Hipnosis: el ‘Dragones y Mazmorras’ de la psicología

La hipnosis es una de las parcelas más desconocidas y enigmáticas de la psicología. Hay una buena cantidad de leyendas urbanas alrededor de la práctica -robos en casas tras hipnosis furtivas, crímenes cometidos bajo hipnosis, la posibilidad de revivir la infancia, etc. Es muy posible que toda esta parafernalia haya sido alimentada por los shows televisivos en los que hipnotistas sacan a gente del público para, supuestamente contra su voluntad, obligarla a realizar todo tipo de actividades ridículas.

Pero no nos engañemos, no es culpa de los hipnotistas de circo el que la gente no entienda en qué consiste la hipnosis. En última instancia la situación es culpa de los psicólogos, que son una parte de la comunidad científica que, salvo honrosas excepciones, no mueve un dedo por divulgar su campo y aumentar la comprensión social de la psicología. El problema básico es que la labor de divulgar sobre hipnosis la han llevado a cabo tradicionalmente los propios hipnotistas. ¿Por qué esto es un problema? Lo es porque soy incapaz de concebir otro grupo de investigadores más irritantes, jabonosos y misteriofílicos que ellos. Nadie entiende lo que dicen, y no es que esto de la hipnosis sea complejo de hecho, es bastante simplón, es que les encanta jugar al trilero con la realidad, hablar con términos que nunca llegan a definir y bascular entre la explicación racional de su práctica y el maguferio quince veces en el mismo párrafo.

En muchos artículos de pensadores críticos sobre el tema se suele entrar en el juego de los hipnotistas; se acaba usando el mismo lenguaje extraño y, al final, no se entiende nada. Yo trataré de ser claro, pornográficamente claro, en estas líneas. No me voy a andar con mucha puñeta, ni con palabrejas extrañas. De hecho, quiero ser tan claro que comenzaré con la conclusión, para que se siga todavía mejor el texto:

Conclusión 1: La hipnosis no es más que un juego de rol. Un juego en el que un señor/a te dice que hagas cosas y tú las haces. Si quieres jugar, estarás hipnotizado y harás lo que te manden; si no quieres jugar, no lo estarás y nadie podrá hacerte participar. No hay nada misterioso. No se pueden recuperar recuerdos, no se pueden hacer regresiones a la infancia, no se puede hablar arameo, no se puede tener alucinaciones. Tanto el hipnotizador como el hipnotizado actúan un rol dentro del juego, nada más que eso.

Conclusión 2: El rótulo de ‘hipnoterapeuta’ no está legalmente reconocido. La hipnoterapia sólo ha demostrado una, muy pero que muy leve, eficacia como tratamiento para estados de ansiedad y para convivir mejor con el dolor que no eliminarlo. Todo lo que no sea eso constituye una pseudoterapia, una violación del código ético, un fraude médico y, eventualmente, puede ser un delito.

La historia de la hipnosis en 3 párrafos

Un curandero llamado Franz Mesmer, que pensaba que las enfermedades las causaba el magnetismo y la influencia de la luna, decía curar con algo parecido a la hipnosis. El tipo, que se hizo muy famoso, usaba una túnica y tocaba a la gente con una varita mágica en la frente, que comenzaba a fingir convulsiones. Lavoisier, Bailly, Benjamin Franklin y Guillotin desenmascararon el fraude en un afamado juicio. El show de Mesmer inspiró a James Braid, que desarrolló la hipnosis tal como habitualmente es conocida. Pero Braid no hablaba de sugestión y fraude respecto a lo que hacía Mesmer: aunque negaba lo del magnetismo, se tragó el anzuelo y, en cambio, propuso que la hipnosis era un “sueño nervioso”. Desarrolló, para inducirlo, lo del reloj de bolsillo y lo de ‘sientes los párpados muy pesados’, que tampoco os creáis que difiere mucho de lo que se hace hoy en día.

