especializadas las tenéis aquí.

Libros interesantes:

La metodología de los programas de investigación de Lakatos.

Imposturas intelectuales de Sokal y Bricmont.

Philosophy of pseudoscience de Pigliucci y Boudry.

– Son muy interesantes los libros de los autores vinculados al ‘giro cognitivo’, especialmente Giere y Thagard (aunque el Computational philosophy of science es evitable). El Understanding scientific reasoning o el The cognitive science of science pueden ser libros muy interesantes.

La peligrosa idea de Darwin es una auténtica maravilla para interesados en filosofía de la biología. Explorar la obra de Ruse y de Hull también es una buena opción.

– Philip Kitcher para quien quiera leer sobre ciencia y política en un sentido filosófico. El Science, truth and democracy es ya un clásico.

– Jesús Mosterín es un buen autor en castellano, con libros accesibles y bastante bien escritos.

– Hay libros canónicos sobre cosas específicas que puedan interesar mucho a un científico, por ejemplo sobre evidencia (The book of evidence) o metodología (Theories of scientific method). Todo es cuestión de buscar y, después de haber leído esto, evitar las minas antipersonales.

Por Angelo Fasce

37 comentarios en “Guía para evitar la filosofía de la ciencia mierder

    1. Para esa pregunta tengo dos respuestas posibles. La primera sería larga y aburrida, y te diría algo así como que es una idea filosófica bastante alejada de la ciencia real, pasada de moda, demasiado abstracta y que denota una estrechez de miras considerable respecto a la ciencia. La segunda respuesta es la que te voy a dar y, esperando que no te la tomes a mal, creo que es la más sincera y la que más refleja lo que pienso:

      La teoría del cierre categorial de Gustavo Bueno me da exactamente igual.

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      1. ¿Usted está seguro de haber leído la Teoría del Cierre Categorial? Por su primera respuesta se deduce que no se enteró de mucho.

        La segunda es una cosa más muy comprensible si no la ha leído.

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    1. Onda que «te mato con la indiferencia». Pero no RESPONDÉS. Se ve que sólo lo hacés con los que te lamen el orto.
      Será que te financia la Open Society ?

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  1. Muy completo el artículo, me he enterado más que con las 4 semanas que dedicó mi profesor de Historia de la ciencia a la filosofía (básicamente nos presentó a los vieneses, Popper, Kuhn, Lakatos, Feyerabend, los sociólogos y poco más, creo que suficiente para una carrera de Biomedicina). A partir de lo que nos contó me entró curiosidad y «empecé» a leer sobre el tema con la Estructura de Kuhn, lo entrecomillo porque de lo que entendí me quedé tan indiferente que no he continuado pero si comentas que se explica mejor en ‘Segundos pensamientos’ lo añadiré a mi lista de pendientes.
    Ahora que han pasado algunos años y he leído bastante sobre mi tema de investigación (Parkinson) sí que se pueden apreciar algunos cambios de paradigma como los que decía Kuhn, pero ni de lejos se acerca a la explicación que da él. Tal vez hace unas décadas sí fuera así por el carácter más cerrado de la ciencia, pero con toda la divulgación y el flujo de información que hay hoy en día son precisamente los veteranos los que proponen nuevos puntos de vista, y que en algunos casos han conseguido cambiar la perspectiva en toda la comunidad (por ejemplo, en mi caso el señor H.Braak cambió por completo el paradigma del Parkinson al describir el carácter priónico de la proteína que provoca la neurodegeneración, y con ello se han modificado desde el diagnóstico y tratamiento hasta la investigación más básica).
    Sobre el resto del artículo, tal vez me ha faltado saber en qué nos ayuda o beneficia a los científicos saber sobre filosofía de la ciencia. Es posible que para investigadores con 50 páginas de currículum sí que les sirva para discutir entre ellos en congresos (he presenciado casos), pero para becarios, post-docs o científicos externos a la academia no encuentro demasiado útil adentrarse en la filosofía más allá de respetar las reglas del método cuando experimentamos, al menos viéndolo desde fuera. Por ejemplo, traté de leer a Popper para saber en qué consiste el falsacionismo, pero en la práctica no veo cómo puede mejorar este punto de vista respecto al positivismo y la verificación. Tampoco me esmeré mucho más en entender a este hombre viendo la incoherencia de la ‘Sociedad abierta’, que como el resto de pensadores liberales tipo Arendt, Hayek y demás se limita al ad hitlerum y le quita el contexto histórico a cualquier pensamiento distinto al suyo para evitar que se noten los lazos entre liberalismo y fascismo. Luego, porque me sonaba bien aquello de anarquía epistemológica, también intenté entender algo a Feyerabend en ‘Contra el método’ (fracaso absoluto) e igualmente, pecando un poco de ad hominem, perdí el interés en él tras ver su Cruz de Hierro como teniente de la Wehrmacht.
    Lo que sí me llama la atención es el aspecto sociológico (el bueno, no la etnografía del laboratiorio), con el que se pueden explicar las implicaciones sociales o incluso políticas de la ciencia, y explicar el mal uso que se ha hecho de ciertas teorías. Aunque no se deban considerar científicamente correctas teorías como el lysenkoísmo, el diseño inteligente o las pseudocosas cuánticas sí que veo útil estudiarlas aunque sea histórica o sociológicamente para entender mejor la sociedad, y tener así otro punto de vista desde el que estudiar el socialismo, la influencia de la religión en las comunidades o la contracultura y el New Age. Al fin y al cabo, es otra forma de saber cómo influye la ciencia en la sociedad y viceversa para mejorar esta relación hoy en día. En última instancia, la historia de la ciencia se estudia de forma similar, explicando las teorías de cada época y examinando cómo se refutan, cambian o mejoran al mismo tiempo que la sociedad, o cómo se pervierten con fines distintos a la ciencia como pasó con el darwinismo social (y no por estudiarla como parte de la sociedad se debe aceptar como correcta la curación cuántica o el diseño inteligente).
    Añadiré también a mis pendientes a Carnap, me suelen caer bien los filósofos que vienen de las matemáticas como Russell, Gödel o Reichenbach.
    Salud!