Se crean dos escuelas enfrentadas. En primer lugar, la de Nancy, comandada por Bernheim. Estos eran un poco más moderados y hablaban de sugestión como la base de la hipnosis. Por otro lado estaba la escuela de París, comandada por Charcot. Un tipo que ha pasado a la historia, además de por haber tenido una personalidad terriblemente prepotente y dogmática, como uno de los mayores magufos habidos y por haber. Charcot enfocaba la hipnosis de vuelta hacia Mesmer, aduciendo que era una especie de trance cuya naturaleza era la de ser un estado histérico artificialmente inducido. Cabe mencionar que esta gente trataba con lo que denominaban ‘histéricas’ y ‘neuróticas’, que no eran más que mujeres con diversos trastornos o incluso muchas veces sanas, a las que les diagnosticaban estas pseudoenfermedades que hoy sabemos que no existen. De hecho, ambos términos han sido ya eliminados de la psicología contemporánea.

Y entonces llegó el que nunca falta a ninguna fiesta de pseudopsicología: Freud. Este señor vienés, junto a Breuer, estuvo muy influenciado por Charcot. El psicoanálisis se asoció con la hipnosis, y esta estrecha relación se ha mantenido hasta el día de hoy -basta con escuchar a los hipnotistas actuales hablar de la ‘emergencia’ de personalidades o de ‘pulsiones reprimidas’. Freud suponía que con la hipnosis podía inducirse un estado de trance hipnótico en el cual el sujeto se descomponía y el inconsciente podía expresarse con mayor facilidad. El problema es que él mismo aceptó que era un hipnotizador muy malo y que esta técnica sólo funcionaba con una cantidad muy limitada de pacientes. Acabó prefiriendo masturbar a las histéricas en lugar de hacerles hipnosis. El resto de la historia no hace falta contarla en detalle: (1) La hipnosis se convierte en un show de circo en el que a veces se utiliza gente extremadamente sugestionable y a veces simplemente se engaña con actores. (2) Se comienza a estudiar el fenómeno con seriedad utilizando técnicas de la psicología y la neurociencia.

Tú eres un elfo oscuro y yo un enano de las cavernas

¿Alguna vez te has ido de fiesta con la gente del trabajo? ¿Te acuerdas de cuando García, el de contabilidad, un tipo parco y tímido, se puso como una cuba, bailó como un poseso y trató de ligarse a Jimena, la de recursos humanos? ¿Con qué cara llegó al trabajo al día siguiente? Los contextos determinan nuestra forma de comportarnos. Desarrollamos diferentes versiones de nosotros mismos cuando estamos con nuestros jefes, dando una conferencia, con nuestros amigos tomándonos una cerveza o con nuestra pareja a solas un sábado por la noche. La hipnosis no es más que eso: un contexto. Por ejemplo, con nuestro jefe el juego consiste en parecer formales y profesionales, que la empresa es nuestra prioridad en la vida y que no se note la resaca que llevamos encima. En el contexto de la hipnosis el juego consiste en que vas a entrar a una habitación en la que una persona aplicará determinada técnica a veces incluso caracterizada como una especie de poder mágico y tú jugarás el rol de alguien que simulará entrar en trance y obedecer sus órdenes.

¿Es muy diferente la hipnosis de circo a la de alguien que se considera un hipnotizador serio? No. Es básicamente lo mismo. Lo que hace el hipnotista de circo es trabajar antes del show con el público. Hace una serie de ejercicios y, con algo de pericia en la observación, determina quienes son los que están más dispuestos a jugar el juego o a contentarlo. Selecciona a esa gente, de entre los que hace otra criba con aquellos que son extremadamente sugestionables. Les informa de lo que va a hacerles hacer, para tantear si están dispuestos y si lo harán. Comienza el show. Les ordena que lo hagan. Ellos fingen estar en trance, y lo hacen.

Con un hipnoterapeuta es exactamente lo mismo, aunque la criba es todavía más sencilla porque ya de entrada acude a su consulta únicamente aquel porcentaje de la población altamente sugestionable que está dispuesta a jugar al juego de rol que propone la hipnosis. Todos tenemos un horizonte de expectativas cuando vamos a un hipnotista y este, además, nos instruye de forma manipulativa en las reglas del juego antes de la primera sesión. Existe un contexto socialmente construido para la hipnosis. Por ejemplo, si tratamos de hipnotizar a portugueses un porcentaje de ellos jugará el juego, porque saben cómo se juega. Pero si lo intentamos hacer con gente de alguna tribu de Somalia nadie jugará porque no saben las reglas. Esto explica por qué los hipnoterapeutas divulgan tan poco y no se quejan de los shows televisivos. Los hipnotistas de circo que aparecen en la televisión son lo mejor que le ha podido pasar a su negocio, porque son ellos los que han generado un contexto social de masas para jugar a la hipnosis.

Pero entonces, ¿por qué la gente finge hablar latín al revés, ser un niño, imitar a un perro o tener un orgasmo? A las personas no nos gusta admitir lo sugestionables que somos, pero lo somos, y a veces hasta extremos casi inverosímiles. Por ejemplo, se han hecho experimentos en los cuales se pone a un grupo de gente en una habitación, se les indica que se trata de un estudio sobre la resistencia al alcohol  y que van a tener que ingerir una fuerte bebida durante varias horas. Se les suministra entonces un líquido con sabor a bebida alcohólica, pero sin contenido de alcohol. Pasado un tiempo bebiendo todos juntos, la gente comienza a tambalearse y a actuar como si estuvieran borrachos. Evidentemente nadie entra en coma etílico aunque crea haberse bebido tres litros de vodka, y siempre hay algunas personas más reacias a jugar al juego propuesto y a sentirse borrachas; personas que no sienten nada y alucinan con sus compañeros.

A veces los juegos de rol pueden involucrarnos de formas tan extremas que llegamos a no reconocernos en nuestra forma de actuar. Como, por ejemplo, en el caso del experimento de la cárcel realizado en Stanford, donde aquellos que jugaban a ser guardias comenzaron a abusar de aquellos pobres a los que les tocó el papel de presos. Hubo que pararlo porque la gente se puede volver muy loca con estas cosas. Muy afamado es también el experimento de Milgram, en el cual a una persona se le encargaba apretar un botón cada vez que alguien se equivocara en la respuesta a una serie de preguntas. El botón daba una descarga eléctrica como castigo falsa, evidentemente, que iba subiendo de intensidad. La persona que lo presionaba podía oír los gritos de dolor y las súplicas de aquel que la recibía. Muchos hicieron intentos de dejar el experimento tras un rato, a lo que un simple ‘continue’ de una persona vestida con una bata blanca los empujaba a seguir en su papel. Lo realmente alarmante es que la mayoría de los participantes llegó a presionar el botón hasta el nivel máximo, ocasionando la muerte de la otra persona y justificando su actuación en una entrevista posterior. Este experimento fue devastador no sólo para los experimentadores, sino también para los participantes. Muchos incluso llegaron a enjuiciar a Milgram.

Pero siempre hay gente que no está dispuesta a ser manipulada. En una de las versiones del experimento de Milgram hubo una minoría que rehusó participar en la actividad desde el inicio, al considerarlo inmoral. Uno de ellos fue Ronald Ridenhour, que más tarde sería héroe de guerra en Vietnam. Ronald robó un helicóptero y atacó a su propio escuadrón durante la masacre de My Lai, rescatando a muchos vietnamitas de sus agresores. Muchos de los cuales alegaron más adelante haber sido sugestionados durante el suceso, haber sentido que «estaban dentro de una especie de mundo paralelo» y que «no eran ellos». Hay un alto contenido educacional en la capacidad de ser sugestionado. Hay colectivos de personas con los cuales jugar a la hipnosis es imposible, mientras otras tienen menos reparos en que su comportamiento se vea condicionado por órdenes externas. El nivel educativo, la tendencia al pensamiento autónomo y la respuesta ante la autoridad es determinante en estos casos, y el juego de la hipnosis es un sitio muy interesante donde poder estudiar este lado tan siniestro de las personas.

La hipnosis es exactamente lo mismo que lo que podemos ver en algunos exorcismos, predicadores evangelistas, rituales extáticos de determinadas tribus y otros casos similares. Es un contexto en el que la gente considera que puede comportarse de formas extravagantes. La hipnosis no se diferencia sustancialmente de esto:

¿Y qué pasa con esos estudios en los que se habla de ondas y salen fotos de cerebros?

Los estudios sobre hipnosis se suelen separar en dos grupos: los serios y los de extralimitación. Los repaso rápidamente.