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  2. No soy filosofa, ni entiendo ni sé gran cosa. Sin tener gran vocación por nada me encuentro en ese lugar en el que el conocimiento asusta y empequeñece. He llegado a tu blog por un link que ha compartido alguien que considero muy interesante en Facebook. No somos amigos. Pseudo colegas, puesto que él es profesor de lengua y yo solo una interina, que ni siquiera estudió filología. Soy una ignorante, vaya. Pero en ese espacio de terror por desconocimiento hago lo que puedo. Me gustaría leer mucho más de lo que leo. Todo esto te traerá sin cuidado. Ahora tengo tu blog para echar los ratos.
    Sobre esta entrada me angustia aún más el tema del estructuralismo, la filosofía analítica, los de las teorías del lenguaje. Aparecen, esos que citas, en todos mis apuntes de la oposición. Y ¿con qué o con quiénes me quedo? Qué agobio tengo. Ya sé que la intención no es cargárselos sino apartarlos de la filosofía de la ciencia. Pero si tienes algo que comentarme al respecto, algún libro que creas que pueda ser útil sobre estos… Sería fantástico. Voy a seguir los hipervínculo para terminar de fascinarme y volverme loca. Gracias.

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    1. Gracias por leer la entrada y el blog! No te agobies… lo peor es leer filosofía para ‘quedarte con algo’. Todos los que hemos estudiado esto miramos las cosas de forma distante y, poco a poco, vas formándote una idea general y quedándote con cosas, reformulando otras y tirando a la basura las demás. Te explican a Platón y te haces platónico, después viene Hume, así que te haces humeano, después Kant… y así hasta que dejas de adherirte a gente y sacas lo mejor de cada uno, normalmente con alguna tendencia general siempre presente.

      Sobre la biblio que me pides, me vas a tener que dar más información sobre lo que quisieras leer. Entiendo que estás relacionada con el mundo de la filología, así que es posible que te estés refiriendo al estructuralismo lingüístico. También hay estructuralismo en antropología, sociología, psicología… al que yo me refiero es diferente a todos ellos, y no te va a servir mucho para tu trabajo. Y sobre la filosofía del lenguaje.. no soy experto, pero quizás te puedo recomendar algo muy general, o preguntarle a algún colega que sepa más.

      Un abrazo y no te agobies tanto!

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  3. Muy interesante. Me animo a preguntarte: ¿Recomiendas algo más allá de Merton dentro del «programa débil» de sociología de la ciencia? ¿Y algo más específico dentro de F. de las CC.SS?

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    1. De Merton lo que más se lee es el The nrmative structure of science, por los valores que propone como demarcación y, menos común, en The sociology of science: theoretical and empirical investigations. Fuero de eso no controlo la bibliografía, así que no te puedo recomendar mucho.