1) Los de extralimitación: Estos estudios se basan en resultados absolutamente esperables, pero que se venden como lo que no son. Por ejemplo, se ha visto que cuando alguien está jugando el rol de hipnotizado el EEG cambia, o que se activan zonas visuales cuando a alguien se le ordena tener una alucinación. El EEG electroencefalograma es una técnica que consiste en poner una serie de electrodos en el cuero cabelludo y recoger la actividad eléctrica del cerebro. Se ha ido mejorando con el tiempo y tiene un alto contenido de matemática y arte, pero la técnica se considera, por lo general, válida. ¿Es sorprendente que cambie la actividad eléctrica del cerebro durante la hipnosis y las ondas que se detectan sean otras? No. Si te pongo un EEG y te digo que hagas una operación matemática va a cambiar. Si te digo que imagines algo, lo mismo. En el caso de la hipnosis pasamos a un estado de escucha atenta y poco razonamiento, es totalmente normal que cambie.

El caso de las RMf resonancia magnética funcional es más de lo mismo. La RMf es una técnica que mide hacia dónde va la sangre en nuestro cerebro cuando hacemos algo o también cuando no hacemos nada. Si nos piden que imaginemos una imagen se activan las áreas visuales. Si nos piden que recordemos una imagen también se activan. Lo hacen porque los recuerdos visuales se almacenan ahí, y es lo esperable. Cuando a alguien que juega a estar hipnotizado le ordenan que vea elefantes rosas en la habitación va a imaginar elefantes rosas, con lo cual es absolutamente normal que en su RMf se vean esos resultados.

2) Los serios: se hace también investigación seria en hipnosis, en la que se interpretan los resultados sin extralimitarlos o para vender humo. Lo que se sabe es que es pura sugestión y no un estado alterado de conciencia, trance, sueño o nada parecido. Sabemos a ciencia cierta que es un juego de rol, sin más.

La hipnosis no siempre es una pseudociencia, pero hace ya mucho tiempo que podemos considerarla ‘mala ciencia’ de manual. No se esclarecen los términos, se bascula continuamente entre la magufada y la ciencia, se extralimitan las interpretaciones experimentales y, lo que es peor, que siendo muchas veces programas de investigación públicos, no hay un esfuerzo por parte de sus integrantes por divulgar los resultados, ocultando información y jugando al trilero en las conferencias y charlas.

La hipnoterapia

Desde su origen la hipnosis ha estado muy enfocada al ámbito sanitario. Se ha pensado que jugar a la hipnosis podía ser un tratamiento para determinados trastornos. Muchos de esos trastornos han resultado haber sido pseudotrastornos como lo dicho sobre la neurosis y la histeria, pero otros son reales. Hoy en día es bastante común encontrar anuncios sobre hipnoterapia, ofertada por personas que se autodenominan ‘hipnoterapeutas’. Cabe decir, de entrada, que el rótulo de ‘hipnoterapeuta’ no está amparado legalmente. La hipnoterapia la tienen que aplicar profesionales sanitarios, normalmente psicólogos sanitarios. Si llega a algún sitio en el que la persona se presenta de ese modo y no le puede dar un número de colegiatura, huya. Esa persona no está sujeta a un código deontológico y realiza intrusismo profesional.

La hipnoterapia se oferta para todo tipo de trastornos, pero sólo ha demostrado efectividad por encima del placebo para dos casos: (1) convivir mejor con el dolor que no eliminarlo, y (2) reducir estados de ansiedad. Para todo lo que no sea eso, por ejemplo, depresiones, anorexia, bulimia, trastornos del sueño, somatomorfos o psicóticos, la hipnoterapia constituye una pseudoterapia y aplicarla es una violación del código deontológico. De todos modos, los profesionales sanitarios muy raras veces aplican hipnoterapia para casos de trastornos de ansiedad o convivencia con dolor crónico. No lo hacen principalmente porque la efectividad que ha mostrado está muy por debajo de la de otros tratamientos, que suelen preferir pensando en el  bienestar de sus clientes. Hay dos problemas adicionales de la hipnoterapia que explican su poco exito entre profesionales sanitarios. Por un lado, que el código deontológico obliga a informar en detalle de los tratamientos y a no manipular a los pacientes; puntos imposibles de cumplir en este caso, dado que el tratamiento se basa justamente en la ocultación de información y la manipulación. Y, por otro, porque sólo funciona con la porción de población altamente sugestionable que está dispuesta a jugar el juego de rol y a obedecer ciegamente.

Si fueras un profesional sanitario, ¿aplicarías una terapia muy poco efectiva, habiendo otras mucho mejores, que implique manipular a tu cliente y que encima funciona sólo para una minoría de personas?

 

Por Angelo Fasce

19 comentarios en “Hipnosis: el ‘Dragones y Mazmorras’ de la psicología

  1. Muy buen artículo. Un inciso nada importante: Guillotin no inventó la guillotina. La propuso como método de pena de muerte que fuera menos doloroso y que equiparara la forma de morir de los nobles y los otros.

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  2. Hola! Ya te escribí por Facebook en el grupo de «La mentira está ahí fuera», pero al leer el artículo que has compartido hoy y citar de nuevo la «mamarrachada de la hipnosis» he vuelto a él 🙂

    Sólo quiero decir que, como dije en su momento, me encanta el fondo del artículo, lleno de verdades como puños que yo trato de divulgar y hacer llegar «al mundillo» (no sin las represalias de más de uno y de dos…). Lo que detecto, y con lo que no estoy tan de acuerdo, es que igualas «jugar un rol» con «fingir». Tú mismo citas como ejemplos de roles el de «empleado con su jefe», o el de «amigos». La gente no «finge» ser empleada, ni amiga, ni padre, ni pareja. Los roles se asumen de forma automática en función de la educación, cultura, contexto… etc.

    Quiero decir con esto que la persona que «se siente hipnotizada», es decir, la que realmente entra en el juego de rol, y no la que sólo lo finge, se siente genuinamente hipnotizada, y si le pides que alucine, y acepta esa parte del rol, recordará (falseará su recuerdo) que efectivamente vio aquello que le pediste, por un proceso de autoengaño. Es decir, que si bien es, como dices, un juego de rol, un contexto, eso no le quita «realidad» al fenómeno. Es tan «real» como el vídeo que pones de Benny Hinn… lo falso y manipulador es la teoría, la explicación que se le da… pero el fenómeno subjetivo no es «fingido» o «falso». No sé si me explico. Me gustaría que me des tu opinión al respecto, de verdad que me interesa para hacer mejor mi trabajo de divulgación.

    Sobre la parte de la hipnoterapia (a la que yo no me dedico y siempre soy muy claro en eso, además de decir siempre que para la terapia hay otras técnicas mucho mejores) también hay un detalle que siempre me sorprende, y es cuando se dice que algo «sólo es placebo» como si eso fuera igual a «nada». El placebo es, por definición, un efecto real sobre la salud, que no es provocado por ningún principio activo, sino por la mera creencia y expectativa que se tenga sobre algo. La hipnosis, en ese sentido, es PURO placebo, pero eso no la hace inútil… la hace inútil contra todo lo que sea de origen fisiológico, pero en el campo de lo psicológico/psicosomático, a veces una simple plegaria, una disculpa, o quemar muérdago una noche de luna llena puede servir para aliviar e incluso solucionar problemas. Hablas de pseudotrastornos, y creo que podemos convenir que mucha gente tiene «pseudoproblemas».

    Con esto no quiero defender la hipnoterapia… de hecho, el concepto en sí mismo me parece absurdo. Lo que defiendo es que la opción de utilizar un marco de creencias o contexto en el marco de una terapia (de verdad) puede aprovechar el efecto placebo de maneras muy potentes, y que el paciente acude al terapeuta a ser curado, no a estudiar la carrera de psicología. Puede que eso vaya contra el código deontológico… y por eso yo no soy terapeuta ni tengo intención de serlo 🙂

    Sólo quería compartir contigo estos dos puntos porque, como digo, me encanta tu blog, y me gusta mucho que se empiece a desmontar el mito de la hipnosis (que no los mitos…). Me interesaría mucho que te tomes el tiempo de decirme lo que piensas al respecto para, si se diera el caso, que yo pueda rectificar o matizar estos puntos en mis cursos.

    Un saludo, perdona el tostón y gracias por tu labor!