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  4. Como biólogo y futuro matemático con interés por la filosofía siempre me había frustrado leer cosas de epistemologia porque…bueno, la verdad es que parecía que no tenían ni idea de lo que es la ciencia ni del trabajo que llevamos a cabo los científicos. Gracias a este post recuperó la esperanza de encontrar epistemologia que me sirva en mi trabajo.

    Y hablas bien de Lakatos, así que tienes que tener razón en todo lo demás xD

    PD: pobre Wittgenstein, con lo que mola! O sea, el Tractatus no, claro, pero su vida en general. Witty era un grande!

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  5. ¿Qué opinas de las propuesta de Quine contra la división entre proposiciones sintéticas y proposiciones analíticas y su «indeterminación de la traducción» ? Es decir, la critica de Quine contra el positivismo lógico es bien fundamentada o es más bien como algunos dicen, inútil.

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  6. Ummm… Desvinculas la filosofía analítica de la filosofía de la ciencia de Wittgenstein. Grave error. En el principal manifiesto del círculo de Viena en cambio se se citan a «Einstein, Russell y Wittgenstein como representantes contemporáneos líderes de la concepción científica del mundo».

    De hecho la concepción heredada de la filosofía de la ciencia da un papel esencial al análisis lógico y lingüístico.

    Aquí ell enlace del manifiesto «La concepción científica del mundo»

    Haz clic para acceder a la-concepcion-cientifica-del-mundo-el-circulo-de-viena-redes-18.pdf

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    1. Por cierto, el desencuentro entre Carnap y Wittgenstein se produjo a principios de 1929 y a pesar de ello el círculo de Viena continuó admirando a Wittgenstein. Otra tema es el mal carácter de Wittgenstein, también a Newton o a Einstein se les puede criticar sus neuras y no por ello dejan de ser grandes…

      Dejo un pequeño fragmento de la autobiografía de Carnap»From the beginning of 1929 on, Wittgenstein wished to meet only with Schlick and Waismann, no longer with me and Feigl, who had also become acquainted with him in the meantime, let alone with the Circle. Although the difference in our attitudes and personalities expressed itself only on certain occasions.»

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  7. Muy buen artículo, pese a que en algunas cosas no pueda estar del todo de acuerdo; tampoco soy más que un curioso a este respecto, consciente de mi ignorancia. Y es que me asaltan ciertas dudas…
    ¿No cree que algunas críticas de los analistas -en concreto, Wittgenstein y Russell- al Círculo son válidas o dignas de mención? En el fondo, creo que la aparición de dicha corriente era inevitable para semejante contexto de las físicas y matemáticas.
    Estoy de acuerdo en que la filosofía analítica ha salido por derroteros estrambóticos, pero ¿No creerá que toda esta sea superflua? Como bien dice, la filosofía de la ciencia no es filosofía analítica, pero ¿No son partes de la filosofía analítica sino una extensión de los trabajos de Kant? Concretamente, la forma en que resuelven el atolladero que dejó Gödel. Posiblemente ser un lego en la materia me haya llevado a tal reduccionismo. A lo mejor cosas como la paradoja de Russell fuesen innecesarias a este respecto y como usted bien dicen, no sean más que «palabreria» y puro absurdo, pero no dejaría de llamarme la atención que fuese Dirac quien resolviese gran parte del entuerto desde su perspectiva exclusivamente matemática.

    Un saludo, y gracias de nuevo por el artículo.

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  8. Angelo felicidades por tu blog!! Me ha encantado sencillamente y mil gracias! Acabo de compartirlo con todo el público en el Facebook. Lo más curioso es que muchas de las opiniones que emites y aunque no soy Filósofo (soy un Biólogo Molecular), ni tengo todo ese recorrido y dominio que tienes, coincido en casi todos… Digo casi, porq en donde no es porque no he leído al autor. Incluso el libro de Godfrey-Smith me pareció tan genial que me ofrecí hace años para traducirlo pero en el editorial, creo que era Chicago University Press ya tenían contrato con Editorial Crítica de Barcelona. Finalmente, me siento ahora menos culpable por no tener que leer varios de esos ladrillos, con los cuales nunca pude y además me parecía que no hablaban de la Ciencia que hacemos en mi labo… Ah!! Muy bien por esa que los científicos tenemos pensamiento concreto… Totalmente cierto!!!

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