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    1. Hola Joel,

      Muy cierto es lo de las represalias. Mira que es jodida la gente a veces… pero bueno, es parte de la labor y toca escucharlos ladrar. Respecto a lo que me comentas sobre la diferencia entre fingir consciente e inconscientemente, suscribo totalmente tu punto de vista. Pensaba que quedaba claro, pero es verdad que mi analogía con Dragones y Mazmorras es confundente. Lo que pasa con la hipnosis es que la gente no es consciente de estar jugando un rol, lo cual no deja de ser un fenómeno psicológico curioso. Que también pasa, como bien dices, cuando estamos con nuestro jefe o en una manifestación. No puedo estar más de acuerdo con la forma en la que expones la idea.

      Respecto a los placebos y su función terapéutica, el tema es complejo. El esquema de una enfermedad es el siguiente:

      Etiología —(1)— Síntomas —(2)— Percepción

      Un placebo, que en medicina es una descarga de dopamina o de opioides endógenos, ataca (2). Es decir, mata al mensajero. En este sentido puede ser útil como un paliativo, pero no supone una terapia propiamente dicha. Hay quien argumentaría que son entonces una ‘terapia paliativa’, pero ello no es del todo cierto. El placebo es el efecto base de toda intervención sanitaria. Se considera ‘terapia’ todo aquello que tiene un plus añadido por encima de ese efecto base, y en caso contrario diremos, simplemente, que la intervención es un placebo.

      En psicología la cosa se complica un poco más si cabe. Para empezar, la definición de ‘placebo psicológico’ no está del todo clara, dado que no es únicamente dopamina y opioides, y parece que el efecto de los placebos es más potente que en otros ámbitos sanitarios (ahí tienes el caso de la depresión). Por lo general se considera como tal la parafernalia de estar sentados frente a frente con una persona que hace de terapeuta, que te da el mismo nivel de atención y afecto que la intervención que se busca testar. Pero, nuevamente, se trata de matar al cartero y no atacar la causa del problema, y sin valor añadido terapéutico.

      Por supuesto, si no tenemos ninguna terapia para una afección, lo que se da es placebo. Que peor es nada y tiene cierta utilidad. De hecho, así lo hacen los médicos muchas veces. Pero si disponemos de un tratamiento contrastado es una falta de ética optar por el placebo, a no ser que esté justificado por otras razones. Yo estoy de acuerdo contigo en que una buena parte de las intervenciones psicológicas son placebo (aunque también podríamos valorar el hecho de que hay mejores y peores placebos), pero si hay algo contrastado y que sabemos que es una terapia de verdad, hay que optar por eso. (https://app.box.com/s/rcjhu798ear5tzcfy1j6)

      Estoy de acuerdo contigo con que un profesional sanitario ha de aplicar tratamientos y no hacer el papel de guía espiritual como si fueran curas o gurús. Mucha gente no sabe diferenciar ese hecho que, además, viene en el código deontológico.

      Me alegra mucho que te guste el blog, y mucho ánimo con la labor de divulgación que haces. Nunca pierdas los cojones, porque eso es lo que quieren. Un abrazo!

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      1. Muchas gracias por tu tiempo. La parte del placebo, como esperaba, me ha aportado mucho. Ahí se nota que me falta base técnica en cuanto a terapia 🙂

        Muchas gracias por tu trabajo! Te seguiré de cerca! 😀

        Saludos!

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  3. Por razones que no vienen al caso , hace un tiempo estuve en una …como diría ¿secta religiosa ?en la cual era frecuente ver gente ´´tocada por el espíritu santo¨´ y efectivamente caer al suelo y convulsionar , con el tiempo (no mucho ) me di cuenta que este rollo no iba conmigo y decidí o bien que soy un descreído o que ´´el espíritu santo´´ pasaba de mi , porque nunca me caí al suelo ni convulsione ni nada de nada , con lo que me da que pensar que eso de la histeria colectiva es muy pero que muy peligrosa, ¿recordáis lo que paso en Alemania?. En fin no sé si tiene que ver o no pero dejo el comentario .
    Gracias Angelo por tu trabajo

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  4. Me ha gustado mucho, conocía a algún hipnoterapeuta pero nunca me había interesado por el tema y veo que hice bien .

    Sobre los ejemplos que citas de Millgram y Standford creo que yerras al usarlos de ejemplos al menos sin citar todos los problemas de reproducibilidad y metodología que han tenido.

    Saludos

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